
Nota: Falleció ayer doña Luz Stella Bedoya, la señora madre de Luz Stella, la directora administrativa de El Reverbero de Juan Paz. Una gran mamá, que era todo corazón en su hogar, el centro del amor, que irradiaba alegría, afecto y generosidad. En su homenaje reproducimos las palabras que pronunció su nieta Alejandra Hincapié García en el acto litúrgico de esta mañana, con la presencia de sus hijas Luz Stella, Claudia y Elizabeth, de sus esposos, hijas, nietas, y demás familiares y amigos.
Abue, Gue, Mami Estela, Estelita:
Hoy quiero darte gracias… gracias infinitas por ser la mejor abuela, la mejor mamá, la mejor hija, la mejor hermana, la mejor tía, la mejor bisabuela.
Gracias por dejarnos un legado de amor inmenso. Gracias por enseñarnos los valores más lindos del ser humano. Porque cada una de tus hijas y nietos tenemos algo tuyo: tu bondad, tu humor único, tu sencillez, tu alegría, tu generosidad, tu nobleza, tu paz, tu dulzura, tu fuerza, tu valentía.
Cuando nací, tú apenas tenías 38 años y mi mamá 17. Tres generaciones creciendo casi juntas, como una cadena de amor que se tejió fuerte, compartiendo aprendizajes, risas, y cuidados mutuos.
Como te lo dije hace unos días: gracias por darme una niñez feliz. Gracias por renunciar a tus sueños, a tu trabajo, a tu vida, para entregársela a nosotros, tus nietos. Gracias porque fuimos inmensamente felices a tu lado. Gracias por esas cremas deliciosas que solo tú sabías hacer. Gracias por la paciencia con la que nos enseñaste las tablas, por consentirnos, por alcahuetearnos con ese amor que solo tú sabías dar.
Siempre estarás en nuestro corazón, y nunca saldrás de nuestro pensamiento. Cada vez que coma fresas con crema pensaré en ti, porque eran tus favoritas. Cada vez que vea arroz con leche, recordaré que ninguno será tan rico como el que tú hacías.
Gracias por tener siempre ese billetico listo para cada uno de tus nietos, enrrolladito, encaletado con una cajita de chicles.
Gracias por ser una abuela tan divertida y salir siempre de tu casa con tu juego favorito el parqués!!
Gracias por acompañarme en el posparto, por cuidar a Rafaela en sus primeros meses de vida, por llenarla de amor.
Yo me encargaré que crezca sabiendo quién fue su bisabuela, Luz Estella: una mujer fuerte, generosa y llena de luz… como tu nombre.
Aunque ella apenas tiene 10 meses, su vida ya está marcada por ti: por tus caricias, por tu voz que la arrullaba, como me arrullaste a mí.
Estoy segura que ahora estás feliz, reencontrándote con tus dos grandes amores: la abuelita Margarita y el papito Gustavo. Por eso, allá arriba, en el cielo, hoy solo se escuchan risas.
Gracias por siempre enseñarnos que lo más importante es Dios y la familia, como tú siempre nos decías: todo es si Dios quiere. Gracias por mantenernos unidas, por las comidas de los viernes —aunque te hicieras la loca cuando tocaba en tu casa—Gracias por esta familia tan hermosa que formaste, que construiste con tanto amor.
También quiero darles las gracias a tus tres hijas, porque rompieron el récord de ser las mejores hijas que una madre puede tener. Las tres estuvieron contigo en todo momento, con amor, entrega y fortaleza. Fueron el ejemplo perfecto de lo que significa cuidar con el alma, de amor hasta el último suspiro.
A Mariana, a Isa y a mí nos dejan la vara altísima… pero también nos dejan el ejemplo más hermoso que podemos seguir. Porque verlas a ellas amarte así, nos enseña cómo se honra a una madre como tú.
Gracias, Luz Estella, por ser esa luz para tantas generaciones. Gracias por enseñarnos a amar, a dar sin esperar, por tener siempre el corazón abierto.
Aunque hoy queda un vacío enorme y te extrañaremos profundamente, estoy segura que Estaremos bien porque tú estás bien. Estaremos felices porque tú estás feliz. En el cielo no existen las enfermedades, y por eso estás mejor allá: cuidándonos, guiándonos, amándonos como siempre… y para siempre. Eres eterna, abuelita.
Te amo con el alma.
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