Por Jairo León García U.
Hay momentos en la vida que no se puede ser neutral.
El caso de Venezuela es uno de ellos. O usted está de acuerdo con Maduro y la manera como dice que ganó las elecciones o está en desacuerdo. No hay un lugar neutral ni hay un no se sabe no responde que valga.
Petro amparado por Lula comenzó pidiéndole a Maduro transparencia y una auditoría. Ahora Petro solo le pide que por lo menos haga públicas las actas, pero nada de eso ha conseguido. Lula se apartó definitivamente y desaprobó el manejo de Maduro, pero, nuestro presidente, que había guardado un silencio sepulcral, le tocó con los dientes apretados decir que si no hay publicación de las actas entonces no va a reconocer el resultado.
Pero todos sabemos que eso ya no importa. Las actas hoy no valen un centavo. Muy bien lo dijo el presidente de Uruguay, Luis Lacalle: “ya no es problema de actas, es de legitimidad”. La oposición publicó el 80% de las actas una hora después de que el CNE diera el resultado que tenía 48 horas para publicarlas, cosa que nunca pasó.
Para Diosdado, Maduro, Padrino, los hermanos Rodríguez y cuatro gatos más, se está con ellos o se está contra ellos y Petro, aunque de corazón e ideológicamente esté con Maduro, no ha tenido la valentía de decirlo públicamente y eso lo tiene en la cuerda floja con el régimen chavista.
Maduro en su desespero quiere que Petro le sirva de muleta y ha tratado de presionarlo. Primero se autonombró adalid del proceso de paz de Petro e insistió en que quiere hacer mucho más por nuestro bienestar, habrá que creerle. Luego su principal lugarteniente, Diosdado Cabello, ahora ministro de gobierno, salió diciéndole a Petro que no tiene nada que enseñarle sobre elecciones al mejor sistema electoral de mundo.
Maduro está en la inmunda y todo indica que se cae. La recompensa por su cabeza lo tienen sin dormir y desconfiando hasta de la sombra. Cien millones de dólares por su cabeza puede llevar a que los propios delincuentes que lo están cuidando cambien de parecer y ellos mismos lo entreguen
Petro, por su parte, sólo está dando largas para darle la espalda a su amigo y ser espectador de primera fila a lo que es inevitable: el fin de Maduro y el final del chavismo.
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