10 febrero, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Política y humor: anecdotario de Gerardo Emilio Duque

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Gerardo Duque

El amigo y jefe del equipo Coraje, Fabio Valencia Cossio, al inicio de su campaña en plena juventud en un municipio del suroeste antioqueño, coincidió en la tarima con la matrona Bertha Hernández de Ospina. Aprovechando la coyuntura, alguien le dijo a la señora De Ospina Pérez que en su discurso mencionara a Fabio Valencia y anunciara sus aspiraciones políticas. Al terminar el discurso, doña Bertha dijo públicamente: ¡ahh!, no se les olvide ayudarle a este muchacho. Y dirigiéndose a Fabio, le dijo: ¿cómo es que te llamas vos muchacho?  

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A un visitador de la Contraloría de Antioquia, lo envié en mi condición de jefe a que realizara una visita fiscal a un lejano corregimiento de un municipio antioqueño. La comisión debió durar de lunes a viernes, pero el visitador no aparecía de regreso, tres días después de terminada la misma.

La esposa del funcionario desesperada, a través de la telefonía EDA, logró comunicarse con él y le dijo furiosa por qué no has venido, que te quedaste haciendo, conseguiste vieja por allá. A lo que y él le contestó: mija este pueblo se lo tomó la guerrilla desde el jueves, oiga como suena la chumbimba. Ella le dijo: dónde estás y el visitador contestó: debajo de una mesa en la Alcaldía refugiado con el personero y el juez, la vieja le respondió: no le creo absolutamente nada, páseme a un guerrillero de esos. 

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Cierto día salí con mi concuñado y gran amigo Jorge Iván García Uribe hermano, del prestigioso periodista Jairo León García, para el municipio de Guatapé y le conté el siguiente chiste: 

Iba un paseo de gaguitos en una camioneta Hilux destapada para la costa y estaban contando chistes. Como consecuencia de lo gracioso de los cuentos todos eran jajjaj jajja jajja. Se acabaron los chistes y uno de los gagos seguía jaja jaja jaja.  

Y le dice otro de ellos: de-de-de qué-qué te-te-te ríes si ya se acabaron los chistes. Y dice el gaguito: ja-ja-ja-ja Jaime se cayó en Valdivia. 

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Llegamos a Guatapé y estábamos en el parque conversando con el padre Modesto. Se arrimó un funcionario de la alcaldía de Medellín a preguntarme cosas. Entre ellas me dijo: mire doctor Gerardo, que hay de Jaime. Y voltea mi cuñado Jorge Iván y le dice: Jaime no se cayó en Valdivia, pues. 

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Estando en la Gerencia de Mi Río, una señora y un niño le pidieron cita a la bonita y leal secretaria Mónica Zapata para hablar conmigo. La secre accedió y recibí a la señora y al niño un martes por la tarde. Al ingresar la pareja a la oficina observé en ellos una siniestra mueca de orfandad y tragedia.

La señora con el niño cargado, que tenía por ahí cinco años y empezó a contarme la más trágica historia con características dantescas, mientras el niño gemía y lloraba a moco tendido en los brazos de su madre. Yo sentí que me rajaba una infinita angustia y la desesperanza invadió mi frágil anatomía. No tuve más remedio que decirle: mire señora, ahí está el baño entre, tome agüita, cálmese, serénese usted.

 Yo me quede infinitamente solo compungido de dolor, llorando mientras la señora atendía al niño. Cuando de pronto escuché que la señora le decía al niño dentro del baño: bien mijo, vamos bien, ya lo tenemos llorando. Y el niño contestó: usted me dice cuando vuelvo y lloro.