27 septiembre, 2025

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Si Turbay hubiera sido presidente

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Ricardo Correa

Por Ricardo Correa Robledo 

Si Turbay hubiera sido presidente otra sería la historia de Colombia, para bien. Pensará el lector que Turbay sí fue presidente (1978-1982). Pero resulta que el Turbay al que me refiero no es Julio César, un presidente más, un político más, anodino y opaco. Me refiero a Gabriel Turbay Abunader (1900 Bucaramanga -1947 París), brillante estadista liberal que fue candidato a la presidencia en 1946.

Para mí, como para tanta gente, la historia era sencilla: Mariano Ospina ganó la presidencia en 1946, poniendo fin a 16 años de la llamada República Liberal, gracias a la división del Partido Liberal, que tuvo dos candidatos: el ‘oficialista’ Gabriel Turbay y el disidente Jorge Eliécer Gaitán.

Imaginaba a Turbay como un pariente de Julio César, parecido en su historia, rancio político que llegó a lo más alto por la inercia del oficio, sin mayores méritos. La historia fue otra, y solo ahora, 79 años después, se viene a revelar en su plenitud, gracias a la historiadora Olga Lucía González y su gran libro “El Presidente que no fue: la historia silenciada de Gabriel Turbay”.

Este libro es más que una radiografía de dos décadas de política y transformaciones en Colombia, desde finales de los 20 hasta 1946, es una tomografía. Gracias a él podemos sacar conclusiones que si no fuera por la contundencia de las pruebas no las creeríamos. Aquí van algunas.

Lo primero es evidenciar que la historia del país borró de un tajo a uno de sus protagonistas más importantes de la primera mitad del siglo XX: Gabriel Turbay Abunader, brillante médico con estudios de Derecho, culto e informado y con una hoja de vida insuperable: representante a la cámara, senador, ministro de gobierno, de relaciones exteriores, embajador en Europa y Estados Unidos. Un estadista que siempre buscó la modernización de la sociedad colombiana, con un sentido de justicia siempre presente, afín a la obra de F.D. Roosevelt en Estados Unidos y el Estado de Bienestar europeo de la segunda posguerra. Un verdadero socialdemócrata. Y que no fue presidente en 1946 por la perfidia de muchos.

Otras realidades salen a flote y dejan muy mal parados a muchos protagonistas de ese tiempo: López Pumarejo, a pesar de ‘La Revolución en Marcha’ 1934-1938, gobierno del que Gabriel Turbay fue uno de sus gestores, tuvo un segundo mandato muy desafortunado, abandonando sus principios de los años 30 y preocupado más por hacer negocios de la mano de su hijo Alfonso López Michelsen, y empecinado con malicia y mala leche en que Turbay no fuera presidente, dispuesto incluso a entregar las banderas de modernización y justicia al retardatario Partido Conservador.

Jorge Eliécer Gaitán, idealizado hasta nuestros días, antepuso siempre su sed de poder sobre todo lo demás, aliándose por mucho tiempo con Laureano Gómez y emprendiendo una feroz y desleal campaña de desprestigio, plagada de falsedades, contra Turbay, apelando radicalmente a la xenofobia y el racismo, pues Turbay era hijo de inmigrantes siriolibaneses. Además, se hacen evidentes los sesgos fascistas y populistas de Gaitán, quien solo tenía un discurso vago sobre la reivindicación popular. Otros ‘héroes’ también quedan muy mal librados.

Si se quiere saber la verdad de ese tiempo, si se quiere salir del error y de una cándida historia que nos han contado por décadas, hay que leer este fascinante libro, que sin duda tiene la capacidad de iluminar nuestros días.