20 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Se trata de concertar intereses

Claudia Posada

Se sintieron con él tan protegidos que hasta se tomaron fotos e hicieron videos para que le llegaran a él de alguna manera; esperaron los entrara a la lista de reconocimientos y se congratulara con ellos por ser sus mejores imitadores en la fantasía de tirar la piedra y esconder la mano.  

Por Claudia Posada 

No serán tal vez los gobernados -el pueblo mismo- los que impedirán al nuevo mandatario de los colombianos, Gustavo Petro, su gobernabilidad plena. Más temprano que tarde serán los políticos de oposición, sus contrarios, en llave con los congresistas opositores, ahora en desventaja numérica buscando torcer compromisos (frecuente y usual en ellos desde siempre) haciendo gala de las consabidas maromas que les son tan placenteras, así como los fieles devotos ciudadanos del común, algunos que tampoco quieren aceptar el paso legítimo a otro régimen; todos ellos y más, empecinados en atravesarse para fortalecer la caterva de los juegan sucio. 

Iván Duque no necesitó, como sí todo mandatario de país, región o localidad, el “pararayos” de cabecera; él los atajó parapetandose solo; así tal cual  defendió a los suyos; no dio explicaciones, economizó palabras y derrochó favores; se burló sin ningún escrúpulo mientras  inventaba la repetición de las mismas acciones desde  distintos frentes,  y muy particularmente haciéndose  el bobo hizo de las suyas con  toda frescura como los grandes cínicos. Se sintieron con él tan protegidos que hasta se tomaron fotos e hicieron videos para que le llegaran a él de alguna manera; esperaron los entrara a la lista de reconocimientos y se congratulara con ellos por ser sus mejores imitadores en la fantasía de tirar la piedra y esconder la mano.  

A Petro no le será suficiente con un sólo “pararayos”. Roy Barreras podrá prestarle ese servicio en el Senado, así y todo, con los reveces que le aparecerán; pero en otros escenarios le será sumamente difícil, y en esos, todavía no los vemos, no sabemos quiénes serán. De su antecesor en el sagrado recinto, Juan Diego Gómez, poco sabemos más allá de haber presidido el comité de aplausos, papel que cumplió divinamente durante el discurso de despedida del mandatario Duque ante el Congreso, según se le vio en la transmisión: dichoso aplaudiendo a reventar. (Ah bueno, también se le vio muy estricto y serio queriendo evitar la guachafita que lo sacó de quicio. Seguramente le gusta todo con mucha disciplina). Roy Barreras, en cambio, sí tendrá que ocuparse de menesteres más enrevesados pues la tal coalición de gobierno pega siempre y cuando haya mucha mermelada. 

La adicción a la dulce mermelada no los empalaga, por el contrario, los llena de energía y fervor, después de probarla no soportan vivir sin ella. ¡Qué injusticia Mermelada para los mismos de siempre! Los colombianos queremos ver untados a los nuevos, estamos seguros de que sabrán compartir. Cómo será de sabrosa la mermelada chorreando dulcemente por campos, ciudades medianas y pequeñas, colegios, montañas, centros de salud, llanuras, escuelas, valles, y sobre todo por territorios lejanos que no han visto más que lágrimas, sangre, angustias, hambre, violencia y tristeza. Dulce mermelada de la buena, de la merecida, de la que falta a muchos y les sobra a unos cuantos avaros. 

¿Por qué ese afán de herir, renegar y desear fracasos? ¿Por qué esa rabia que desfigura las buenas intenciones? ¿Quién los mueve con tanto odio para que no acepten que esta vez perdieron? ¿Por qué quieren acumular más? ¿Será que son tantos los fariseos, hipócritas y almas corruptas que no les alcanzó la cal para blanquear tanto sepulcro?   

Del miedo que infundieron y lograron, pero se esfumó, queda poco o nada; hoy hay mucha esperanza. El miedo cambio de toldas y se instaló en el bando de los que teman un gobierno eficiente con alto respaldo ciudadano. Por años, Colombia ha dicho irónicamente que es un país fuertemente demócrata, respetuoso de todos los derechos, que ampara la vida y la naturaleza; que aboga por la igualdad y castiga la corrupción. ¿Cómo es posible que semejantes mentiras se sostengan así en el tiempo, mientras se suman atropellos, corrupción desbordada en todas las instancias del Estado, infamias, desplazamientos y violencia contra la población inerme? Ahora el pueblo eligió, esperanzado, un mandatario cuya consigna es la Vida, la equidad social, y el respeto por los Derechos Humanos, y se le quiere tumbar apenas empezando. ¡Qué insensatez!  

¿Acaso no hay mecanismos de control legítimo para evitar desafueros? (Que no opere es otra cosa, póngala a operar) Tanta energía debería canalizarse hacia la realización conjunta de planes importantes para el bienestar de toda la sociedad colombiana. Empecemos por entender qué es una democracia participativa y echemos mano de los controles ciudadanos. Qué cuento de comunismo, a punta de sandeces no vamos a conseguir salir de la agonía que es cierta en Colombia como país que se va quedando sin oportunidades. País que se quedó resegado para muchas comunidades, y al servicio de unos pocos con mucho poder. Las riquezas naturales que tenemos, la creatividad, el espíritu emprendedor, son condiciones para generar calidad de vida. No es necesario dañar la tierra; no hace falta explotar al otro; no se trata de enfrentar ambiciones. Se trata de concertar intereses.