El tergiversado concepto de inclusión, el rasgarse las vestiduras por uno u otro acto humano de rechazo al desconocimiento de los límites de los derechos individuales en relación con los colectivos, la protesta encaminada a la defensa de las normas de convivencia ciudadana en el marco del Código de Policía y el fundado reclamo de un padre a la formación heterosexual de su hijo; termina en la absurda protesta de unos cuantos que se creen con más facultades legales y mayores prerrogativas que los demás mortales.
El soporte ontológico de los derechos fundamentales y el pensamiento científico, por sí mismo, no endosa la destrucción de la base moral de la sociedad so pretexto del matiz de la diversidad de género y la igualdad, debido a que termina relegando, precisamente, la pluralidad de ideas y la distinción cultural. Al respecto, cualquier opinión crítica es calificada de actitud homófoba o persecución de otros.(Lea la columna).
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