De Fabio Martínez, editada por Pigmalión
Vasco Núñez de Balboa ha sido un mito que no solo ha resistido el paso de los siglos sino que ante la inmensidad y poderío que ha adquirido el Océano Pacífico que él descubriera, pocos recuerdan con horror la estupidez eclesiástica de la conquista española ni le han construido, tampoco, el paredón de fusilamiento perpetuo a Pedrarias Dávila, el de los perros asesinos, que por pura envidia ibérica condenó a muerte a Vasco Núñez de Balboa. Sobre ese mito, sobre el enamoramiento del descubridor del mar del Sur y la india Anayansi, el jubilado profesor de literatura Fabio Martínez, se ha montado una novela histórica, pletórica de los elementos que la corona española y los cardenales de Sevilla olvidaron sobre este personajón.
Escrita con la soltura del buen narrador, pero restringida por el molde escogido para volver verosímil el punto de vista, no pierde interés, captura al lector, aunque vomita detalles por montón y a veces se siente como que estuviéramos leyendo una crónica social de la revista Hola.
Usando al cronista Gonzalo Fernández de Oviedo que escribió sobre relatos de la conquista en su mayoría oídos, no vividos como si lo hizo Cieza de León, se abroga el sello de autenticidad histórica mientras, con manejos de novelista curtido, va ensamblando caracteres sicológicos de sus personajes, evitando a su vez caer en la descripción paisajística que arruina casi todas las Crónicas de Indias.
Es un libro que se deja leer de corrido. Un libro que instruye, pero sobre todo un texto que enfrenta 600 años después la vergajada hispana con que adornaron el imperio de Carlos V y de Felipe II para que no se nos olvidara a quienes heredamos a más del idioma hasta sus defectos más repugnantes.
Por supuesto al lado de Vasco Nuñez de Balboa, está la india Anayansi, la hija del cacique que se enamora del narigón extremeño y le da posibilidad de engendrar a Juan Balboa Chimá, quien a veces parece haber sido el que rescató de la injuria española el mito de su padre pese a que tenía un ojo de un color y otro de otro.
Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.
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