28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Salvemos a los niños de la generación postcovid

Por Enrique E. Batista J., Ph. D. 

https://paideianueva.blogspot.com/

Salvemos a los niños, a ellos los que formarán la «generación postcovid». Todos somos hoy sobrevivientes, pero la educación y el futuro de ellos naufraga. 

Los que formarán la «generación postcovid» son las más grandes víctimas de la presente pandemia, no sólo por la inasistencia a la escuela sino por la variedad de efectos biológicos, psicológicos y sociales que afectan sus vidas hoy y por mucho tiempo en el futuro. Para un sinnúmero de ellos la pandemia es algo que no entienden; tampoco comprenden bien las medidas de bioseguridad, cuestión que se agrava con el mal ejemplo de muchos adultos que contrarían las ya muy conocidas medidas de prevención de la infección. Con ese impropio modelo de conducta se les ha creado confusión con respecto a lo que deben hacer, lo que deben evitar y sobre cómo deben actuar. 

Así mismo, han sido víctimas de la infodemia, que se refiere a esa abundante información, con frecuencia imprecisa y confusa, que circula en los medios de comunicación, en las conversaciones cotidianas y también en las redes sociales en las que la desorientadora información, como el mismo virus y los bostezos, se contagia y se transmite de boca en boca. Sabemos que la infodemia produce tanto daño en la conducta y seguridad individual y colectiva que el virus por sí solo.  Un factor agravante es que no hay vacuna contra la infodemia.  

En esta pandemia el sufrimiento ha sido más intenso en los niños, quienes hoy encuentran difícil explicar cómo su vida cotidiana en años tan tiernos y valiosos para ellos ha sido afectada de manera inesperada y severa. Aparte del sufrimiento y angustia personal que les causa, se observan ya los efectos a corto y largo plazo que sufrirán en sus procesos de maduración social, cognitiva, psíquica y física.  

Los periodos de receso escolar, como bien se sabe y se ha reiterado, generan severos retrasos en el progreso de los alumnos. Bill Gates ha dicho que la pandemia se superará a finales de 2022. O sea, que el efecto perturbador sobre el funcionamiento y progreso escolar podrá ser de al menos tres años. Ya se perdió un año escolar y no se sabe cuántos más perderán. La necesidad de que los niños regresen a las escuelas es innegable, altamente necesaria y una prioridad. Por ello, es necesario controlar el virus con la aplicación por todos de los protocolos de bioseguridad y, en la fase actual, lograr en el más corto tiempo posible la vacunación de todas las personas, según las prioridades que ya están definidas para la vacunación. 

Los niños que formarán la «generación postcovid» están enfermos. La natural vitalidad que tienen no se les ve. Podemos observar casos crecientes de suicidio o de ideación suicida, afectación negativa por la violencia intrafamiliar, acoso sexual, abuso infantil, abandono físico y psicológico, angustia y temor de perder a un familiar o amigo especial, temor a quedar huérfano y desamparado, miedo a que padre o madre pierdan el empleo y los medios con que alimentarse y satisfacer necesidades básicas. Algunos no han podido elaborar el duelo por la pérdida de algún ser querido. A todo esto, se agregan los efectos de la exclusión digital, la ausencia o restricción de los programas de apoyo nutricional, la carencia de actividades recreativas, y la falta de tratamiento médico para enfermedades previas o nuevas y la falta de acceso a los medicamentos correspondientes. 

Se ha reconocido que sufrimos todos, niños y adultos, una epidemia paralela en el campo de la salud mental. En el autoaislamiento, las cuarentenas y confinamientos forzosos han aumentado los síntomas de ansiedad, la depresión, los trastornos obsesos – compulsivos, la fatiga y problemas afines a la depresión posterior a un accidente cerebrovascular. No se puede asumir que estos efectos pasarán pronto. (https://rb.gy/hyinla).  

La UNICEF resume el impacto negativo de la pandemia del coronavirus en los niños en tres: secuelas directas de ella, interrupción de servicios esenciales, y aumento de la pobreza y la desigualdad. Como consecuencia, propone un plan de seis puntos para evitar una generación perdida: 1 Velar porque todos los niños puedan aprender, incluyendo la reducción de la brecha digital. 2. Garantizar el acceso a servicios de salud y nutrición y lograr vacunas asequibles y disponibles para todos los niños. 3. Apoyar y proteger la salud mental de los niños y los jóvenes y poner fin al abuso, la violencia de género y el abandono. 4. Ampliar el acceso al agua potable, el saneamiento y la higiene, y luchar contra la degradación del medio ambiente y el cambio climático. 5. Impedir el aumento de la pobreza infantil y promover una recuperación inclusiva. 6.  Redoblar los esfuerzos dirigidos a proteger y apoyar a los niños y a las familias que viven en situaciones de conflicto, desastre y desplazamiento. (https://rb.gy/412qov).  

Mediante un esfuerzo extraordinario han sido validadas algunas vacunas por los organismos y autoridades internacionales y nacionales de salud. Marcan ellas un camino o salida posible ante esta crisis dolorosa y desastrosa.  

Se cuentan todavía las personas con nivel alto de reticencia ante  las vacunas. Siguen muchos creyendo y avalando falsas versiones sobre la enfermedad; sostienen la creencia en una fantasiosa conspiración malévola para controlar  la mente de muchos o instalar un chip para volver comunista a la gente; alegan algunos  que la de Pfizer contiene moléculas de sildenafil para crear adicción a su producto estrella el viagra; también están aquellos que se atreven a afirmar que el virus  no existe a pesar de la dolorosa evidencia de que en estos  15 meses en el mundo han fallecido más de 3.2 millones de personas, entre ellos algunos familiares o amigos cercanos, que ha  infectado a la fecha, sin contar los casos asintomáticos, a más de 154 millones (equivalente al total de la población conjunta de Argentina, Colombia, Chile, Perú y República Dominicana). 

Recordemos que los derechos de los niños están por encima de todos los demás y que, por lo tanto, nuestra preocupación central está en salvaguardar su salud física y mental y asegurar que pronto regresen a la escuela y podamos nuevamente tener escuelas abiertas para todos, con maestros, directivos escolares y personal de servicio debidamente vacunados y con la aplicación debida de las normas de bioseguridad ya bien conocidas por todos y no practicadas por un número apreciable de personas.  

Se precisa salvar a los niños que formarán la «generación postcovid» y a toda la humanidad. Los escépticos y renuentes frente a las vacunas pueden confiar y seguir el ejemplo del Santo Padre Francisco quien ya ha recibido las dos dosis y dicho: «la humanidad se salva y el virus se neutraliza con las vacunas, y medicación para todas las personas». (https://rb.gy/v6wnbm). 

La «generación postcovid», por alguna llamada «pandemial», podrá tener algunas fortalezas: mayor capacidad de resiliencia, mejor conocimiento de los recursos informáticos sobre las redes sociales, elevada inteligencia emocional, mejor capacidad empática y aumento de la creatividad y la capacidad de emprender. Esta generación podrá tener las características negativas asociadas al estrés postraumático, del cual se reconocen cuatro tipos de síntomas: 1. Reviviscencia del hecho, lo cual perturba las actividades diarias.  2. Evasión o insensibilidad. 3. Sobreexcitación  e incapacidad de concentración. 4. Pensamientos y estados de ánimo negativos y pérdida del interés por actividades o por otras personas. (https://rb.gy/9nwsjuhttps://rb.gy/bdg7og). Síntomas como estos los sentiremos todos; con mayor razón estamos convocados a prestar atención especial para cuidar a los niños durante la pandemia y después de ella.  

Nos corresponde aceptar que las víctimas principales de esta pandemia han sido y seguirán siendo los niños. Aceptar, así mismo, que es un deber moral de todos los adultos ayudar con denuedo, sin excusa y sin pausa, a detener el daño inmenso que en las diversas facetas de su desarrollo ya les ha producido esta peste a cuyos efectos desastrosos, como se ha indicado, se han sumado muchos adultos, que, con deliberado descuido, han insistido en aliarse con el virus para que siga vigente la enfermedad, mate a muchos, y destruya el derecho de los niños a un presente saludable y a un futuro próspero. Para esos adultos mitigar al máximo los efectos de la pandemia no ha sido prioridad: han olvidado a los niños y los están sacrificando. 

El adecuado manejo de los efectos de la pandemia debe llevarnos a todos a ser mejores seres humanos, con niños y jóvenes formados en escuelas de calidad, dotadas de infraestructuras físicas adecuadas para enseñar y aprender, con recursos humanos altamente cualificados que cuiden su progreso escolar continuo, y su salud mental y física. Escuelas con disponibilidad de medios tecnológicos y didácticos apropiados para que la «generación postcovid», sea una generación ganada y no pérdida, y así puedan todos superar con creces los efectos negativos de esta crisis horrenda de salubridad.