Por Elizabeth Mora-Mass (Foto).
El senador Bernie Moreno, republicano de Ohio, nacido en Bogotá ha presentado un proyecto de ley en el Congreso de Estados Unidos que obligaría a todos los ciudadanos que tengamos doble nacionalidad–tal como es el caso de los colombianos–a renunciar a la nacionalidad de otro país, si están interesados en seguir siendo ciudadanos estadounidenses.
Al mismo tiempo que el proyecto de ley requeriría que todos aquellos con doble nacionalidad renuncien a su nacionalidad extranjera, o se arriesguen a perder su status estadounidense, también origina cuestiones constitucionales, tensiones políticas para la administración Trump, la cual necesita una aprobación del 60% del Congreso para conseguir dicho objetivo y un desafío en la vida práctica de millones de estadounidenses que desean mantener los lazos familiares y de cercanía con los países de sus ancestros.
Trump no tiene que ir muy lejos para observar todo lo anterior. La primera dama Milenia Trump y su hijo Barron tienen nacionalidad eslovaca, al igual que los padres de la señora Trump, quienes se hicieron ciudadanos estadounidenses hace poco.
En el caso de los colombianos, yo me pregunto si es posible que renunciemos a la nacionalidad colombiana.
Y lo hago no por necedad, sino cómo una pregunta legítima.
Recuerdo la lucha que los colombianos tuvimos que hacer por la doble nacionalidad. Fue un comité inolvidable por la composición de quienes hacían parte de él.
De dicho comité hicieron parte los cónsules Fernando Panesso, Luis Toro (fallecido) los líderes Saramaría Archila, Efraín Hernández–ya fallecidos–Alvaro Hugo Mejía, Berta Rosales, Humberto Suarezmotta, Jaime Molina, Jesús Ramírez (fallecido), Liliana Estrella, Bernando Jaramillo, Fernando Salamanca, por Nueva York; Jesús Galvis, George Castro II, Germaine Ortiz, Ileana Montes, Jorge Meneses, Yolanda Naranjo por Nueva Jersey y muchos otros que se me pasan por alto.
Panesso, Archila y Mejía fueron el alma del comité. Los tres lidiaban día a día con los egos, las envidias y el sabotaje que hacían algunos colombianos desde periódicos locales, incluyendo a dos reporteros colombianos a quienes los mencionados líderes locales que no hacían del Comité Pro Doble Nacionalidad les pagaban para que publicaran pestes del proyecto, en especial de los miembros del M19 que hacían parte del mismo.
Fue una lucha ardua. Los políticos colombianos no nos querían parar bolas hasta que Ernesto Samper–por eso fue el homenaje que le hicieron cuando llegó sin visa a la Asamblea de la ONU– Antonio Navarro Wolf, y los ya fallecidos Alvaro Gómez Hurtado y Piedad Córdoba, enarbolaron la bandera de la doble nacionalidad.
Las reuniones se hacían en el Centro Cívico Colombiano–donde hubo que guerrear con el entonces presidente de la mencionada entidad, para que nos permitiera reunirnos y, luego hubo que enviarlo como delegado a Bogotá para que presentara el Proyecto de Doble Nacionalidad y no presentara otro mamarracho que el grupito de envidiosos había escrito por su cuenta.
En el proyecto de Nueva York, escribimos una cláusula–idea de Ernesto Samper– que decía que “La nacionalidad colombiana es irrenunciable”.
Tengo entendido que así quedó en la ley que aprobó la doble nacionalidad, pero no sé si hubo cambios de redacción.
Por lo anterior, me parece que los colombianos, al igual que los argentinos y los dominicanos tenemos esa cuestión legal. No sé.
Como nota final confieso que hice parte del comité de la doble nacionalidad, motivo por el cual me llovieron las críticas. Asumí y continúo asumiendo mi responsabilidad.


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