
Por Carlos Mario Restrepo Tamayo
En este mar de análisis, unos más profundos que otros, alrededor de las propuestas del candidato presidencial de alto riesgo, quiero ser puntual en algunos que han generado una mayor preocupación entre los colombianos.
- La promesa de expropiar, palabra que nos cambió por democratizar, las pensiones y los ahorros en fondos de pensiones.
2- Suspensión de la explotación de petróleo, una actividad que le generó al país el año pasado 30 billones de pesos y reemplazar este ingreso con la exportación de aguacates.
3- Democratizar la propiedad privada, tierras – empresas – ahorros etc., sobre la base de que la sociedad es la dueña de las cosas del Estado.
Esta práctica generará fuga de los grandes capitales nacionales y extranjeros, lo mismo que está ocurriendo en Perú, Chile y pasó en Venezuela.
4- El candidato del alto riesgo predica que atacará la corrupción, pero reúne en el Pacto Histórico a los más connotados sospechosos de enriquecerse con nuestro patrimonio público, como Roy Barreras, Armando Benedetti, Gustavo Bolívar, entre otros.
5 – Manda a las calles a su llamada Primera Línea a incendiar las ciudades, a impedir el paso de las ambulancias, destruir centros de salud, los medios masivos de transporte, a quemar vivos a los agentes de policía, a interrumpir la cadena de producción, cuyas consecuencias en la canasta familiar aún estamos viviendo en carne propia.
Lo importante de un predicador no es decir qué a hacer, sino demostrar cómo lo va a hacer, sobre todo después de la pésima administración que hizo en Bogotá.
7- Su programa de gobierno se inspira en el socialismo del siglo XXI de Chávez – Maduro – Ortega – Castro, que a punto de espejismos y de promesas ilusas de ríos de leche y miel atrajeron electores incautos y hoy tratan de sobrevivir como el judío errante, sin tierra ni patria mendigando una limosna para comer.,.
8 – Preparémonos para pagar impuestos altísimos sobre todos los bienes, (propiedades tangibles e intangibles) y servicios para que el Estado pueda cumplir con todas sus promesas de gratuidad (educación – salud- vivienda – servicios públicos) sin los recursos que le genera la explotación petrolera y otros hidrocarburos no menos importantes, para el normal funcionamiento del Estado.
Colombia se enfrenta a dos propuestas claras. Una, con un candidato que se inspira en un gobierno democrático, respetuoso de los valores y de la importancia del núcleo familiar, defensor de la institucionalidad, del estado de derecho, de las libertades, de la propiedad privada y que promete revisar sus errores para mejorar todos los problemas que nos aquejan en orden de prioridades.
Y del otro lado, el modelo que nos ofrece el candidato del alto riesgo, que invita a todo un país a dar un paso al vacío, sin ninguna experiencia empresarial, ni administrativa salvo la pésima y mal recordada alcaldía de Bogotá, acompañado de los personajes más siniestros y corruptos… Es una verdadera invitación al odio entre clases, entre el empleador y los trabajadores, que incita al caos y al todo vale…
Lo bueno, es que los colombianos tenemos entre manos la decisión de la ruta que mejor nos conviene.
Más historias
Gardeazábal, un papagayo y su violín
Crónica # 1228 del maestro Gardeazábal: Entre palmas y samanes
“Colombia no elige emperadores ni mesías”