
Por Gerardo Emilio Duque
A un inspector de sanidad de un apartado municipio de Antioquia, le llegó un telegrama que decía: sírvase informar casos de esclerosos múltiple detectados en esa. Y el inspector les contestó: si yo supiera que es esclerosis múltiple no estuviera de inspector en este pueblo cagao.
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La esposa de un amigo paisa y buen tipo le encontró en el bolsillo de la camisa una tarjetica que decía: variedades pupis. La señora muy prudentemente se la encaletó y no le dijo nada al esposo.
El día del cumpleaños de la señora, le dice el marido: qué quieres que te regale de cumpleaños mi vida. Y ella inmediatamente le contestó: llévame a variedades pupis. Y le dice mi amigo: ¿variedades pupis? ¿qué es eso? Yo sé, pero me llevas a variedades pupis. Mija, eso no existe, de dónde sacó ese cuento. La señora se mete la mano por el brasier, saca la tarjetica y le dice: ¿que no existe y esto qué, me hace el favor y me lleva a variedades pupis. No quiero ningún otro regalo.
El marido asustado, tembloroso salió con su esposa en el carro e insistentemente le decía: Mija vamos a Hato Viejo, al Inter, al Tambo. Nada señor, a variedades pupis, queda en el barrio Colombia vea la dirección.
El afligido marido no tuvo más alternativa que irse para variedades pupis, parqueó el carro, se bajó con su señora y al entrar al sitio le dice el portero: cómo le acabó de ir antier don José. Ese hombre se puso pálido, ingresó al antro horrorizado y la mujer estupefacta y asombrada. Guaro, marihuana, música, streeptis sobraban en el sitio.
De un momento a otro se le arrima una vieja a mi amigo, se le sienta en las piernas y empieza a acariciarlo. ¿Por qué estabas tan perdido muñeco? Y la esposa iracunda, ofendida y agresiva lo cogió de la chaqueta y arrastrado lo sacó del sitio, mientras le decía: sinvergüenza, miserable. Y el portero que observó la escena, le dijo: le salió brava la puta de hoy, don José…
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Otro personaje amigo, caliche, llegó a la casa borrachito y la mujer le pilló un papelito que decía, Yésica, y con un número telefónico escrito al lado. La señora inmediatamente le increpó diciendo: oíste caliche, quién es Yesica. Pues mija, no te conté pues que estaba en el hipódromo ayer. Yésica es la yegua a la que le aposté y ganó y el número telefónico es el del sitio donde me van a pagar el premio. La señora se tragó el cuento. Al otro día en la tarde llegó el marido del trabajo le dijo mija: qué ha pasado. Ella le contestó: nada, ahí te llamó la yegua.
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Un vecino nuestro en Santa Mónica, barrio de Medellín, era un gran guitarrista, depresivo y bohemio. Un día en medio de la crisis se tomó un frasco de veneno. Lo llevamos de urgencias a la clínica León XIII donde le salvaron la vida. Los compañeros de barra cuando salió del hospital hicimos una reunioncita social y el depresivo empezó a pedir whisky y Antonio Betancur uno de los contertulios se levanta y dice: oigan a este acostumbrado a tomar holidol y pidiendo whisky.
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Cierto día Carlos Mario Gómez, en una aguardientada que tuvimos en un barcito en el centro, me dijo: cómo le parece doctor que salí pa’ la finca con mi señora y mis hijos. Llevaba la guitarra, el ahumador, la olla pa’l sancocho, ropa de baño pa’ la piscina y un mercado el verriondo. Hombe doctor y faltando dos kilómetros pa’ llegar a la finca me tuve que devolver. ¿Qué te pasó?, le dije. Ahh, me acordé de que no tenía finca. (Antioquia).
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