
“Entonces quien podrá salvarnos”
Por Carlos Mario Restrepo Tamayo
No podemos seguir marchando y gritando ¡FUERA PETRO! ¡FUERA PETRO!, como si con eso solucionáramos todos los cánceres que nos agobian en este país. Mientras la vaca más patea, más se atolla. Tenemos que levantar la cabeza y pensar más allá de Petro. Colombia no es Petro, así sea en la actualidad nuestro gran problema nacional.
Los candidatos a la Presidencia de la República para el 2.026 tienen que sacudirse, tienen que comprometerse y presentar programas de gobierno que estén en sintonía con la comunidad. Los gremios, en representación de los empresarios, tienen que exigir y patrocinar a los candidatos. Programas serios, sólidos y sostenibles. En buena hora, en la celebración de los 50 años de Proantioquia, se escucharon importantes y oportunos compromisos del sector público en cabeza del gobernador Andrés Julián Rendón y del alcalde Federico Gutiérrez, como también de voceros del sector privado, en cabeza de la directora de Proantioquia y del presidente de Grupo Argos.
Obras son Amores y no buenas razones… Estos compromisos del sector público y privado, y sus ejecuciones no dan espera. Las próximas elecciones están a la vuelta de la esquina y con la reciente encuesta de Invamer, con ese campanazo de alerta tenemos que despertar, pellizcarnos y ponernos pilas, si no queremos llorar viendo perder a nuestra querida Colombia.
Pensando con las ganas, si derrotamos a Gustavo Petro y su nefasto equipo de gobierno en las próximas elecciones, qué podemos esperar los colombianos a partir del 2026 del próximo gobierno, si no hay unión ni planificación ni objetivos por los grupos que conforman la oposición ni siquiera para los próximos 4 años. Entonces tendremos más de lo mismo. Es decir, más grupos armados en todo el territorio nacional, más problemas en el sistema de salud, improvisación en materia fiscal, más burocracia y corrupción en todo el aparato estatal. Qué pasará con el sector minero y en Ecopetrol, y, además, qué pasará con el grave problema de corrupción que impera en nuestro sistema judicial.
Un estado de derecho no es viable si no tiene un régimen judicial confiable, sólido, con jueces preparados, respetuosos de la Constitución y la ley, si carece de controles efectivos sobre su conducta, si no tiene el respaldo y la confianza de la ciudadanía ni de los abogados litigantes ni de la academia. Con
un poder judicial de bolsillo (Procuraduría -Fiscalïa – Contraloría – Comisión de Acusaciones – cortes – CNE etc., etc.,) donde el sistema de pesos y contrapesos fue enmermelado, la justicia, la equidad, la jurisprudencia y los principios y valores judiciales responden al título de la película Lo que el viento se llevó”
Lo que se conoce en nuestro medio, como colegaje o solidaridad de cuerpo, donde todos se tapan con la misma cobija, es una práctica nefasta que se ha enquistado en nuestro sistema judicial. Es una aberración jurídica, es una amenaza al debido proceso, es una violación a un derecho fundamental, es una conducta criminal. Tipifica el delito del prevaricato por acción o por omisión y es una estrategia perfecta para que fallos y / o conductas antijurídicas de jueces y magistrados cartelizados se blinden y hagan carrera como jurisprudencia vinculante
Un caso típico y reciente lo acabamos de vivir en el proceso del doctor Alvaro Uribe Vélez, donde la juez 55 de conocimiento, sin sonrojarse ante todas las evidencias de los colombianos y de los medios, declaró infundada la recusación y se solidarizó con la juez 44.
Mientras nuestra justicia siga como una rueda suelta, sin Dios y sin Ley, donde los procesos se engaveten, donde los términos no corran para los falladores, salvo cuando hay que beneficiar un procesado por vencimiento de términos, cuando la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes sobresale por su inoperancia maliciosa y cómplice, en un país en pleno Siglo XXI, donde se permitan y acepten la expedición de sentencias y autos judiciales sin motivación o sustentación jurídica, incluso expedidos por la misma Corte Constitucional como máximo órgano de la rama judicial y como su nombre lo indica la máxima autoridad constitucional, nuestro país no saldrá de este atolladero y seguirá siendo un país banana, donde sigue primando el CVY y el terreno abonado para que prospere la corrupción a todos los niveles, desde los encopetados y honorables magistrados y congresistas padres de la Patria.
Lo más triste y preocupante es ver que, como respuesta a este gran problema, y como si por ahí se encontrará la solución, se va a construir con una gran inversión el nuevo Palacio de Justicia en Medellín, en momentos donde prevalecen los procesos virtuales y donde los magistrados ni siquiera asisten habitualmente a sus despachos.
Estamos super avisados. Ya nos robaron las elecciones del año 2022 sin estar en el poder. Ahora que están en el poder con presidente corrupto y mañoso y acompañado de la perlita de Benedetti, con órganos de control de bolsillo, sin sistema judicial de confianza, la pelea será peleando y una guerra se gana, pero con inteligencia, estrategia y pertrechos ($$$$). No se gana ni con estampitas ni con oraciones ni con marchas ni con arengas en los estadios: ¡FUERA PETRO! ¡FUERA PETRO!
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