@eljodario
· Reseña de la novela de Matías Godoy editada por Alfaguara
Las novelas de la sabana de Bogotá ocupan un puesto en la historia de la literatura nacional. Algunas han sido memorables como EL MORO del señor Marroquín, que ya no se lee pero que alcanzó dignidades de texto pedagógico por contar la historia de un caballo coleador.
Hay otras que se han perdido en el olvido de los años y hay muy pocas de las épocas actuales que puedan ser conocidas y leídas. La última de ellas es PAN Y PACIENCIA, una novela del bogotano Matías Godoy, muy lleno de títulos y experiencias de aprendizaje universitario en los Andes, Inglaterra y El Cairo.
Trascurre en Subachoque alrededor de unos personajes muy bien delineados con su aire de campesinos enruanados, de señoritas circunspectas y de mitos agrarios elevados o rebajados sin metodología estética. Por ellos sabemos que ha aparecido una niña adolescente muerta acusada presuntamente de guaquera porque siempre andaba con una pala en la mano y aunque el hilo narrativo más parece cargar con una novela policiaca para saber quién pudo haberla matado, comete el error de introducir como detective al obispo de Duitama, que ni ejerce como obispo ni tiene cura rival en el pueblo.
La novela entonces toma ribetes ajenos y trastoca planos ayudándose con metáforas y comparaciones del más fastidioso y empalagoso cultismo hasta casi perder el ritmo. Pero, por encima de esos defectos estorbosos, la narración tiene una cualidad que la hace resaltar: está contada en tono de carranga sabanera y con trucos tipográficos y amasijo de estructuras de lenguaje muy bien halladas, haciéndose distinguible e inolvidable.
Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazabal
Es una novela para entretenerse, para verificar que la gran urbe bogotana no ha acabado con la vida pueblerina de la Sabana y que esos relictus anecdóticos siguen siendo material novelable.
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