10 noviembre, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Rescatar a EPM

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Francisco Valderrama

Francisco L. Valderrama A.

En la mayoría de entidades públicas, la sumisión a poderes económicos suele estar acompañada de una figura propia del mundo político. El clientelismo. El nombramiento de funcionarios manualitos que copien y hagan caso. Al tiempo que sirve a quienes la financian para favorecer sus negocios e intereses, la clase política ha perfeccionado esta especie de subproducto que le permite asegurar sus aspiraciones personales futuras, único terreno en el cual tiene visión de largo plazo, sin que tenga relevancia cuantas o cuales entidades públicas destruyen con la práctica de gestionarlas como fuente de votos y servilismo acrítico.

Ante la situación actual de EPM, convertida no solo en bolsa de empleo sino en campo de batalla de intereses de todo tipo (vaya uno a saber qué intereses económicos representa un vagabundo ideológico como el señor alcalde) es inevitable añorar al Dr. Diego Calle Restrepo, quien llegó a la entidad en un momento en que la irresponsabilidad política la amenazaba seriamente. Su carácter, reciedumbre ética, dignidad e independencia rescataron a EPM y la consolidaron como empresa insignia, al punto que hoy todavía gira contra lo conseguido por este hombre providencial. Eran otros tiempos: Hoy la entidad no parece estar dirigida por el señor Gerente General.

La incontinencia verbal y los prejuicios del señor Quintero han propiciado el desafortunado escenario actual, explosión de oportunismos y revanchas, en el cual cada actor pretende no solo auto eximirse sino también descargar en otros la responsabilidad por los errores cometidos por las cúpulas de diferentes administraciones municipales con EPM. Como suele ocurrir entre quienes asimilan institucionalidad con período de gobierno, cada actor busca hacer coincidir los yerros, reales o imaginados, con la ventana de tiempo en que actuó el enemigo político, llevándose de calle a la propia empresa. Porque no es Hidroituango (solo) el que está en riesgo: Está en juego la supervivencia empresarial de EPM.

No solo el señor alcalde está obligado por ley a respetar la empresa sino que los organismos administrativos tienen el deber de concretar acciones que permitan y fortalezcan esa autonomía. La afrenta, el trato indigno y el desconocimiento de la institucionalidad interna así como la indebida intromisión del alcalde en su gestión, han lesionado en forma grave una entidad ejemplar que no merece ese trato.

Si queremos preservar a EPM como patrimonio público, es preciso mantenerla al margen de vaivenes electorales, que su norte sea fijado en forma exclusiva por su planeación interna y poner coto a la intervención indebida de administraciones municipales para imponer negocios sin la visión de largo plazo que debe presidir

su gestión. EPM jamás puede entenderse como instrumento ejecutor de programas de gobierno o como agencia de empleo del alcalde de turno.

Hay otros elementos necesarios para retomar el rumbo:

La fortaleza, el convencimiento, el rigor empresarial y una sana rebeldía de su recurso humano para volar con las alas de la organización y no con agendas impuestas por terceros; rendir cuentas solo a los dueños que somos los ciudadanos y no a coyunturas electorales; encontrar mecanismos eficaces para moderar la injerencia del alcalde de turno y asegurar la autonomía empresarial, tal como lo ordena el acuerdo marco vigente. Lamentablemente la realidad ha desnudado la necesidad de su replanteamiento inmediato, toda vez que ni se ha respetado ni ha impedido disparates como la compra de Orbitel, el regalo de UNE a MILLICOM, el programa EPM sin fronteras y la compra de AFINIA, entre otros.

Pero sobre todo hay una condición INDISPENSABLE. Saquen TODOS sus manos de EPM.

  • Quienes impusieron la compra de ORBITEL pasando por encima de una contralora aguerrida que llamó la atención sobre la impertinencia del negocio.
  • Quienes retorcieron el ADN de la institución para involucrarla en negocio absurdos bajo el proyecto EPM sin fronteras.
  • Quienes la gestionan como agencia de empleos para sus clientelas.
  • Quienes regalaron el control y la mitad de UNE para “salvar” el patrimonio público y ahora quieren completar la faena.
  • Quienes compraron a AFINIA en el peor momento posible: Si se realizara un concurso para escoger el peor escenario para un negocio, AFINIA se ganaría de lejos el primer puesto. Y de contera, en vez de confiar su dirección a tantos directivos competentes del interior de la organización, se la entregan a políticos de carrera, ajenos a la cultura EPM. Como para ponerse a llorar!
  • Quienes la gestionan con agendas ocultas sin consultar los intereses de la comunidad.

Es el mandato que los ciudadanos comunes, verdaderos dueños de EPM, exigimos de los actores políticos. Adentro están el conocimiento, la experiencia y el compromiso institucional para superar este aciago momento. La delicada situación de Hidroituango necesita de una empresa valorada, convocada y respetada, tanto para recuperar el proyecto como para identificar causas y responsables. Si la dejan, la empresa está en capacidad de hacerlo.