4 julio, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Políticos que se pueden quemar sin cocinarse 

Por Claudia Posada (foto)

La comunicación y el marketing político (“Comunicación y Marketing político” es justamente el título de un libro del estratega Carlos Andrés Pérez Múnera, reconocido nacional e internacionalmente por sus amplios conocimientos en la materia y exitosas campañas como asesor de importantes campañas políticas) así que posiblemente me pegue de sus innumerables contenidos para apoyar esta columna lo mismo que de otros estrategas, pero trataré de echar mano de mi propia experiencia, la cual, en todo caso, aunque de muchos años en el campo de la comunicación pública y el asesoramiento profesional (no partidista) he enriquecido precisamente con los cursos-talleres que nos han ofrecido los grandes expertos, así como todo ese aprendizaje que se recibe de la misma clase política tan difícil de asesorar. ¿Por qué difícil? Pues porque los políticos nuestros tienen la malicia indígena y nosotros las técnicas y metodologías. Componentes en contraposición. 

Otro estratega, Germán Medina Olarte, entre sus publicaciones tiene una que titula “Cómo Gritar para que voten por mí” -Y tener visibilidad para gobernar-. Esa visibilidad, hoy en día ¡sí qué es compleja! estamos saturados de mensajes, del ruido que generan las redes sociales con sus perversidades comunicacionales, y ni hablar del impacto nocivo que disparan desde las bodegas: Confundir es su objetivo. (Hace algún tiempo no existían). De ahí que las campañas actuales tienen más tergiversaciones que verdades, y más errores gramaticales y de ortografía, que contenidos creíbles. Nosotros, los potenciales electores, estamos sometidos a un bombardeo comunicacional sin precedentes. Y entonces nos vienen a la mente con sus recuerdos, aquellas campañas “cara a cara” cuando, por ejemplo, Luis Carlos Galán (primero en el Nuevo Liberalismo, luego en el Liberalismo oficial para poder hacer su campaña sin las limitaciones de la malicia de los poderosos) subía a los balcones de la plaza principal de Rionegro (Antioquia) para hablarnos con su discurso limpio y fascinante, esperanzador y distinto, adobado con la sinceridad del verdadero líder y su figura tranquilizadora y amable. Lo que pasó después y el por qué no lo saben muy bien los jóvenes de hoy, electores o no, pero tan importantes cuando ejercen el derecho al voto. Los planteamientos de Galán en Educación, por nombran alguno, todavía tienen toda vigencia.  

Aterricemos al ahora. Gustavo Petro, el mandatario de los colombianos que votaron por él, o no, el Presidente de todos los colombianos, lo admiran o lo detesten, no gritó para conseguir los votos que lo llevaron a gobernar; él hizo las promesas de campaña que, con mil dificultades, está sacando adelante algunas; sí, no se puede negar, otras muchas están enredadas; muy enredadas por razones entendibles algunas, otras porque la burocracia es así, está construida para no funcionar para el bienestar colectivo; las más, tienen su porqué en lo mal rodeado que está Petro. La izquierda tiene un discurso muy bueno para satisfacer anhelos de corte social en democracia, igualdad y oportunidades para los por siempre excluidos en sociedades discriminatorias, pero iluso en democracias capitalistas sin sensibilidad social, con discursos (mensajes) melifluos.  Ni el capitalismo, ni el socialismo, son malos en sí mismos: Los malos son los mañosos políticos, oportunistas que saben enredar al pueblo para conseguir ventajas para sus aspiraciones particulares.   

No estamos al portas de ninguna campaña tan próxima; es el momento, más bien, en el que deberíamos estar observando y analizando ejecutorias nacionales, regionales y locales; aunque los políticos aspirantes a presidencia de la República y a cuerpos colegiados ya están actuando en etapa de posicionamiento con sus mensajes evidentes (o soterrados) para adelantarse a posibles contrincantes, inconveniente y prematura decisión, se pueden quemar sin cocinarse. Volviendo a las estrategias contempladas en los textos del Marketing político, es menester decir que, los principios que ellos señalan acertadamente, no deben ser transmutables al ritmo de la tecnología, ésta se debe adaptar a las nuevas formas de acercamiento a las masas, aunque las estrategias avancen aceleradamente y por lo tanto tienen que observarse. De ahí que, un político bueno no debería “ajustar” sus cimientos éticos al movimiento perverso de la manipulación; no pueden cambiarse los cimientos en busca del bienestar colectivo a pesar de las nuevas técnicas para el acercamiento a las comunidades que son la razón de ser de un político decente y desde luego honesto.  

Por mi parte, prefiero a los que llaman “tibios” a los radicales. Prefiero la sensatez para alcanzar la paz, que a los tropeles ciertos, o inventados. Prefiero el cumplimiento de los deberes y obligaciones de las instituciones, a los llamados desde el engreimiento belicoso. Prefiero las sociedades que saben concertar, a la altanería de mensajes acomodados. Prefiero la humildad, a la soberbia. Tenemos una Colombia aguantadora de la que se están aprovechando los desesperados por recuperar el poder maligno sin nobleza alguna.  Lástima que aquellos a los que sus enemigos políticos llaman “tibios” porque los ven grandes contrincantes, estén oyendo a estrategas que los estén llevando a tácticas equivocadas.