Por Claudia Posada
Es posible que todavía exista en las administraciones municipales una dependencia que se ocupe de crear e impulsar los programas de convivencia o cultura ciudadana. Seguramente la hay, aunque no son lo suficientemente visibles ante la opinión pública o en los medios de comunicación como se quisiera por sus obras. Interesante saber de la promoción de campañas masivas en las que se dieran a conocer los planes y proyectos, ejecutorias y resultados comparativos, que den cuenta de lo exitoso o no de los procesos implementados; por ejemplo, para bajarle el tono malsano a la coexistencia social que hace rato dejó de ser razonablemente flexible; o cuáles son los mecanismos concebidos para controlar (sin el uso de la violencia) las conductas irrespetuosas que son comunes en espacios públicos, vías y escenarios multitudinarios. (Sin referirnos aquí a hechos que pasan a hacer parte de la criminalidad).
Probablemente no es nada fácil la puesta en marcha de políticas públicas en consonancia con la necesaria convivencia armoniosa, particularmente en ciudades grandes; tampoco lo será en las medianas o pequeñas poblaciones, por los conflictos que aparecieron en los últimos años y que van más allá de mantener las relaciones vecinales o comunitarias, antes usuales, como un componente del buen vivir. Se impusieron poco a poco nuevas pugnas con ingredientes que dan origen a conflictos muy difíciles de controlar, máxime si se les ha dejado coger tantísima ventaja como lo estamos viendo hoy. La tolerancia se perdió hasta ver aparecer las chispas de la ira incontrolada por insignificancias que deberían ignorarse; esto, por una parte, y por otro lado juegan inmisericordes a diestra y siniestra el irrespeto a las personas, y las burlas a las normas. La cordialidad y gentileza se esfumaron. Llegó, irremediablemente, la agresividad.
No vemos campañas masivas, profusamente orquestadas, que visualicen herramientas de fortalecimiento en el plano de los valores individuales para vivir mejor en comunidad. Y mucho menos observamos que se creen mecanismos para intervenir decidida y oportunamente –sin violencia oficial- en situaciones que comprometen el buen entendimiento ciudadano, antes de que se conviertan en graves crisis de comportamiento colectivo, o en padecimientos de mucho estrés: Automóviles que atropellan vía; buses que se atraviesan sin tener en cuenta quien va correctamente por su carril, pitos que “gritan” sin dar tiempo al arranque, motociclistas que se pasan semáforos en rojo y serpentean peligrosamente generando caos con su impaciencia, prisa excesiva e irresponsabilidad; conductores que insultan y hacen señas grotescas, mientras otros se parquean en cualquier parte o hacen giros inesperados sin usar las indicaciones del caso; peatones que se cruzan por entre los carros en vez de pasar por las cebras; carretilleros en contra vía, o estacionados promocionando sus productos por medio de parlantes con alto volumen para poder competir con el bullicio desesperante de carros, motos y el de sus colegas. Tras los insultos llegan las amenazas y tras éstas la pelea callejera. Cultura Ciudadana conjuntamente con Secretaría de Movilidad, cree uno, tal vez ingenuamente, que podrían hacer maravillas si tuvieran ganas de servir.
En los barrios la indisciplina social sin control eficiente, es igualmente crítico. A los equipos de sonido les suben el volumen en la media en la que avanzan las horas; los bebedores de la esquina o a puertas abiertas cantan desgarrados a todo pulmón; el abuso de cierto poder interfiere con los derechos de los demás y afecta la tranquilidad del sueño; mientras en otros sectores la algarabía se pasa de permisible a insoportable; a los perrazos los sacan a pasear sin bozal, a sus dueños no les importa y entonces alguien que con un ladrido cercano se sintió amenazado, se desquita con el animal dándole patadas, el amo se disgusta y hay enfrentamiento que puede llegar a graves consecuencias. Cultura Ciudadana conjuntamente con Secretaría de Gobierno, tal vez, podrían hacer maravillas juntos, cree uno ingenuamente. ¿Qué pasó con la cultura ciudadana? ¿No hay forma de empezar un buen trabajo para que los ciudadanos vivamos más sosegados y los infractores de las normas y buenas maneras reciban los debidos llamados de atención en una primera instancia, pero si reinciden paguen las multas que duelen en el bolsillo? Crear Acuerdos municipales y Ordenanzas departamentales en el marco de la convivencia urbana, son competencia de los corporados (concejales y diputados) elegidos por los ciudadanos. ¿Cuándo van a dejar de pelear entre ellos, lo mismo que discrepar con ordinariez e irrespeto, dando tal mal ejemplo? Va siendo hora de que por fin den comienzo al trabajo en cumplimiento de los mandatos que juraron cumplir.


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