28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Recuerdo de Virgilio Barco

Por Fernando Panesso 

Un reconocido periodista investigativo ha divulgado afirmaciones contra el presidente Virgilio Barco Vargas (1986 – 1990), que desde muchos sectores han sido rechazadas por considerarlas calumniosas para este notable servidor público. 

No me corresponde, ni tengo los elementos, para entrar en el detalle de las aclaraciones, como lo vienen haciendo en los medios de comunicación personas más cercanas a su quehacer presidencial cotidiano. 

Quiero recordar, simplemente, la experiencia que tuve con él durante su gobierno y la impresión de pulcritud, servicio público y afán de conjurar, por la vía de buscar la paz, uno de los períodos más violentos de la historia colombiana. 

La figura del año 

En mayo de 1987, fui nombrado Gobernador de Antioquia por el presidente Virgilio Barco y su Ministro de Gobierno César Gaviria, para solucionar una crisis política que vivía el departamento. Había problemas serios con las guerrillas de las FARC, el EPL y el ELN, pero en especial con el primer grupo subversivo. Era una época en la que el accionar demente del narcotráfico, y sus guerras internas, desangraba al país. 

El 25 de agosto de ese año, terminando la tarde, asesinaron a Héctor Abad Gómez (presidente del Comité de Derechos Humanos de Antioquia). Estaba entrando con el también médico salubrista Leonardo Betancur, su discípulo preferido, a la sede de ADIDA (Asociación de Institutores de Antioquia), donde a las seis de la mañana, y osadamente, habían acabado con la vida del líder sindical de los educadores, Luis Felipe Vélez. 

La muerte de Abad marcó un quiebre en la violencia colombiana. Fue el primer líder social de importancia nacional abatido. El Tiempo lo nombró, entonces, “La figura del año”. 

Así comienza en el país la muerte sistemática de estos líderes. A partir de ese día, y en cinco meses, asesinan 18 integrantes de la Universidad de Antioquia. El 17 de diciembre, el último turno del año fatídico le correspondería al eminente profesor de Derecho Luis Fernando Vélez, que seis días atrás había asumido la dirección de los Derechos Humanos, en reemplazo de Abad Gómez. 

Durante esos cinco duros meses, el presidente Barco estuvo pendiente de evitar esa matanza y tomé con él la decisión de cerrar temporalmente la Universidad para evitar más sangre. 

La escultura del secuestro 

Durante ese período fue secuestrado el escultor más importante de la historia colombiana, Rodrigo Arenas Betancur. La preocupación de Barco y del expresidente Belisario Betancur fue diaria con sus llamadas. 

Enero de 1988 fue un mes trágico en la historia del país. Afortunadamente el 7 es liberado el Maestro Arenas, pero el 13 estalla la bomba contra el edificio Mónaco, residencia de Pablo Escobar. Este hecho será el punto de inflexión en la lucha contra el narcotráfico, porque desencadenó una retaliación de Escobar contra las propiedades de los integrantes del Cártel de Cali, autores del atentado. 

Inmediatamente el capo antioqueño se dio cuenta de la inmensa capacidad intimidatoria de las bombas y las enfiló contra la institucionalidad. Barco enfrenta esta amenaza con un valor civil total. 

El 25 de ese mes, en la mañana, en la entrada al Aeropuerto de Rionegro es secuestrado de manera violenta Carlos Mauro Hoyos, Procurador General de la Nación. Inmediatamente empiezo a coordinar con las autoridades militares y el gobierno nacional los pasos a seguir. En la búsqueda de Hoyos, en circunstancias que darían para otro escrito, nos encontramos a Andrés Pastrana. Me comunico con el presidente Barco y me advierte que no le puede pasar nada. Pastrana era hijo de su mayor opositor político. Hasta que no entregué en el aeropuerto de Catam a Pastrana, el presidente Barco no descansó. 

Municipios para la UP 

Ya en 1988 se había decidido la elección popular de alcaldes, que se posesionarían el primero de junio. Las elecciones serían en marzo. Barco, con su visión de estadista, coordinó con los gobernadores que en los municipios que ganara la Unión Patriótica las elecciones para Concejos Municipales (que eran antes de la elección de alcaldes), se les daría la alcaldía. 

Fueron muy pocos municipios en el país, pero en Antioquia sumaron cinco: Apartadó, Mutatá, Segovia, Remedios y Yalí. Yo escogí los alcaldes que representarían a ese partido. De destacar el caso de Apartadó, la ciudad más importante de Urabá, donde seleccioné a Alba Lucia López, abogada manizaleña y compañera de Bernardo Jaramillo, representante a la Cámara por la UP en ese momento y máximo líder del movimiento. 

Amenazas de muerte a Alba Lucía que llegaron a mi oficina hicieron que, inmediatamente, gracias a la gestión realizada con Barco y Gaviria, ella fuera ubicada en el Ministerio de Gobierno. Siempre el Presidente Barco estuvo pendiente de la seguridad de esos cinco alcaldes. 

Muchos hechos más podría yo narrar de la defensa de la vida que hacía permanentemente Virgilio Barco Vargas. Acusarlo de algo contrario es una gran infamia.

Fernando Panesso, Antonio Roldán (gobernador asesinado) , Alba Lucia López (Alcaldesa de Apartadó) y Bernardo Jaramillo Ossa (asesinado).