29 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Petro: inestable profesor presidente

Ricardo Correa


Por Ricardo Correa Robledo

No es posible que la opinión y los ciudadanos no presten atención diaria a lo que hace el presidente Petro. No hay un solo día en que no se produzca un sobresalto por cuenta de sus anuncios e intervenciones, tanto en temas domésticos como en la escena internacional. Como una conclusión de estos nueve meses de gobierno se podría decir que el Presidente hace unos diagnósticos sobre el país que son un amasijo de verdades y falsedades, y a partir de esto propone tratamientos y soluciones que pueden crear más problemas que alivio. Por eso es tan importante, por eso empieza a ser tangible algo que muchas veces no pasa de ser premisas académicas: las instituciones, la separación de poderes y el pluralismo político.

Al ser Colombia un estado presidencialista por su arquitectura constitucional, es apenas obvio que la mayor tajada de poder público la concentra quien ejerce la Presidencia, así ha sido siempre. Es un poder importante concentrado en una persona. Es la manera como definimos, por constitución, la operación del Estado. Y así es para lo bueno y lo malo. Así funcionan muchos países, el más notorio es Estados Unidos. Entonces, la persona del Presidente toma una relevancia mayúscula ¿Se nos olvida el gobierno de Uribe? Y ahora es el turno de Petro, por una simple razón, él y su agrupación política ganaron las elecciones, y así funciona la democracia. Pero ojo, la democracia es mucho más que ganar elecciones, es toda esa red de filigrana que llamamos instituciones y que busca, lográndolo unas veces y otras no, que no haya desbordes de poderes de los funcionarios públicos, especialmente los más altos.

Hasta ahora, esa institucionalidad ha funcionado muy bien en el inicio del gobierno Petro, y por el bien del país ojalá siga gozando de buena salud hasta el 7 de agosto de 2026. Esto no quiere decir que las cosas sean fáciles y no haya problemas. Los ha habido y los habrá hasta 2026. La idea básica de esta columna es afirmar que todo el período del presidente Petro será movido, con turbulencia, tal vez con legados problemáticos para el gobierno que lo reemplace, pero la institucionalidad logrará que no haya desbordes tipo avalancha que arrasen con todo, como en la vecina Venezuela.

Al ser Petro el presidente, su persona, lo que él es, entra a jugar un papel preponderante en toda la sociedad, y así ha sido siempre ¿recordamos a Uribe? Entonces, el problema es Petro. El presidente es alguien con una personalidad en la que sin duda los psiquiatras podrán encontrar rasgos patológicos que lo afectan para una buena conducción del Estado y la sociedad. ¿Sus compañeros de causa política podrán ver esto? Petro es megalómano y narciso, tiene una desproporcionada imagen de sí mismo y al estar volcado a lo externo, olvida e ignora que por su cargo debe estar en permanente revisión de sí mismo, pues lo que él es, como él sea, afecta a cincuenta millones de personas.

Petro cree ser el profesor que tiene la claridad suficiente para indicarle a todas las audiencias cómo son las cosas, cómo funciona el mundo y cuáles son los caminos que nos van a salvar de la catástrofe. 

Va a la Universidad de Stanford en San Francisco- EEUU y en una extensísima conferencia diserta sobre temas ambientales, y lo que cree que es la profundidad máxima en estas materias, no deja de ser un discurso superficial y de lugares comunes de la mano de temerarias hipótesis.

En España da cátedra sobre el feudalismo europeo como si fuera el más ilustrado académico en la materia, para rematar con un gazapo monumental respecto a la división de poderes en Colombia. Desde su atril y con su lápiz entre los dedos Petro va dando cátedra por todo el país…y por todo el mundo, porque él tiene el diagnóstico para todo y la receta adecuada.

Entonces, ahí es donde debe entrar a funcionar la institucionalidad, para evitar que los malos diagnósticos y las aún peores recetas maten al paciente.