26 junio, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Qué lee el maestro Gardeazabal: Santofimio poeta y compositor

Gardeazabal

Reseña de “mi viaje con la palabra” editado por Pijao.

La historia deberá juzgar a Alberto Santofimio Botero, como fogoso parlamentario, como perseguido político, como el condenado excepcionalmente a 20 años de cárcel sin pruebas, solo por lo que dijo haber oído un asesino enardecido como Popeye. Alguien deberá, cuando ya no vivamos, emitir un concepto sobre el despilfarro que hizo Colombia, y la vida, de un hombre dotado de tanta capacidad de palabra y de tanta brillantez.

Pero hay una faceta para muchos desconocida de este tolimense frenético, su vena como poeta y compositor. En un libro que acaba de poner en circulación Pijao Editores, Santofimio a más de hacer un sentido y obviamente grandilocuente prólogo donde inunda con su enciclopedismo, publica 30 poemas y 17 canciones. Sus poemas son decimonónicos en métrica, metáforas, imágenes y rima. Por obvias razones entonces la fuerza de ellos está en la descripción del paisaje y del entorno y en las meditaciones que esos espacios producen en el poeta.

Desfasado del vértigo que la poesía ha tomado en las últimas décadas, leyéndolos uno se cree sentado en una silla mecedora a orillas del Saldaña espantando los mosquitos que se resisten al viento que baja del Amoyá a la llanura tolimense.

Sus canciones, empero, dan una sensación contraria. Como son hechas con el sentido melódico que ha caracterizado a los tolimenses, no se necesita oír la partitura musical para convertir su letra en poemas que destilan sentimiento. Desde el terrígeno que abunda a doquier en cada verso hasta el íntimo que lo lleva a contar sus cuitas, cada estrofa recita verdades contagiosas como aquella de que “fueron los tiempos mejores/los de la loca ilusión/los del goce interminable/ de la vida hecha pasión”.

“Un libro entonces trasportado por la modernidad desde el lejano y olvidado Tolima que ya se fue, hasta el vertiginoso hoy donde corre más riesgo de pasar a la historia por encima del tsunami de palabras y más palabras que de manera prodigiosa pronunció su garganta hasta convertirlo en el mago máximo de aquél oficio que ya nadie aspira encontrar: el de orador.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.