19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Solitarios del ajedrez

 

Por Oscar Domínguez G. (foto)

Tienen el club de ajedrez por casa y los 64 cuadros blancos y negros por cárcel. Llegan con los primeros jaques del día y se evaporan a regañadientes con los postreros mates.

Pagarían por dormir en esos sitios que son su vida. Sueñan con días eternos porque saben que en la noche tendrán que asilarse en su cambuche de cero estrellas.

Con cara de enroque largo imploran que les permitan quedarse. Su alegría está en el mundillo blanco y negro.

Son la sal del juego que les permite reencarnar en cualquiera  de las 32 piezas. Es su forma de celebrar el milagro del ajedrez que les da estatus, los exonera del olvido.

En su honor es lícito repetir un lugar común: Si el ajedrez no existiera los solitarios lo habrían inventado. El matusalénico juego es su modus vivendi, jugandi, comiendi, para decirlo en gerundios pecaminosos.

En parches como Los Peones, de Junín con Maracaibo, segundo piso, sin ascensor y sin billares, o en el viejo Maracaibo que reencarnó en predios del pasaje La Bastilla, van a vivir, hablar, hacer amigos. (Lea la columna).