
@eljodario
· Tomo 3, del Círculo de Estudios Agora Panga
En todos los textos consultables vía internet dicen que Sotomayor es la capital del municipio de Los Andes, en el nororiente de Nariño.
Es inusual la denominación porque en Colombia el término «capital» no se utiliza comúnmente para referirse a la cabecera de un municipio, en su lugar, se habla de «cabecera municipal».
Pues bien, en ese lejanísimo conglomerado humano hay un centro de estudios y cada tanto publican volúmenes de investigaciones, ensayos y creaciones literarias. En el que acabo de leer, el tomo 3, hay un acopio increíble de cosas que no conocía como las noticias y estudios sobre las tribus ancestrales abades y sindaguas, las unas orfebres y digamos civilizadas por los incas. Las otras, agresivas, duchas para la guerra, aunque como no sabían perder, preferían suicidarse hasta que se acabaron.
Pero, así como sin querer queriendo, publican un sesudo ensayo sobre el plátano, sus variedades y sus usos y lo complementan con análisis científicos nutricionales que posee esa fruta, tan nuestra y tan vital para la alimentación histórica del colombiano. Por supuesto, lo redondean con una enumeración de las clases de sancocho que se cocinan en Colombia, donde lo distinguimos porque a la base plátano/proteína le agregamos papa o yuca, maíz o zanahoria o cualquier comestible sobrante, por separado o juntos, que acerque a la variedad y no disguste al paladar convirtiendo la combinación simple o múltiple en bandera regional.
Lógicamente el de la región de Panga es tan singular como lejanos de las vías centrales han estado ellos por siglos en Sotomayor. Al agua le echan plátano, papa negra, yuca, carne con hueso, torta de harina, achiote, manteca de marrano, cebollas y sal. No sé dónde circulen esos tomos editados ni en dónde vendan ese sancocho.
El que tuve la inmensa satisfacción de leer me lo envió el Notario de Sotomayor, que lee y oye mis crónicas en los medios y páginas de Popayán y Nariño donde tan religiosamente me republican y difunden.
Quizás entonces no rompan el aislamiento con este tomo 3, un verdadero monumento provinciano, pero me creo en el deber de lector presumido de haberlo podido leer y comprobar su valía para recomendarlo pública y alaracosamente.
Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.
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