25 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Sentirse a salvo

Por Carlos Alberto Ospina M. (foto)

Los individuos que sufren maltrato físico, psicológico, emocional y abuso sexual tienden a desarrollar la condición de trastorno de identidad disociativo (TID); es decir, despliegan una estrategia de defensa en contra de las agresiones, la cual consiste en múltiples estados de sí mismo y diferentes personalidades con el fin de sobrellevar el trauma o el ataque sistemático.

Esta condición de la mente humana transforma la identidad, la percepción, la consciencia, las emociones; por lo tanto, modifica el pensamiento y el funcionamiento sensorial y motor. A veces, falta sensibilidad del entorno para captar esos cambios, no tan sutiles, en el comportamiento del individuo a causa de la herida que padece o soportó.

Varios estudios científicos clasifican las señales de alerta: amnesia, despersonalización, confusión de la identidad, somatización, alucinaciones y alteración de la identidad; entre otras psicopatologías.*

Es el caso de aquella mujer que tuvo ceguera “psicológica” por más de una década. Recorría las calles con su perro lazarillo y supuestamente, perdió la visión debido a un accidente traumático. Sometida a estudios en el Instituto de Medicina Psicológica de Munich se observó que cambiaba, hasta 10 representaciones, de forma espontánea. En 1910, Sigmund Freud, definió ese desorden mental como «perturbación psicógena de la visión». Por esto, ella, en algunas ocasiones puede ver y en otras no.

Existe una clara diferencia entre fingir y los mecanismos de bloqueo en el cerebro que impiden que el sujeto vea. Los desórdenes mentales relacionados con la personalidad múltiple traen consecuencias biológicas y variaciones sensoriales, nada despreciables, que ayudan a comprender la ceguera psicológica.

Las experiencias de abuso extremo desencadenan una especie de maniobra de supervivencia por parte del niño. Jeni Haynes de 49 años de edad, durante la infancia, fue abusada y torturada por su padre. Para “escapar del dolor” y sobrevivir desplegó 2.500 personalidades. En el juicio que recientemente condenó a 45 años de cárcel a su progenitor, Jeni, aportó pruebas a través de 6 formas distintas, incluida, Symphony, personificada en una niña de 4 años.

Jeni Haynes renunció al derecho al anonimato de frente a la audiencia y al juez australiano para relatar la tradición sádica de un hombre sin compasión, chantajista, torturador, perverso y enfermo mental. «Mi vida interior fue invadida por mi papá. Ni siquiera podía sentirme segura en mi propia cabeza». Ella “sufre de lesiones permanentes en la vista, la mandíbula, el intestino, el ano y el coxis.” (BBC News, Frances Mao, Sidney, 6 de septiembre de 2019).

A diferencia de otros casos clínicos, Haynes, no ocultó los síntomas ni las historias del choque emocional. Sus múltiples personalidades permiten el estudio del trauma crónico desde la niñez, los efectos inconscientes y las lesiones sicosomáticas en la adultez.

Esta maniobra de defensa, altera y fragmenta, la identidad del sujeto que carga a cuestas el trastorno de identidad disociativo. La disfuncionalidad se manifiesta a través de períodos de depresión crónica, apego, delirio, sicosis, alteración de las emociones e inseguridad. Los unos se repiten o superponen a los otros, convirtiéndose en un indicador de alerta para la psicoterapia de apoyo y la emergencia médica. *(Trastorno de identidad disociativo: diagnóstico, comorbilidad, diagnóstico diferencial y tratamiento Vedat Sar, MD. Erdinc Ozturk, PhD. Istanbul Universitesi Istanbul Tip Fakultesi Psikiyatri Klinigi 34390 Capa Istanbul Turke).

En Colombia los datos estadísticos del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses son tan escalofriantes como la propia morgue. Los rangos de edad con mayor número de casos de violencia sexual están comprendidos entre los 5 a 9 años y de 10 a 14, siendo las niñas y las adolescentes las más vulnerables. En ese contexto la mayoría de agresores son familiares cercanos a las víctimas.

¿Cuántos de estos niños y jóvenes soportan la perturbación de las funciones psíquicas?, ¿En la actualidad contamos con una política pública que supere la prescripción de fármacos?, ¿La sociedad en su conjunto es consciente que esa condición tiene cura? Es una obligación moral lanzar a la palestra y evidenciar la problemática actual de miles de prójimos con problemas de comportamiento. De esa manera, logramos comprender qué le duele a la gente en cada rincón del territorio. El cómo y cuál es el camino no puede caer en la indiferencia y el desprecio público. Ellos necesitan sentirse a salvo de las experiencias tipo flashback y de la “crisis de puerta giratoria”, porque por allí saltan sus personalidades alternas, y cada una de éstas no quiere estar sola.

Enfoque crítico – pie de página. Algunos dirigentes políticos de la parroquia disimulan su personalidad múltiple. Pasan de misericordiosos y compasivos bajo el ala de la corrupción.