Solo hay dos maneras de que los militares abran sus fauces y suelten su presa, retirándole el apoyo a todo el castrochavismo.
No hay que decirse mentiras: el régimen chavista que encabeza Nicolás Maduro está pasando por una dura prueba, pero aún no se puede concluir que su final esté a la vuelta de la esquina. Los Castro han mantenido su dictadura en Cuba por 60 años, en tanto que el chavismo solo lleva 20 desde ese triste 2 de febrero de 1999, cuando Chávez juró sobre la «moribunda» Constitución venezolana.
Y bien se sabe que el comunismo no suelta sus presas tan fácilmente ni las entrega en buen estado; se chupa hasta su última gota de sangre y deja todo en ruinas. Desafortunadamente, Venezuela todavía no ha tocado fondo, y aún tiene mucho espacio para caer.
Es cierto que muchos países han dado, enhorabuena, el paso de ahorcar económicamente al régimen. El Banco de Inglaterra se negó a devolverle a Venezuela reservas de oro de 31 toneladas, equivalentes a 1.200 millones de dólares, y Estados Unidos congeló las cuentas que Venezuela tiene en ese país por las exportaciones de petróleo y las puso al servicio del presidente interino Juan Guaidó, no obstante que, como es obvio, el régimen de Maduro no le enviará más crudo a los gringos. (Lea la columna).
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