Estados Unidos ha venido cambiando su discurso frente a la dictadura de Nicolás Maduro.
“Hace diez días, el secretario de Estado de EE. UU., Mike Pompeo, pidió que se llevaran a cabo negociaciones para formar un gobierno de transición en Venezuela, gobierno que, además, se encargara de organizar elecciones libres para darle fin a la crisis política en ese país”, dice la columnista Sandra Borda en El Tiempo.
Todo parece indicar que las elecciones presidenciales llevan al Gobierno de Turmp a no dejar espacios abiertos en su política exterior. Dejar el capítulo de Venezuela en suspenso, por tiempo indefinido no le conviene…
La columnista añade que “Pompeo le dio un gran empujón a la candidatura de Almagro para la Secretaría General de la OEA y elogió su empeño en producir una transición en Venezuela. Todo parece indicar que la aproximación unilateral y de mano dura le va a dar paso a una forma de actuar que pase por lo multilateral –que no sea tan costosa para Washington–, y en donde los principales actores sean las fuerzas políticas venezolanas en disputa y no EE. UU”.
Esto se llama un giro de 180 grados. La agresividad de hace unos meses va desapareciendo poco a poco, inclusive cuando aún estaba Bolton.
La noticia les cae como un baldado de agua fría a Guaidó y a Duque, quienes le habían apostado a una alianza que “produjera una salida de Maduro más abrupta, rápida y expedita que la que eventualmente puede producir una negociación”.
Pero Guaidó llegó solito, casi en bombas como se dice en la Costa Atlántica, y en el mismo silencio se fue del país… Y lo peor de todo, es que llegó a Venezuela con las manos vacías.
Y no hubo una sola voz que respaldara las últimas declaraciones de Iván Duque.
En otras palabras, eso quiere decir que Guaidó y Duque se quedaron solos en su lucha contra la dictadura de Nicolás Maduro, quien nuevamente se ve fortalecido y gana más tiempo…
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