Por Adriana M. Cardona López
Una de las grandes religiones evoca el proceso de la creación y la revelación y que en forma de metáfora se interpreta la evolución natural y moral del Mundo.
Abriremos el tríptico del Jardín de las delicias de el Bosco; pintor flamenco y pintaremos a los colombianos indecisos y cobardes, y con la ayuda del infierno de Dante interpretaremos la tibieza de su alma.
Tendremos que observar y esperar con optimismo que la fortaleza mental del nuevo gobernante nos alcance y que impregne de confianza aquella sociedad que no cree y que la ilusión y el optimismo no sean un sueño que nos haga despertar en espinas venenosas.
Las buenas prácticas administrativas y de gobierno no dan espera y que las políticas económicas y sociales deben ser tratadas con altura nacional e internacional de la mano de un ilustre y respetado hombre; le daremos status y renombre como en la época de Hipócrates de Cos.
Ya los paganos se creen virtuosos y con la ayuda de los chamanes encontraremos el dios de los colombianos; aquel que nos acercará a Rusia y sus aliados y nutrirá la JEP.
Pero como País laico podremos sostener un nuevo sistema político amañado; pero nunca podremos esconder los principios morales que nuestro nuevo mandatario trae arraigados y que deberá razonar con orden y método porque ya sabemos con quién está aliado.
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