
Por: Oscar Domínguez G
Nota: Cuando al fallecido papa Francisco pasó por Colombia, le dediqué unas líneas. Nota adicional sobre el papa reencarnado en mosaico en el barrio Boston, de Medellín, obra del artista Iván Darío Gil. od
Este papa gaucho da la impresión de que fuera un compañero de ascensor, el señor del quinto piso, el que calienta banca en el parque como cualquier pensionado, que monta en metro o en papamóvil de pedal.
Le quitó misterio al oficio de pontífice. Lo hace sentir a uno papa. Francisco, y perdón por la confianza, podría ser nuestro vecino en cualquier potrero donde se juega fútbol.
De pronto nos lo podríamos encontrar en la biblioteca pública leyendo periódicos y revistas gratis , o echándole los perros imaginarios a alguna mina (mujer). (Los papas no pecan ni con las ganas, pero a Francisco se lo perdonaría). Y hasta llora lágrimas de carne y hueso. Llora viendo pasar el tren.
Estábamos acostumbrados a papas inspirados por el Espíritu Santo. Francisco parece asistido por Santos Discépolo.
Francisco camina con el tumbao que tienen los papas sin ínfulas al andar. Es una jaculatoria que sonríe.
Como todo argentino, Francisco es de beso fácil. Ser argentino es sinónimo de besar. Hasta los hombres se saludan de beso. En Colombia haces eso y te miran maluco.
Pobrecitos los que venden accesorios pontificios de esos tan costosos que con el valor de unos zapatos, por ejemplo, se podría construir una urbanización de vivienda popular para pobres, no de espíritu, sino de chequera.
Con la línea que ha marcado el papa que nos regaló la pampa, los cardenales han tenido que frenar sus gastos. Tienen la vanidad a raya. Están que se pasan a vivir a las cómodas y austeras sandalias del pescador para no desairar al jefe.
Es tan informal que en Rio un joven carioca rompió el protocolo y se dirigió al sucesor de Pedro como “padre Francisco”. Como si fuera el párroco de su favela.
El propio Francisco contó que en una ocasión un niño le preguntó: “Padre, ¿y qué hacía Dios antes de hacer el mundo?”. Quedó viendo un chispero, pero aunque todavía no era papa, el Espíritu Santo vino en su ayuda y le sopló la respuesta: “Dios amaba, porque Dios es amor”.
A uno le provoca invitar al papa Pacho, perdón, Francisco, a comer un buen bife en casa. Pero no, de pronto acepta y se va toda la mesada pensional y cualquier rebusque adicional.
Me habría gustado ser un papa como él, descomplicado, fresco, relajado, pero solo estuve cuatro años en el seminario de los agustinos en Manizales. Fui llamado, no escogido.
Modestia, apártate, pero si sigo en el seminario el papa sería otro… Sucede que a veces Dios da en el clavo. O demuestra que hace lo que le da la gana. Y tiene a Francisco de paso por Locombia.
No creo que mis nietos australianos Mateo y Patrick tengan fibra de papas para llenar el vacío que dejó el abuelo. Tampoco a mis nietas Sofia e Ilona les veo fibra para ser papisas algún día. Por lo pronto, ni siquiera las féminas pueden ser curas. Veto que podría levantar Francisco.
No es sino que suelte la rienda y permita el casorio de curas, los anticonceptivos y considere que meterse un cachito de marihuana no es pecado. La sacaría del estadio como dicen los hinchas de su equipo, San Lorenzo de Almagro.
El papa reencarnará en mosaico
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Si el Espíritu Santo no se opone, el papa Francisco, en su visita de médico a Medellín el 9 de septiembre, reencarnará en un mosaico de 50 metros cuadrados que será levantado en un muro en las afueras del Hogar Juvenil san José, cerca del parque Obrero, en Boston.
La obra marcha viento en popa desde que el arzobispo de Medellín, Ricardo Tobón, le otorgara el “imprimatur”. Monseñor Armando Santamaría, director del centenario Hogar, cedió un muro exterior que ocuparán 91.872 pequeñas baldosas de cristal en blanco y negro. Tomadas de la mano, ese mundo de teselas mostrarán el rostro sonriente del gaucho que tiene “patasarribiada” la iglesia de Pedro.
Por su labor en favor de la infancia golpeada, el Vaticano escogió el Hogar que acoge cerca de 1.200 huérfanos que lo tienen todo. Es la obra social más antigua de Medellín.
La foto que se metamorfoseará en mosaico fue buscada como aguja en un pajar entre miles que se le han tomado al cardenal Bergoglio. El retrato pasó por el computador para mínimas cirugías. Manos femeninas y masculinas trabajan en el mural como quien cultiva hortensias en el taller del artista yarumaleño Iván Darío Gil Bolívar.
Si Gardel tiene monumentos en el Olaya Herrera y en la 45, de Manrique, a su cuasipaisano Francisco no lo podían ninguniar. De allí el mosaico, expresión fundamental del arte religioso, recuerda Gil. Estará en su sitio a finales de agosto.
Este mosaico se suma a otros del exseminarista carmelita. Está el del padre García-Herreros, el rostro de cara más grande del mundo, situado en la Plazoleta del Minuto de Dios, en Bogotá; otro es el del padre Marianito Eusse, a la entrada de Angostura. Ambos trotan lentos hacia los altares. Mientras no haya palancas…
En el prontuario de Gil habrá “habremus” mural del llamado “Mártir de Armero” en la explanada de la antigua ciudad blanca del Tolima. El mártir será beatificado por el papa en Villavicencio junto con el obispo Jesús Emilio Jaramillo asesinado por el ELN. (Hace fila un mural de 85 metros cuadrados de Fernando Botero).
Hay alboroto tanto en el taller como en el hogar san José. Como el tiempo de Dios es perfecto, como dicen los ateos, de pronto el papa saque migajas de segundos para conocer una deteriorada imagen milagrosa de María Auxiliadora que se renovó en noviembre de 1996 ante un grupo de alumnas y religiosas.
Hasta milagros ha hecho. Lo dicen losas de acción de gracias y una crónica colgada en una pared al lado de la imagen que se deja mimar en capillita del hogar.
Si monseñor Santamaría quiere sorprender al pontífice que le tenga asado argentino con cuadril, el único pecado de la carne que se regala el che Francisco. Y de postre, alfajores argentinos “El Nazareno”, su segundo pecado capital… (Opinión).
Pie de Foto: Mosaico del papa Francisco en un hogar para niños en el barrio Boston. De espaldas, a la derecha, Iván Dario Gil, el artista yarumaleño que lo hizo. Lo acompaña monseñor Francisco Santamaría. Francisco no tuvo tiempo de verlo.

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