
En tiempos donde el esfuerzo y la disciplina parecen diluirse entre la inmediatez y la prisa, surge la historia de una joven antioqueña que demuestra que la dedicación y el talento siguen siendo caminos seguros hacia la excelencia.
Se trata de Valeria Londoño Guzmán, una abogada egresada de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma Latinoamericana de Medellín (UNAULA), quien recientemente sorprendió al país al ocupar el cuarto puesto en los exámenes de idoneidad profesional que realiza el Consejo Superior de la Judicatura, con un puntaje sobresaliente de 87,30 entre 9.928 aspirantes.
El logro de Valeria no solo la destaca individualmente, sino que también enaltece a su alma máter, cuya Facultad de Derecho obtuvo un promedio de 74,7 puntos, es decir, más de veinte por encima de la media nacional. Un hecho que refuerza el compromiso académico de la institución y el papel de sus egresados en la vida jurídica del país.
Valeria, nacida en Medellín el 10 de enero de 2004, tiene apenas 21 años y ya cuenta con un recorrido inspirador. Cursó su educación básica en la Corporación Educativa Jesús Amigo, salvo el grado quinto de primaria, que lo adelantó en la Institución Educativa Padre Roberto Arroyave en San Pedro de los Milagros, lugar donde pasó parte de su infancia. Una anécdota académica que revela su capacidad de adaptación fue la promoción directa del grado octavo al décimo, lo que significó enfrentar exigencias mayores sin haber cursado noveno. “Fue un reto difícil, pero me enseñó disciplina, responsabilidad y confianza en mí misma”, recuerda.
Desde hace un año trabaja como asistente judicial en el Juzgado 13 de Familia de Medellín, experiencia que le ha permitido acercarse al ejercicio real de la profesión y ratificar su vocación en el campo del derecho de familia. Paralelamente, cursa la especialización en esta misma área en UNAULA, convencida de que la formación continua es clave para enfrentar los desafíos de la justicia en Colombia.
Sus metas van más allá del éxito personal. Valeria sueña con culminar su especialización, avanzar hacia maestrías y participar en proyectos académicos e investigativos que aporten al análisis de problemáticas sociales y jurídicas. No descarta una carrera en la Rama Judicial, donde se ve ascendiendo a lo largo del tiempo, ni tampoco en escenarios del ámbito ejecutivo como ministerios o el Congreso. Igualmente, la docencia universitaria y la vida académica son caminos que la atraen por la posibilidad de transmitir conocimiento y enriquecer su propio aprendizaje.
La joven abogada también es una persona profundamente sensible. En su infancia creó un lazo entrañable con los caballos gracias a Paloma, una yegua que pertenecía a sus abuelos y que se convirtió en su compañera inseparable en los días de finca. Esa experiencia marcó su amor por los animales y por la vida en el campo, un refugio al que vuelve cada vez que necesita recargar energías.
En lo académico, recuerda con especial dificultad el reto de cursar Derecho Penal General en plena pandemia, con clases mediadas por la virtualidad. “La dosificación de la pena fue lo más complejo, pero con disciplina logré superarlo”, afirma. En contraste, materias como Títulos Valores, dictada por el doctor Alberto Iván Cuartas Arias, y Responsabilidad Civil, dirigida por el doctor Saúl Uribe García, fueron experiencias que disfrutó y que marcaron su formación.
Sus referentes son claros: admira a la exmagistrada Gloria Stella Ortiz Delgado, por su defensa de la Constitución y su perspectiva de género en la jurisprudencia, y a sus abuelos, de quienes aprendió valores como la humildad, el esfuerzo y la importancia de la familia.
Amante de la lectura, Valeria tiene como libro predilecto El olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince, obra que valora por su sensibilidad y su capacidad para retratar la memoria. Le gusta viajar, disfrutar de la naturaleza, compartir tardes de películas y encontrar en la música y las conversaciones sinceras con amigos un espacio de refugio.
Hoy, Valeria Londoño Guzmán (Foto) representa a una generación de jóvenes abogados que, con pasión y compromiso, están dispuestos a enfrentar los retos de una sociedad cada vez más compleja. Su historia es un recordatorio de que la excelencia no se improvisa: se construye con disciplina, constancia y amor por lo que se hace.
En un país que clama por profesionales íntegros y comprometidos con el bien común, el nombre de Valeria se levanta como ejemplo de lo que significa ejercer el derecho no solo con conocimiento, sino también con humanidad y vocación de servicio.
EL REVERBERO DE JUAN PAZ Felicita a Valeria, a la Facultad de Derecho y a la Universidad Autónoma Latinoamericana de Medellín.

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