8 diciembre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Política y mascarada

Haga Click

Image Map

Por Darío Ruiz Gómez 

La imputación de la valiente Fiscal contra Bonilla y Velasco, exministros de economía y consejero directo de Petro respectivamente, completa ya la estructura de la Organización criminal que desde la UNGRD desde el inicio de la Presidencia de Petro inició su plan no de rescatar al país del atraso de las regiones, de cortar la violencia de los narcotraficantes sino de enriquecerse de inmediato actuando como lo que son, una pandilla de vulgares delincuentes.

Esta Fiscal ha señalado que por orden directa del Presidente Petro cerca de 600.000 millones de pesos fueron destinados para corromper al Congreso con el objetivo de sacar adelante y por mayoría las llamadas Reformas propuestas por el gobierno.

Y aquí es necesario entonces establecer una distinción entre quienes corrompen y quienes fueron corrompidos gracias al otorgamiento de contratos, puestos de trabajo para familiares o protegidos, coimas. Recuerden entonces que el primer lobista de Petro y quien de inmediato le ofreció sus servicios personales y los de su Partido fue César Gaviria en su transformación de un defensor de la democracia a un vulgar intrigante dejando atrás su responsabilidad frente a los principios históricos del Partido Liberal en momentos tan oscuros como los desde la Presidencia de Petro ha venido padeciendo el país. En este caso los corrompidos por el gobierno tiene el nombre y apellido de quien a una colectividad histórica como el Partido Liberal lo convirtió en un coto cerrado de abyectos militantes al servicio de un Presidente que recurrió a esta treta con el fin de que nadie pudiera protestar ante la corrupción oficial en marcha. El triunfo de los llamados culiprontos.

Nada digamos de los corruptos del Partido Conservador cuando ya el Congreso como la Cámara y el Senado fueron tomados por camarillas de analfabetos, de personajillos pueblerinos convertidos mediante esta corruptela en nuevos ricos. Con ironía Alberto Velásquez Martínez al señalar la persistencia en la historia política de Colombia de estas heredadas inmoralidades ha mostrado como ya César Gaviria tal como lo haría un grosero dictadorzuelo tropical acaba de imponer a su hija para el próximo Senado.

¿A quién hay que condenar entonces, al que corrompe para degradar a sus contrarios o a quien se corrompe por unos contratos y unos supuestos privilegios económicos? Es donde la razón política se doblega y se imponen las bajas pasiones, donde desaparece el concepto de representatividad.

Como lo recuerda el diccionario de la RAE: “Una persona corrompida es aquella que ha sido pervertida o ha sucumbido a la inmoralidad para obtener beneficios personales” ¿No es este precisamente el objetivo del populismo, lo recuerdo de nuevo, en su tarea de destruir el Estado de Derecho? ¿No recuerdan cómo las voces democráticas en el Congreso venezolano fueron reprimidas y silenciadas por la llamada justicia revolucionaria de Maduro?  ¿Otro procedimiento como lo acabamos de ver consiste en engavetar una información fundamental como la de Calarcá y su capacidad de corromper ciertos sectores de la Fuerza Pública y de las universidades, recurriendo a lo que se denomina mecanismos de inacción?

La mascarada perfecta en el momento en que la operación Trump contra Maduro se extiende como es lógico al territorio colombiano, algo que no llegaron a esperar que sucediera ni el ELN ni las Disidencias ni Márquez ni sus cómplices enmascarados en el Congreso, infiltrados en algunos medios de comunicación.

La máscara del petrismo utilizada por el Partido Comunista e Iván Cepeda como idiotas útiles para su perpetuación en el poder, como nadie podía esperarlo, se corrompió en la raya de salida y tal como lo ha venido a demostrar Trump, esta “ideología” ha quedado ante el mundo como lo que es, delincuencia rasa que debe ser sometida a la justicia universal.