24 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Queremos políticos con visión global no con ambición personal

Por Claudia Posada (foto)

Ya lo habíamos dicho y lo reiteramos, al alcalde electo de Medellín, no le quedará fácil gobernar; sus contrarios, según se vio en la campaña, se mostraron punzantes. Ojalá nos equivoquemos. Quien sea que hubiese resultado vencedor en la reciente contienda, requiere el acompañamiento de las instituciones estatales al igual que de las entidades públicas, cuyo deber es precisamente apoyar a la administración municipal de acuerdo con sus respectivas competencias; igualmente se espera del sector privado, aunque no sea su obligación, considerar el apoyo del caso para una ciudad que, aunque sin duda de grandes fortalezas, también afrontando problemas arduos, los que tal vez no se enfrentaron a tiempo.

Por otro lado, el control político que corresponde a los concejos municipales, no puede, como suele pasar, quedarse corto; como tampoco conviene a la ciudad que se exceda, de mala o de buena fe, ejerciendo una oposición desbordada que entorpezca las facultades del ejecutivo local, sacrificando gestiones que pretendan el bien de las comunidades siempre y cuando se estén administrando cabalmente los recursos. Es gracias al control político, consignado en la Constitución del 91 para darle transparencia a los actos de gobierno del ejecutivo local, vigilar y debatir la gestión que cumplen las autoridades municipales, como se responde al derecho ciudadano. Son entonces las decisiones de parte y parte, las que inciden en el buen desarrollo de una localidad, o, por el contrario, en su estancamiento y en sus crisis. Y son las coaliciones que se conforman en favor o en contra del gobernante, las que influyen para sacar adelante un buen acuerdo, o para atajarlo perversamente. El poder de los concejos es grande. Por lo demás, asusta que mientras el mandatario electo de la capital antioqueña, Daniel Quintero, descansa una semana con su familia, para retomar en los próximos días el ritmo de trabajo que ahora obliga de cara a su realidad, algunos de sus contrarios pusieran a rodar por las redes sociales, un mensaje ponzoñoso asegurando que él está armando ya su gabinete con gente de Bogotá que se observa en el empalme. ¿Qué beneficio representan esas mentiras para la gente de nuestra ciudad?

A quienes vivimos en Medellín, e inclusive en general, en los municipios del área metropolitana, nos afectan problemas muy complicados: Seguridad, movilidad, empleo. La seguridad y el empleo tienen raíces sociales de distinta naturaleza; la cultura del dinero fácil, inequidades, ambientes hostiles, desigualdad, desprecio por el valor de la Educación, hogares maltrechos. Todo esto hace parte de una escala de valores completamente malograda. La movilidad, en cambio, parece más bien asunto de malas decisiones individuales, de incompetencia de los funcionarios a cargo, y hasta podría ser de “adjudicaciones” poco rigurosas o movidas por favorecimientos.  Muchas cosas pasan por la mente, sin certeza de qué está pasando, al circular por calles estrechadas mientras terminan decenas de obras y obritas contratadas como todas a la vez;  vías que se reducen inexplicablemente con materos que al poco tiempo desaparecen,  huecos que demoran meses en tapar; en fin, tantos carros, miles de motos,  conductores sin disciplina social que desconocen la convivencia en las vías, ignorantes de cuán importante es respetar la autoridad y las reglas, hacen un caos insoportable que va a coger ventaja como  pasó con las bandas criminales que se multiplicaron y enraizaron sin solución a la vista.

Ni los problemas sociales, ni la indisciplina vial, y menos el irrespeto por la autoridad, sea cual fuere su ámbito de dominio, la familia, la escuela, el barrio la sociedad, se resuelven con cemento o con contratos de obras civiles. Tal vez va siendo hora de darle más importancia al ser humano que habita Medellín. Es más notorio, obviamente, para los dirigentes de la clase política, un puente majestuoso que un programa bien concebido, contratado con transparencia y buen juicio para conseguir a largo plazo cambios de cultura y mentalidad, hogares mas armoniosos, apego a la buena Educación y sentido de la equidad; pero esto no puede reclamarlo un único gestor como el mandatario que puso la primera piedra y finalmente cortó la cinta de inauguración; no, el trabajo de verdaderos líderes sociales capaces de transformar una sociedad, es con alma soñadora y fuertes sentimientos solidarios, con visión global y no  con ambición personal.  Las esperanzas que nacieron en la campaña por la alcaldía de Medellín de Daniel Quintero Calle, él las entiende. La clase política y los seguidores de los mismos, que se trasnocharon pensando cómo sacarlo del camino, que no se sigan trasnochando ahora adivinando “qué tiene él que nosotros no tengamos”. No lo sabrán porque no tienen en su ADN el componente   que interpreta a quienes no son sus pares.