25 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Saber leer entre líneas

Dario Ruiz

Por Darío Ruiz Gómez

Creo, afirmo, que en un mundo social en el cual ha desaparecido la imaginación es un mundo  dominado por la inmediatez informativa, por  una autoridad deficiente  y unas relaciones  sociales  limitadas a lo más primario tal como hemos visto a llegado a suceder en las sociedades dominadas por el totalitarismo comunicativo, por el consumismo, hipersensibilizados, como señala Berardi, por una descomunal  carga continua de informaciones  la sensibilidad se atrofia : la lectura del mundo, la lectura de los  rostros de la vida se reduce  a lo que dice la aridez de una consigna, de un spot publicitario. “El hombre, la mujer unidimensionales” llamó Marcusse a estos indiferentes que rutinariamente  cumplen sus deberes, que charlan con sus amigos, saludan a sus hijos  pero desconocen  el imperativo de defender los valores sociales en peligro. Adam Smith afirmó la simpatía como reconocimiento de los Otros. Pero aspirar a vivir en una comunidad se ha convertido con la presencia de falsos líderes en la muchedumbre convocada por las redes sociales y que se mueve  o es movida según el sistema de reflejos de Pávlov:  destruyen inconscientemente  lo que les fastidia  pero  cuando despiertan “ya no saben lo que  han destruido”. Por lo tanto, es imposible pedirles responsabilidades. Ninis, millenials, “desencantados” son ignorantes y ciegos porque lo único que “leen” es la consigna sincopada que reciben a través del smartphone. La verdadera lectura es un acto de imaginación, de afirmación de libertad. Al Librepensador se lo persiguió y persigue por afirmar su soberanía contra el enjambre. La incapacidad de transformar los hechos en ficción en nuestros llamados “Cabezas pensantes” señala la prevalencia de una vida política incapaz de elaborar parábolas necesarias que nos permitan contar con una indispensable imaginación moral. Llegamos a intuirlo en momentos como los actuales cuando percibimos que la justicia es ciega ya que quienes están encargados de impartirla están obnubilados frente a la verdad, incapaces, desde su medianía profesional de hacer un juicio donde se distinga   a las víctimas de los victimarios.  ¿No son estas las argucias de la JEP, de nuestras Cortes al convertir la Justicia en espectáculo y de este modo facilitar el equívoco jurídico?

Leer una ciudad es saber leer aquello que las voces, las presencias de sus habitantes vivos o muertos han impreso en espacios que han sido consagrados por esas historias intangibles  que  el funcionario o el “urbanista” académico son incapaces de leer. Leer una mirada es saber leer lo que no puede ser dicho con palabras, o el amor o la amenaza constataciones que solamente la imaginación logrará restituir negando la indiferencia de los jueces, su incapacidad para leer en el rostro de los humillados la verdadera dimensión de la tragedia de un país. Contar huesos no es reconocer la violencia ejercida contra las víctimas, no es leer lo que esos huesos separados de sus espacios sagrados han llegado a significar como injusticia. ¿No sabemos ya lo que las supuestas “confesiones” de un delincuente como Lozada pretenden como encubrimiento de la verdad y como trabajo a sueldo para los verdaderos autores de los crímenes que se atribuye?  ¿No es necesario leer con rigor aquello que entre líneas señala la carta de Romaña contra sus excompañeros de fechorías? He aquí el ejemplo para que nosotros aprendamos a leer entre líneas lo que se está tramando detrás de una justicia espectáculo: “Comienza para Argentina la noche más oscura de su historia” ha dicho J. J Sebreli al conocer que la Fernández Kirchner y su revanchismo populista se ha apoderado de la Corte Suprema y de todos los jueces para lograr su objetivo de borrar los delitos comprobados que se le imputan y dar inicio a una nueva era de corrupción y matoneo.