17 junio, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Un candidato para todos los gustos nunca lo habrá 

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Claudia Posada

Por Claudia Posada 

Está muy pronto para decir el candidato que definitivamente nos gustaría se posesione como el presidente que suceda a Gustavo Petro; pero sí estamos a tiempo de ir analizando nombres de los que anunciaron tanto su candidatura (ya cantada) como  a los precandidatos independientes o por los distintos partidos, que están decididos a entrar en la puja, y aunque falta que corra mucha agua bajo el puente, las posturas ideológicas  y las posiciones asumidas ante propuestas y hechos politicos que se exponen ante la opinión pública con respecto a distintos  aspectos que a todos los colombianos nos atañen,  no sea que no nos coja el día de elecciones -que serán más o menos en marzo del 2026- irnos a votar despistados el día cuando se elegirá el nuevo gobernante que entrará triunfante a la Casa de Nariño el 7 de agosto del ese mismo año. Faltan todavía varios nombres de otros aspirantes hoy en cargos a los que tendrán que renunciar a más tardar en marzo del año venidero, pero es bueno ir observando también cómo van las encuestas, aunque sean resultados prematuros y por lo tanto sujetos a vaivenes determinantes que inciden en las mentes de los potenciales electores según el posicionamiento que alcanzan los candidatos en el transcurso de campañas en firme.

Ahora podemos hablar de precampañas, período tentativo para que definitivamente o  no se lancen al ruedo, aunque ya se nos presentaron resueltos hasta el final “independientes” que no lo son tanto si fueran sinceros. 

A manera de somero análisis -sin el debido razonamiento para el examen- simplemente como cotejo desde una mirada de alguna manera simplista y muy subjetiva, por lo tanto, a la luz de observaciones que ponen la mirada en trayectoria, reacciones y posiciones  como indicadores para medir los talantes de los que quieren tomar las riendas del país, nos atrevemos a opinar: Me gustaba más el Sergio Fajardo de antes en su matiz de centro, sus evidentes giros a la derecha centrando como eje de precampaña en las críticas a Petro, temeroso de que se le siga diciendo “tibio” ha perdido autenticidad. Victoria Eugenia Dávila, como periodista arriesgada, pugnaz y enterada del ámbito político, es decir, la de antes; la que en ese entonces no había sido picada por la ambición de poder, no entra en mi abanico de buenos candidatos, así los analistas políticos la pongan muy en lo alto. Me encanta el actual canciller Luis Gilberto Murillo, su trayectoria personal y vida pública las encuentro impecables; mesurado y culto con conocimientos indiscutibles de nuestro país y el mundo. Carolina Corcho sabe de lo que habla como pocos, estuvo en un ministerio y eso le compensa en buena medida sus etapas anteriores de bajo perfil porque estaba ocupándose de intereses absolutamente afines con su sensibilidad social enmarcada en el sector Salud; sabe que le falta caminar territorios para acercarse a lo que necesitan las comunidades y está haciendo la tarea sin perder tiempo ni hablar cháchara. 

No me ocuparé por ahora de los precandidatos por partidos tradicionales ni tampoco de los que representan la derecha extremista, hoy y desde que fue electo Petro en representación de la izquierda, sus posturas radicales no permiten analizar las capacidades que miden la talla presidenciable. Bueno, pero sí es momento -dada su trayectoria y orígenes-  poder decir el porqué Vargas Lleras está por encima de cualquiera de los mencionados, y con altas posibilidades de gobernar a Colombia: Nació en cuna política, la vivió desde siempre, sabe plenamente qué le esperaría en un mandato presidencial en la Colombia de las violencias, la inequidad y las múltiples crisis; domina los intríngulis de todas las esferas públicas y privadas, tiene la malicia necesaria para sentarse con cualquiera a dar su pelea o a conciliar intereses; y como no le falta fogueo se le mide tranquilamente a los contrincantes que, como el país lo sabe, se sorprenden y pueden intimidarse con sus bravuconadas incontrolables porque su carácter es colérico. Seguiremos mirando los toros desde la barrera para próximas columnas, teniendo claro que un candidato para todos los gustos nunca lo habrá.