
Por Claudia Posada
Por el tan ventilado asunto -desde la oposición- de lo que puede estar pasando al interior del gobierno Petro, los comentarios y pronunciamientos sobre lo que él expresa o decide, y sobre las consecuencias de sus posiciones y actos como Presidente, según sus contrarios, todo, absolutamente todo, es errado; mientras para otros el mandatario evidencia muchos aciertos y el direccionamiento que ha tratado de imponerle a su mandato es congruente con las circunstancias que vive o padece el país, es por lo que, tales contradicciones, generan secretas incertidumbres entre el común de los ciudadanos, confusión que a veces confiesan, aunque en general se guardan con preocupante incertidumbre. Por igual (o tal vez peor) entre aquellos que se interesan por saber lo que pasa en los escenarios de la vida pública, por lo que se “informa” y también se comenta en corredores, cafeterías y restaurantes, hay zozobra. Por igual, entre los que dicen no pertenecer a ningún partido, o no estar interesados en causas (y peleas políticas) aunque les gusta votar y otros francamente afirman que no votan porque no hay por quién, se observa desazón. A este ambiente de confusión entre la opinión pública con respecto al movimiento político actual (En Colombia y otros países del mundo) lo conocemos como polarización ideológica, y pareciera que ya se volvió tan común repetirlo como “justificación” a la mala atmosfera que rodea los conflictos por enfrentamientos políticos (con argumentos serios o con ridículas babosadas) que no se está profundizando en ello y en sus consecuencias para la tranquilidad ciudadana. Corre, sin proporciones racionales, mucha incertidumbre con respecto a lo que puede estar pasando con el gobierno de Gustavo Petro, y, en general, qué puede estar sucediendo en otras ramas del poder público distintas al ejecutivo, así como en decenas de entidades que no gozan de la confianza ciudadana, como tampoco se percibe en instituciones fundamentales de las que se espera el buen desempeño en las responsabilidades y tareas propias de cada uno de los entes estatales y sus dependencias.
Información de dudosa credibilidad, videos y mensajes que nos son compartidos por amigos o muy comentados en redes sociales, pronunciamientos de seguidores devotos del gobierno de izquierda y por igual de sus detractores, además, lo anterior sumado al “ruido” que generan algunos medios de comunicación cuyo objetivo informativo, propósitos políticos y metas personales han distorsionado la verdadera razón de ser de los medios de comunicación como canales de acercamiento entre la fuente y la noticia, en resumen, agudizan la confusión latente en la ciudadanía. A la clase política, a los sectores empresariales, a quienes se mueven en los ámbitos público o privado; a todo colombiano que vea con buenos ojos el progreso de país, su crecimiento y progreso por oferta de oportunidades, debería preocuparle la terrible polarización que algunos se empeñan en agudizar. Es increíble, creo que solamente pasa en Colombia, que el presidente de la República anuncie su temor por la posibilidad de que sea víctima de un atentado contra su vida, y no se tenga el más mínimo efecto de acompañamiento obvio expresado, aunque sea solamente de palabra, públicamente, para conseguir la necesaria confianza entre la población, para que se sepa que oponerse no es ignorar los deberes, para que los verdaderos líderes aparezcan y no sigamos decepcionados de tantos figurones negacionistas y cínicos. Ante la reiterada alusión del gobernante Gustavo Petro, sobre la posibilidad de un golpe de Estado, el presidente del Congreso reaccionó diciéndole que “deje de ver fantasmas en donde no los hay”; como si acaso un anuncio de esa naturaleza no ameritara la atención y seriedad debidas. Así se toman sus juramentos los congresistas porque les pueden más los intereses particulares que el bienestar del pueblo colombiano.
Por estos días, el periodista Gonzalo Guillén, en X, compartió una comunicación del 11 de septiembre, publicada por padre Francisco de Roux, en cuyo contenido el sacerdote expresa algo de sus preocupaciones y el asombro a raíz de lo que le sucedió en el aeropuerto de regreso a su destino, luego de asistir a las honras fúnebres de su amigo Pacho Leal, en Los Andes según el padre lo narra; el sacerdote comienza haciendo alusión a la frase del César «alea jacta est» («ya no hay vuelta atrás»). Voy a permitirme retomar todo el contenido de lo expresado por el padre Francisco de Roux, afortunadamente reproducido por el periodista Guillén el 12 de septiembre de este 2024, porque en mi sentir es de suma importancia, tanto así, que debería despertar serias inquietudes en audiencias de toda naturaleza, analizarse desde diferentes ámbitos (según los aspectos tocados allí por el padre De Roux) y teniéndolo en consideración con el juicio, la sensatez y discernimiento del caso. Bien conocidas son la humildad y discreción del valioso sacerdote colombiano (al que sí le duele su patria) y la manera innoble con la que se le ha tratado:
“Se viene un debate muy duro… La campaña presidencial se metió a fondo dentro de las FFMM y hay allí tensiones muy fuertes, entre ellos y de ellos hacia afuera. El ataque a la CEV va a ser muy duro desde allí. Anoche lo viví personalmente en el aeropuerto cuando un hombre de traje civil, de unos 50 años, me identificó con mi nombre, se presentó como militar, se negó a darme su nombre y me atacó a gritos en el Aeropuerto señalándome como el responsable de haber dividido al país con la mentira. Mientras el lanzaba improperios e insultos, en medio de sus gritos, le pregunté se había leído el informe y dijo a gritos que sí y que era un informe para entregarle el pais a las FARC. En medio de los insultos le hice preguntas concretas sobre puntos claves del Informe. El se quedaba sin respuesta. No sabía. Obviamente no lo había leído. El terminó gritando con nuevos insultos y personalizando en mi, con mucho odio, su furia. Tenemos que prepararnos con claridad y con serenidad interior y actitudes según el lugar y el tipo de los insultos y ataques, y sobre todo tomar la INICIATIVA. Lo que viene va a ser tremendo. Un abrazo.” Cuando el padre de Roux finaliza sugiriendo que hay que tomar la “INICIATIVA” no me pasa por la mente nada distinto a que, cada colombiano en donde esté, desde sus posibilidades y en concordancia con sus responsabilidades y deberes, actúe; que tomemos la iniciativa individual y colectiva, desde el perdón y la reconciliación, desde la solidaridad y la integridad, con benevolencia pero con total rectitud y justicia, en busca de la paz extraviada hace décadas por culpa de los rencores que subsisten y las ambiciones desmedidas que hace rato llegaron a la ignominia.
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