20 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Querido Sergio Ignacio…

@Fenalco_Ant

Por Jorge Alberto Velásquez Peláez

Qué pena interrumpirte de tantos agasajos y bienvenidas celestiales, por los cuales quizás no te enteraste de tu despedida esta tarde aquí abajo, donde habitan pocos ángeles, ahora menos que tú no estás.

Te voy a describir muy rápidamente como sucedió todo. Las vacaciones parece que se interrumpieron, y que los paisas preferimos, en vez de playas, de cruceros, de pueblos antioqueños, o de románticos parajes extranjeros, irnos para Campos de Paz.

Allí, entre arzobispos, obispos y sacerdotes, nos apretamos para rezar y para llorar, para llorar sin saber qué rezar, para maldecir cuando había que rezar, y para preguntar a mudos interlocutores, por qué le ha ocurrido tal absurdo a una persona de tantas perfecciones como tú, inmune a cualquier tipo de absurdo.

Tu hermosa hija fue una roca y nos habló mientras llorábamos, y ella, valientemente, no lo hizo, como lo hice yo; Augusto, con modestia, no habló por él, y  quiso unirse, con llanto contenido, a las palabras que leyó de tu amigo del alma, Manuel; a mi lado vi por primera vez a Gabriel sin sonreír, y a su hermosa señora llorar, una y otra vez; «Me gusta la gente» fue la canción del final pues era tu canción, entonada después de que el cielo llorara a chorros, ahogando los llantos de quienes llorábamos en tu muy triste despedida.

Todo el dolor de muchos quienes te acompañamos hoy fue poco al ver el dolor intenso de tus padres, de tu señora e hijas, y de tus hermanos, quienes quizás aún no alcanzan a sentir la inmensa alegría que embarga a quienes te conocimos, por todo lo que fuiste, por todo lo que hiciste.

Cumplo con enviarte esta información, con todo el amor de mi corazón.