23 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Táctica de avestruz

Por Carlos Alberto Ospina M.

El caos de las marchas contradictoriamente pone en orden de ejecución las distintas formas de lucha. No creo en la buena fe de Fecode ni en la representación estudiantil con filiación política; menos aún, en la conveniente posición de los sindicatos. Ellos y los otros trabajan distintos caminos que confluyen en el anarquismo.

El discurso mediático del “paro pacífico” va de la mano y pluma de terceras personas encargadas de la fase dos de las protestas que consiste en generar desconfianza, consternación y destrucción. Los “capuchos”, vándalos atrincherados, organizan sus acciones por medio del internet underground valiéndose de las tramas prohibidas. Así como ocultan el rostro a semejanza de envoltura de las larvas, intercambian planes y datos, de manera anónima a través de la red oscura. Darknet “…garantiza la libertad de expresión y la transferencia incontrolada de datos, también proporciona un escondite para una variedad de delincuentes.” (Darknet – Internet subterráneo – 2020 Deutsche Welle).

Los organismos de inteligencia saben sin duda alguna que, los salvajes, no son “infiltrados” ni espontáneos simpatizantes de las 134 exigencias del tal Comité del Paro. El argumento falso de lo “políticamente correcto” no deja sacar a la luz pública, el tenebroso proyecto de destrucción del Estado de Derecho y la alineación de intereses de diversos sectores opositores, a pesar de la supuesta cara de pocos amigos. Otra beneficiosa comedia del movimiento ideológico.

La manipulación psicológica y la lavada de cerebro a los activistas llega por disímiles vías, desde las aulas de los colegios y las universidades públicas, pasando por las bodegas de falsas noticias y el resentimiento social, hasta sumergirse en las redes oscuras de “Tor” y “Freenet”; entre otros sitios inciertos.

No es necesario recurrir al lugar común del Foro de Sao Paulo. Solo hay que escuchar la cartilla ensayada y los mecanismos de disuasión puestos en escena para lograr visibilidad en los medios de comunicación. La fuerza motriz radica en la explotación de los simpatizantes y al mejor estilo del juego de ajedrez, comer al paso.

“Si gana Duque me voy del país” y más tarde, Hollman Morris, se quemó como candidato a la alcaldía de Bogotá. Su jefe, Gustavo Petro, bajo el amparo del Estatuto de la Oposición ha afilado los dientes de la resistencia y la daga ponzoñosa del odio de clases. El excandidato presidencial alza la voz en contra la corrupción y todavía no habla acerca de la prueba irrefutable del video echando fajos de billetes en una chuspa. A propósito de inmundicias, el incólume Petro, ¿Qué tiene que declarar en relación con la flota de vehículos recolectores de basuras de segunda que le embutió al Distrito Capital? Obvio, no dice esta boca es mía.

«Yo tengo una obligación muy grande con los que votaron por mí, pero he dicho que yo no voy a volver a ser candidato, yo tengo que aterrizar, tengo que trabajar y seguir avanzando. Le voy a poner a la Educación mi identidad, voy a acompañar a muchas personas para que crezcan y sean los líderes que Colombia se merece», aseguró Sergio Fajardo, el 26 de marzo de 2018 a La W Radio. Ahora, recula y levanta las tibias sombras que lo cobijan para proclamarse redentor enviado por Dios. El eje de rotación narcisista lo corta, Jorge Enrique Robledo, al anunciar en su cuenta de Twitter que «He tomado la decisión de presentar mi nombre como candidato presidencial en el año 2022 en el marco de un Gran Pacto Nacional, el más amplio que podamos construir».

En consecuencia, el Pacto propuesto por el gobierno de Iván Duque no tiene cabida ni aceptación en las huestes de la oposición; al contrario, la maniobra reside en posicionar 134 pretensiones, las cuales serán la base de la plataforma política y el modelo de Estado 2022.

Tampoco es indispensable hacerse el cerebro agua del por qué se rasgan las vestiduras e incitan a la clandestinidad. Es costumbre los pactos debajo de la mesa, los protocolos de divulgación, los sofismas de distracción, los esquemas de reiteración de los mensajes de inconformidad, las aparentes rupturas conceptuales y las estrategias de movilización de masas. “Divide et vinces, divide ut imperes y divide ut regnes – Divide y vencerás o dividir para reinar”, cualquiera de esas acepciones utilizadas por Cayo Julio César o Napoleón son válidas para los sectores radicales.

Nada está desarticulado ni se basa en la ciencia ficción. Las prematuras candidaturas presidenciales, los paros, las revueltas, las disidencias de las Farc, las decisiones judiciales opuestas a derecho, la permisividad y el patrocinio con dineros oficiales de varias marchas, muestran más la coincidencia de réditos que, la defensa a ultranza, de la democracia.

“Mírame y no me toques” es la expresión egocéntrica predilecta de Claudia López y Daniel Quintero, alcaldes de Bogotá y Medellín, respectivamente. Durante la campaña se caracterizaron por una desmedida exaltación de sus personalidades y el simulado acercamiento social con el objetivo de ser cada uno centro de atención. En menos de un mes, López y Quintero, desconocen el derecho fundamental del interés general por encima de los anhelos de unos cuantos.

El botón de muestra de la abierta participación en política se introduce en el ojal del secretario de gobierno de Medellín, Esteban Restrepo: “…exigiendo, por supuesto, al gobierno nacional pues más salud, más educación, mejor salario mínimo, mejor salario, pero también, otros temas, como el tema líderes sociales, parar el tema o pedirle al gobierno nacional que pare el asesinato sistémico que se ha dado en los últimos meses y en los últimos años”, declaró el 21 de enero de 2020 a Radio Red de RCN, el desvergonzado funcionario municipal. No conforme con la metida de pata, afirmó “…Nosotros hemos permitido un poco el tema para que sean los mismos marchantes lo que controlen los desmanes… mañana se limpia y se dejan las cosas como estaban” (Sic). Con razón, el alcalde Daniel Quintero sonreía, a la par que posaba delante de las cámaras y fingía limpiar una pared del Hotel Dann Carlton.

“Alcalde, no necesitamos esponjas, sino fuerza… fuerza pública”, increpó un ciudadano al mandatario de la capital antioqueña. La inconformidad generalizada y el efecto en la imagen del imberbe gobernante, llevó a éste a crear una cortina de humo aduciendo un complot en su contra. Al escuchar la voz robótica de la presunta conspiración y la actitud de víctima del alcalde Daniel Quintero, no es difícil quitar el doblez ni la táctica del avestruz.

Enfoque crítico –pie de página. En las actuales circunstancias es bueno saber “cuántas púas tiene un peine”.