25 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Qué está leyendo Gardeazábal: NUNCA y MEMBRANA, dos libros futuristas

@eljodario 

El inmediato futuro se puede mirar de muchas maneras. Ken Follet, el best seller que nos ha enseñado hasta el remoto pasado con sus novelones, se atreve ahora a hurgar en un futuro que puede estar a la vuelta de la esquina. Jorge Carrion, encripta el comienzo del año 2100 y construye su novela como si fuera el catálogo del Museo del Siglo 21, revisando lo que nos está sucediendo y nos puede pasar en los próximos 78 años.  

El libro de Follet, construido como todos los de él con metodología repetida, atrapa a su estilo, pero como es tan comprobable hoy mismo lo que se imagina, pierde la veracidad que le dábamos en otros textos.  

El libro de Carrión, MEMBRANA, editado por Galaxia Gutenberg, juega a la fantasía de todo lo que inventemos en los siguientes años y se entrega a volver realidad la teoría de las telarañas nerviosas repetidas en todo el universo, pero es tan atosigante que pierde veracidad hasta para el más nerd de los programadores digitales de hoy día. 

NUNCA, editada por Penguin, monta una guerra nuclear gracias a la confabulación aleatoria de la torpeza infinita de una imaginaria presidente de Corea del Sur, la traición de un general de la Corea del Norte y la simplicidad suicida de quienes gobiernan en Washington y Pekin.  

Entretiene más la de Follet. Hace pensar muchísimo más la de Carrión. Ambas, empero nos llevan a vivir lo posible a partir de mañana y como tanto el registro en el Museo del Siglo XXI, como la narración de las intrigas palaciegas y los agentes especiales de Follet son creíbles, todo lector por avezado que sea termina cayendo en el pesimismo al leer ambos libros. 

Parecería entonces que la literatura futurista debe ser siempre fatalista para que pueda gustar. No podemos imaginarnos un mundo en paz en los próximos 78 años, como el que hemos tenido durante estos curiosamente otros 78 años cuando fue terminada la última Guerra Mundial y se puso a funcionar las Naciones Unidas. No hay una hendija para pensar que en vez de la presidenta de Corea que inicia la guerra, van a existir otras Angelas Merkel que sostengan la paz.  

No hay un riachuelo de esperanza en ninguna de las dos novelas. En la de Follet sucumbimos en el holocausto nuclear. En la de Carrion quedamos atrapados en la telaraña que describe para recordar en el Museo donde se desarrolla la novel como fue el siglo 21.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.