24 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Ramón Elejalde Arbeláez: Eminente ser humano

Por Claudia Posada

Desde siempre hemos admirado al político y académico Ramón Elejalde Arbeláez. Nos asombra su capacidad de disentir con respeto y sin alterarse, a la vez que permanecer sereno ante las insolencias de algunos seudo periodistas que lo entrevistan en espacios de reconocido sectarismo. De su vida pública es sabida la solvencia que se le reconoce en el ámbito universitario, así como la ideología que le caracteriza y no esconde, prudente o enfáticamente defiende, y argumenta sin imponer y mucho menos ofender.

De su vida privada nada sabíamos hasta cuando ocurrió, recientemente, el fallecimiento de su hija Ana Mercedes; una joven madre, a punto de terminar su carrera y, según quienes la conocieron, muy linda y amorosa. Fue entonces el propio doctor Elejalde, quien, revestido de una fortaleza increíble, escribió para sus lectores -él es columnista del periódico El Mundo- un mensaje en el que expresa lo que tituló “Lecciones para la vida”: Impactante. Tal lucidez para exteriorizar sentimientos de naturaleza tan íntima y dolorosa, con el ánimo de compartir “… duras lecciones que nos dejó la muerte de mi hija Ana Mercedes…” solamente un ser íntegro, equilibrado e inmensamente noble, transmite su tristeza así, como una misión incapaz de soslayar; él consideró, tal vez, que el abatimiento por el desenlace acelerado, a raíz del uso del cigarrillo electrónico de su hija, no era excusa para callar lo que podía ser valiosa lección para otros jóvenes.

Hubiera sido, desde luego, mejor otra situación y no esta, la que nos motivara a escribir sobre el doctor Elejalde; sin embargo, cómo dejarla pasar sin hacer alusión a un modelo de vida pública que por tantos años nos ha maravillado. En el mundo de la política es frecuente, demasiado frecuente, que los activistas y protagonistas se desgañiten por tal o cual actuación, pronunciamiento o postura ideológica de sus contrincantes, y al poco tiempo, sin la menor vergüenza, estén en las mismas, cambien de toldas y se hagan precisamente del lado de quienes antes censuraban. Es decir, en política es muy escasa la coherencia, la línea vertical y la ponderación. Estas cualidades las hemos observado durante la trayectoria del antioqueño de bien Ramón Elejalde Arbeláez, dirigente académico, demócrata por excelencia, ilustre profesor al que ahora le descubrimos otra faceta: Tan eminente ser humano, es un político capaz de sacrificar el secreto que obliga la intimidad familiar, por entregar desde el dolor del alma, una experiencia suya que se constituye en reflexión para la sociedad.