27 octubre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Trump, Petro y los cárteles mexicanos en Colombia

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Elizabeth Mora

Por Elizabeth Mora-Mass 

Las tensiones diplomáticas entre Bogotá y Washington han escalado hasta tal punto que EE.UU. anunció que recortará la ayuda financiera a Colombia, lo que aumenta la preocupación de la situación dado que en 2025 los aportes estadounidenses han sido los más bajos en 24 años.

Los medios destacan las ráfagas de los trinos entre Donald Trump y Gustavo Petro, mientras la Casa Blanca extiende sus ataques a embarcaciones que salen de Colombia y Venezuela, destruidas bajo la acusación de contrabando de drogas con destino a tierras del Tío Sam, mientras el Pentágono anunció el viernes que continuará “atacando a las narcolanchas”, lo que se traduce como una lucha contra los narcotraficantes de Colombia y Venezuela.

Y hay quienes comienzan a preguntarse si, ¿estamos a las puertas de una guerra abierta contra la producción y el mercadeo al mayoreo de cocaína?

Los analistas también opinan que los ataques a los contrabandistas de drogas están siendo muy bien recibidos por el pueblo estadounidense.

Además, le permite a Trump atacar a los cárteles mexicanos, sin entrar en territorio mexicano. Una guerra abierta en el norte de México, zona fuerte de los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, es muy complicada por el comercio entre México y Estados Unidos, pero si los ataques son en Colombia y en Venezuela, son mucho menos complicados”, coinciden en comentar banqueros con intereses en los dos países. 

A pesar de que la asociación entre los cárteles mexicanos y colombianos se remonta a la década de los 70s y 80s, sólo fue hasta hace algunos años, el Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP), el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP), Vorágine y Cerosetenta / 070, accedieron de manera temprana a los datos de la fiscalía, que luego compartieron con más de 40 medios de comunicación. Un grupo de periodistas de 23 países trabajó en las investigaciones, principalmente en América Latina, Europa y Estados Unidos.

“Lo que hemos visto es una conspiración criminal transcontinental en la que grupos de narcotraficantes aparentemente aislados son, en realidad, miembros de organizaciones criminales sin fronteras”, escribió Paul Radu, cofundador y director de OCCRP.”Algunas de estas alianzas clandestinas se basan en relaciones probadas y comprobadas, mientras que otras se forman ad hoc en torno a intereses comunes”, agregó.

El noviazgo entre el ELN y el Cártel de Sinaloa

Hace poco, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, afirmó que el Cártel de Sinaloa es el “jefe actual” del Ejército de Liberación Nacional (ELN)”, sugiriendo una relación de subordinación entre ambos grupos, de la cual se habla desde 2022, cuando colombianos desplazados por estos grupos en los departamentos de Chocó, Cauca, Nariño, Catatumbo, Putumayo y Caquetá comenzaron a llegar por miles a Nueva York, afirmando que se vieron obligados a abandonar sus hogares debido a la alianza entre los cárteles mexicanos y el ELN, las disidencias de las FARC y otros grupos clandestinos armados en armas.

En Nueva York, el mandatario colombiano habló de la educación como herramienta para evitar que los jóvenes tomen un fusil y sean pagados por los “carteles mexicanos y extranjeros para matar a sus propios hermanos, como sucede en el Catatumbo” y explicó que su administración está muy comprometida con la educación, la capacitación y la diversificación de la producción agrícola. 

Por otro lado, según el embajador ante el gobierno de Estados Unidos, García Peña “los carteles se han convertido en ejércitos internacionales, los cuales inyectan a los grupos armados grandes capitales y armas y, a su vez, organizan un trabajo conjunto en función de la regulación de la cadena de producción de la cocaína, para exportarla al mundo entero”.

“En el Cauca no manda Petro, allá mandan los “elenos” (los miembros del ELN) y los mexicanos, pero los mexicanos son reyes, ellos se llevan las muchachas más bonitas y hacen lo que les da la gana con ellas, si vos protestás, te matan”, se quejaba en julio de 2023, doña Petra, una abuela de 68 años, quien se vino caminando desde Colombia hasta Nueva York, con el único fin de salvar a sus nietas de 16, 15 y 13 años.

Un informe de la Defensoría del Pueblo afirma que, “con la inyección de los narcos mexicanos y colombianos, los disidentes han logrado establecer presencia en 41 de los 42 municipios del departamento del Cauca”.

Amistad y sociedad de muchos años

Los analistas afirman que el origen de la sinergia de los carteles de Colombia y México es simple matemáticas: Colombia fabrica uno de los principales productos alcaloides de exportación de las organizaciones mexicanas, de calidad insuperable y México tiene una frontera de más de 2.000 millas con el país que más consume el producto. 

De hecho, los estadounidenses consumen más del 50% de toda la cocaína que produce el mundo. “En el cine y la televisión vemos cómo en las fiestas, el consumo de drogas es cotidiano. Y sólo muestran la realidad”, comentaba hace varios años, el congresista demócrata, Charles Rangel, recientemente fallecido, quien vivía en una polémica constante con las administraciones de George Bush, Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama, a causa de las cifras de drogadicción en territorio de la Unión Americana.

Por otro lado, está la admiración y amistad entre los jefes del narcotráfico.“La complicidad es reforzada una particular admiración que jefes de los cárteles de ambos lados profesan por el país del otro”, explicaba Coletta Youngers, analista de Wola, en una conferencia sobre el particular, realizada en Naciones Unidas.

Larry Bird, otro analista internacional, Gonzalo Rodríguez Gacha, uno de los grandes jefes del desaparecido Cartel de Medellín se hacía llamar “El Mexicano” por su afecto a la música y las costumbres de “los sombrerones” como los narcos colombianos se refieren a sus socios en las conversaciones interceptadas por la fiscalía.

Nombres de haciendas como La Chihuahua y Cuernavaca, el Rancho Hermosillo o el bar Mi Tenampa, conformaban el patrimonio de Rodríguez Gacha en su zona de control en Colombia.

Por su parte, el OCCRP destacaba en la conferencia que, “del lado mexicano hay también numerosas leyendas de amistad en el crimen. Uno de los hombres más cercano al legendario narcotraficante Amado Carrillo, el «Señor de los Cielos”, jefe del Cártel de Juárez, era el narcotraficante colombiano Alejandro Bernal Madrigal.

A mediados de los 80s era normal ver a los jefes del cártel de Cali recibir y agasajar a sus cuates mexicanos. El Mexicano le llevó una serenata con doce bandas de mariachis a un conocido narco mexicano.

Un barrio de Ciudad de México lleva por nombre Pablo Escobar y numerosos jóvenes y niños no ocultan su admiración por el hombre que inventó el narcotráfico como una industria multinacional.

Pero, los días de la fraternidad colombo mexicana se complicaron luego de que el gobierno de Estados Unidos llevó a juicio en 2019 al jefe del cártel de Sinaloa Joaquín El Chapo Guzmán apoyándose en testimonios de colombianos que habían compartido secretos, negocios y bacanales con él.

Su juicio fue una verdadera serie de Netflix por lo inverosímil de las relaciones entre los políticos, los potentados, las autoridades y los narcotraficantes de toda América Latina, en especial México y Colombia.

También declararon grandes proveedores de droga de Sinaloa como los hermanos Cifuentes Villa y Juan Carlos Ramírez Abadía, alias Chupeta.

Fue entonces, cuando el cártel de Los Chepitos (los hijos del Chapo Guzmán) decidieron enviar emisarios a Colombia y uno de ellos fue personalmente a Envigado, Antioquia, municipio cercano a Medellín, dónde pasó parte de la pandemia.

Los carteles de droga, por su parte, saben que su alianza con los armados les permite acaparar ganancias y cubrir la demanda en un mercado que representa 11.680.000 consumidores de cocaína sólo en América del Norte, Centro y Sur, según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc).

Los mexicanos también tienen fácil acceso a armas compradas en Estados Unidos y, las mismas rutas del narcotráfico, son utilizadas para hacerle llegar material bélico a los armados ilegales en Colombia.