29 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Tiempo de Petro

Orlando Arenas

Por Orlando Arenas Tamayo 

El origen del gobierno Petro que hoy comienza es la crisis de credibilidad en que cayó el sistema y la clase dirigente de nuestro país, por la corrupción generalizada en todas las formas posibles, en cualquiera de sus niveles, en todas las instancias o sectores políticos o administrativos. Cuando ya el desgobierno se erigió como el común denominador de nuestra vida y el escándalo alrededor de la ministra de las Tic fue el rebose para que los colombianos entendiéramos que hasta el presidente se había desentendido del buen gobierno o hacía parte de este engranaje de fetideces y miasmas. 

La campaña presidencial mostró desde un principio, el desgaste del liderazgo social y político al postular un candidato, bueno en principio, pero sin experiencia y con el antecedente de que, como alcalde de Medellín, fue opaco y buscó eternizarse  en el poder respaldando a Santiago Gómez, dividiendo a la derecha que se oponía a la insurgencia política,  novedosa y atractiva, de Daniel Quintero, quien les ganó la alcaldía denunciando algo que ya se sabía y era la forma como el llamado Grupo Empresarial Antioqueño GEA venía usufructuando el manejo de EPM y la inmensa torta de sus contratos. Daniel siempre les cantó la verdad y levantó en cifras, pero mintió cuando prometía encargar a una firma caza talentos, la selección del gerente de EPM y luego se desnudó al cambiar a su antojo a más de 3 gerentes porque no le “copiaban”, demostrando así que la gran empresa de los antioqueños solo había cambiado de ladrón. Camaleón político resultó ser “pinturita” pues nadie supo el origen de su candidatura, y resultó petrista recalcitrante  al servicio del hoy triunfador en unas elecciones en las que nadie daba un peso por el señor, hasta que la propia crisis nos llevó a una situación bochornosa, al perder Fico las primarias y ganar un candidato oscuro, primario y hasta vulgar como Rodolfo, quien no hizo campaña en segunda vuelta, petrista a su vez, pues había confesado que, si no pasaba a segunda, votaría por el Dr Petro. Yo voté, por pura disciplina y aún creo que por tontería, por Fico y luego por resignación y más disciplina aún, por el santandereano. 

Por eso he dicho que petristas y antipetristas coincidimos en que los unos piensan que Colombia merece a un señor como Petro, mientras los antipetristas pensamos que, en efecto, un país tan descuadernado no merece otra cosa que un Petro en la presidencia, algo así como lo que pasa en Venezuela. 

No puedo negar que hay diferencias muy grandes y que la ausencia de las propuestas liberales en la campaña, fue hábilmente aprovechada por el Dr Petro, para dirigir mensajes al pueblo liberal rememorando los grandes del liberalismo colombiano como Jorge Eliecer Gaitán, a Galán, a Alfonso López Pumarejo, para dejar mensajes contundentes en las mentes liberales, que nos conmovieron a todos los que esperamos algún día que estos principios rijan a nuestra sociedad. Era un discurso exquisito que invitaba al respaldo, pero que no seguí porque no le creo hasta que me demuestre con los hechos.    

La derecha condujo este país de derroche en derroche hasta la fatiga y el hastío con el gobierno de Duque, que yo rescato en buena parte, pero dejó que la corrupción rebozara el vaso de paciencia y la gente nos recordó que no hay tiranías eternas ni de derecha ni de izquierda y que el país, en últimas, es del pueblo que resiste todo y todo lo puede. 

Ha ganado la izquierda, y como la esperanza es lo último que se pierde, hay que darle crédito a quien llega, con medio país a favor y medio en contra, a hacer un gobierno con un énfasis en lo social que ojalá no confunda con el simplismo de emitir moneda para repartir billete en subsidios, acabar las empresas por el populismo de darle palo a la “oligarquía” empresarial que es la que produce la riqueza, sin un llamado razonable a la solidaridad para una “tributaria” que no acabe el sector productivo. El Dr Petro ha convocado al gran pacto social y ojalá no sea una excusa sino un propósito, en el que debemos concurrir todos para ayudarle al señor presidente a enderezar tantas fracturas de una sociedad que se equivocó al no escuchar las quejas de los votantes en tantas elecciones y pueda ahora bajo su mando equilibrar la acción gubernamental con medidas que fomenten el crecimiento económico que es bastante satisfactorio, pero dirija los recursos hacia una mayor satisfacción de los sectores deprimidos, exigiendo el sacrificio y el trabajo de todos los colombianos en favor también de toda la sociedad. 

Hay mucha esperanza en el gobierno que hoy comienza y que se ha querido posesionar ante la gente y con la gente antes de ir a afirmar su compromiso con Colombia ante las autoridades estatuidas. Colombia necesita de un presidente asertivo y democrático, legítimo ante las etnias y pueblos tristes, indígenas, negros y mulatos y Petro podría aprovechar para ganar la paz que busca, pero primero, lograr el desarme y el cese al fuego, porque si sigue la matanza de policías deberá demostrar que es la autoridad y el jefe del gobierno para asegurar el respeto a las libertades y derechos y a la conservación del orden público, demostrando al final, que sus fanáticos y contradictores teníamos razón al afirmar que lo merecíamos de presidente. Por mi parte reitero que no le creo a Petro, pero desearía en el alma estar equivocado.