
Por Jairo León GarcÃa U.
A Maduro se le acabaron las buenas noticias. La OEA, la Unión Europea y los Estados Unidos están convencidos de que el ganador de las pasadas elecciones venezolanas fue Edmundo González.
Maduro ha cometido casi todos los errores posibles: Le creyó a su hijo nicolasito y al presidente de la Asamblea, Jorge RodrÃguez que las encuestas estaban amañadas y que él iba a ganar de lejos y al darse cuenta de que no era asà decidió ganar como fuera.
Primero, no permitió los veedores internacionales y a los que dejó entrar no los dejó trabajar. Después expulsó a los testigos electorales de los centros de votación y para el colmo del descaro jamás publicó las actas de escrutinio. No permitió las auditorÃas, se apresuró a acreditarse y para intentar apaciguar las sospechas de fraude intensificó la represión contra los opositores y mantiene un discurso de que ganó limpiamente y que Venezuela está unida, en paz y es muy próspera.
El discurso de que el imperio y los fascistas nacionales y extranjeros quieren acabar con su revolución no pega más allá de un selecto grupo de chavistas y de los gobiernos de Cuba y Nicaragua.
La situación interna es tan débil que las cacareadas marchas del 25 de agosto donde se iba a volcar el pueblo para respaldar la victoria del 28 de julio resultaron un completo fiasco.
Esa postura de Maduro le ha significado el repudio internacional y la falta de legitimidad interna. La purga dentro de las fuerzas militares ya va por más de 300 integrantes, los opositores detenidos superan los 3.000 y los muertos están llegando al centenar.
A Maduro le queda muy difÃcil salir de Venezuela porque nadie lo quiere recibir. El secretario general de la OEA Luis Almagro pidió a la Corte Penal Internacional que emitiera una orden de arresto contra Maduro.
Ni Lula ni López Obrador le reconocen el triunfo. Erick Prince, mercenario internacional muy reconocido, dice que va por once miembros de la cúpula chavista y los Estados Unidos le dio un ultimátum hasta noviembre para que abandone pacÃficamente el cargo.
A esta presión se suma lo más grave para él y es la presión interna. Está perdiendo el control de las fuerzas militares. La oposición que no se rinde y lo peor para Maduro es lo que está por recibir de su amigo y casi hermano Gustavo Petro.
Petro y Maduro son algo más que aliados ocasionales. Maduro fue y aún es un gran soporte para Petro desde sus dÃas de congreso y en sus campañas presidenciales. Además, comparten los mismos criterios respecto de la manera como debe funcionar un estado y en la situación de Maduro, Petro es su principal soporte, cosa que está a punto de cambiar.
La visita del Nobel, Juan Manuel Santos, a Petro no fue casual ni programada con meses de anticipación. El invitado que llevó, el señor Rajiv Sahah, presidente de la fundación Rockefeller no pareció que fuera sólo para hacer planes para combatir el cambio climático. Lo cierto es que terminada la reunión sucedieron cuatro eventos destacados: primero, abortó la idea de la inversión forzosa a los bancos, después le volvió a abrir las puertas a Thomas Greg&Son de los hermanos Bautista para el tema de los pasaportes, luego y por primera vez le habló como hombre a Daniel Ortega y por último el ex canciller Leyva aterrizó en Miraflores dizque de cuenta propia para hablar con Maduro.
Las declaraciones del Nobel de paz diciendo que Maduro perdió legitimidad y que se tiene que ir dejaron a Petro petrificado y con el puñal en la mano para atentar, muy a su pesar, contra su amigo.
El ataque de Petro será decisivo para la caÃda del régimen.
El poder que tiene Santos es innegable y si Santos dijo lo que dijo, Petro más temprano que tarde va a tener que decir lo mismo, no tiene opción.
Si esto llegase a pasar, les significará a ambos, Petro y Maduro, un distanciamiento doloroso jamás pensado. Pero pero el que manda, manda y a Petro le toca obedecer y de paso convertirse en la piedra angular del principio del fin del chavismo asestándole una puñalada mortal a Maduro. ¿Será que sÃ?Â
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