19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Rusia VS Colombia

Guillermo Mejia Mejia

Por Guillermo Mejía Mejía

Definitivamente nuestras relaciones diplomáticas están en manos de buscapleitos. Varios incidentes así lo confirman.  

El primero fue el foro en Washington organizado por el embajador en Estados Unidos, Pacho Santos, cuyo tema central fue la aspersión de los cultivos de coca con el herbicida glifosato. Uno supone que un foro de tan grandes alcances y repercusiones diplomáticas entre los dos gobiernos se realice con funcionarios del presidente Biden. Pues no fue así. Los tres voceros más distinguidos fueron servidores del gobierno republicano de George W. Bush, el ex zar antidrogas John Walters, el exjefe del Comando Sur James Hill y la exdirectora de Usaid en Colombia Liliana Ayalde. 

Obviamente los tres importantes personajes, de un gobierno republicano anterior, estuvieron de acuerdo en reanudar las fumigaciones aéreas con el herbicida pues fueron ellos los que representaron a Bush en ese proceso suspendido desde 2.015. 

En las noticias no hay referencia de que en esa reunión hubiera intervenido oficialmente algún dignatario importante del gobierno Biden que opinara sobre el tema.  

El otro incidente fue la inútil demostración de fuerza del ejército colombiano en la Guajira, a menos de 30 kilómetros de la frontera con Venezuela, mediante unos ejercicios militares a los que se les dio todo el despliegue posible por los medios de comunicación a los que invitaron para que vieran la potencia bélica de nuestro país. Según el ministro de defensa dizque son ejercicios de rutina. 

Si son ejercicios rutinarios para que les hacen semejante despliegue publicitario. ¿Para asustar a Diosdado Cabello? 

Y finalmente el otro incidente de estas dos semanas pasadas fue el innecesario comunicado de la Fuerza Aérea Colombiana sobre la interceptación de un avión del gobierno ruso sobre el espacio aéreo colombiano, aeronave que previamente había pedido permiso para sobrevolarlo pero que por circunstancias extrañas se desvió de su ruta. Me niego a creer que estaba fotografiando el territorio colombiano cuando los satélites rusos, como los norteamericanos, lo conocen al dedillo desde el espacio y con muy buena resolución. 

Ese incidente con el avión ruso bien se hubiera podido manejar con discreción mediante los canales diplomáticos existentes y no hacer el oso internacional con la expedición de un comunicado de prensa prepotente en donde unos aviones Kfir de guerra, viejos, a punto de ser cambiados por F-16 norteamericanos de última generación, con recursos de la reforma tributaria, interceptan una nave rusa de alta tecnología. ¡Qué tal que se hubiera producido de verdad un ataque a la nave militar!   

El 24 de noviembre de 2015, en medio del conflicto sirio, Turquía derribó, en plena frontera, un Sukhoi Su-24 de la Fuerza Aérea de Rusia lo que provocó una reunión urgente de todos los países de la OTAN frente a la reacción rusa. Un incidente de esta naturaleza no es de poca monta y mientras exista la diplomacia, esta es el mejor remedio contra la guerra.  

Nuestras fuerzas armadas tienen equipo militar ruso desde 1.997 cuando se compraron 24 helicópteros Mi-17, así como aviones Antonov-32, contrato que exigía la presencia de técnicos de esa nacionalidad en la base aérea de Tolemaida. 

Con ese equipo militar, se planeó y ejecutó la operación Jaque para liberar 15 secuestrados en poder de las Farc, en julio de 2.008. 

¿Para qué, entonces, esos despliegues publicitarios, que tienen un cierto tufillo bélico, con los que le quieren hacer creer a la opinión pública que estamos en pie de guerra con Venezuela y con su vendedor de material de guerra Rusia, que también nos lo ha vendido a nosotros? 

El negocio de las armas es más sucio que el de los narcóticos, pero lo practican las grandes potencias impunemente. ¿Quién las para?