19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

“Petro es un leninista desvergonzado”: Gustavo Álvarez Gardeazábal

@eljodario 

Diario Criterio, actualidad, cultural, literaria 

Con motivo de su libro más reciente, ‘Crónicas de Gardeazábal’, la periodista Clara María Mejía Zea conversó con él y el escritor no dejó títere con cabeza. 

Alianza especial de Diario Criterio con Clara María Mejía Zea. 

En su libro de crónicas que acaba de publicar, el escritor de Cóndores no entierran todos los días y El divino no deja títere sin cabeza.  

A Gustavo Petro lo tilda de “leninista desvergonzado” y critica duramente a Duque. Por su afilada pluma, Gustavo Álvarez Gardeazábal ha estado a punto de morir varias veces, pero no le tiene miedo a la muerte. Es más, ya tiene lista su tumba en el Cementerio San Pedro de Medellín, donde lo enterrarán de pie, porque no está dispuesto a agachar la cabeza. 

Desde su finca en Tuluá, donde vive con Alfredo Saldarriaga, su pareja, y unos cuantos gansos, cacatúas, chihuahuas y vacas, habló de lo divino y lo humano. 

Clara María Mejía Zea: ¿Háblenos de su nuevo libro Crónicas de Gardeazábal? 

Gustavo Álvarez Gardeazábal: Esas crónicas las empecé a hacer bajo el título Crónicas del Enchuspado, cuando nos enchusparon a todos por cuenta del Covid. Me pareció que era una oportunidad para tener un contacto permanente con quienes no iba a ver. No sabía por cuánto tiempo; fueron casi tres años. Cuando terminó el enchuspamiento, por decreto, las convertí en Crónicas de Gardeazábal, pero con la misma asiduidad, con el mismo brío y con la misma temática. 

Quienes las publicaron han recogido unas 50, creo, no las he contado bien. Le pusieron un prólogo de Mauricio Ríos bastante acertado, uno ceremonial de Leonardo Medina y me tomaron por sorpresa porque el epílogo se lo pidieron al reportero estrella del Universal de Cartagena, Gustavo Tatis Guerra, que se jaló un epílogo brevísimo, pero muy contundente. 

Esa es la razón por la cual se editó este libro. Por razones de enfrentamiento político, que creo todos entienden, aunque eso lo hizo el subsecretario de Cultura de Cali con mucho entusiasmo, pues no encontró el apoyo ni quiso torear el avispero, dada mi oposición radical frente a Jorge Iván Ospina, alcalde de Cali. La Gobernación del Valle le dio el apoyo a través de la Secretaría de Cultura. 

Esa es la historia secreta de un libro que sin duda marcará historia, porque en el oficio de columnista diario pocos hemos tenido tanto éxito en las distintas vertientes comunicadoras. 

C.M.M.Z: ¿Cómo hace uno para que lo echen de casi todos los medios de comunicación del país y lo sigan leyendo? ¿Cuál es la fórmula? 

GAG: Pues he sido constante en la actitud, actitud en la medida en que el mundo se ha modernizado. Estaba haciendo una nota para el 31 de octubre, que cumplo 77 años, mostrando por dónde he pasado. Yo fui a la odontología donde la fresa era con pedal, era lentísima; ahora va uno a odontología donde le hacen un scanner y no tiene necesidad de hacer ningún truco, todo se lo van haciendo en un computador. Entonces, cuando un avanza desde ese extremo hasta el otro, es obviamente indudable que tiene que haberse adaptado o se lo lleva la corriente o queda traumatizado como muchos de mis congéneres. Ya no somos muchos los que tenemos más de 77 años, pero sí son muchos de los que han quedado que no han sido capaces de meter el dedo pulgar o reemplazarlo por el índice con el que trabajo. 

C.M.M.Z: El periodismo que funciona ahora es el del like, el del tweet o el reel, con noticias cortas. ¿Cómo un hombre a punto de cumplir los 77 años se adapta a ese cambio y se comunica con un público joven?     

GAG: No sé si tenga público joven. El público joven tiene unas tendencias muy marcadas. Así como les gustaban únicamente las novelas de vampiros y cosas por el estilo, ahora les gustan mucho los cómics, como los que está haciendo Mario Mendoza, que me parece absolutamente admirable que el tipo consiga tanta causa juvenil en un momento en que los jóvenes quieren es la fugacidad de la pantallita. 

Pero, para poder realizar una cosa de estas, se necesita disciplina y yo, afortunadamente, la recibí de mis maestras, las madres Franciscanas de María Inmaculada, en el desaparecido colegio Sagrado Corazón de Tuluá, y quedé marcado para siempre. Se necesita disciplina para poder investigar, para poder conocer, para poder leer, para poder oír y para poder preguntar. Se necesita disciplina para poder sentarse a redactar, se necesita disciplina para poder tener suficiente capacidad crítica e ir corrigiendo lo que uno escribió velozmente. Se necesita disciplina para levantarse a las 5:30 de la mañana a acomodar en la pantalla, a grabar en el speaker, a pasar por los correos, a pasar por las redes, a poder enviarle a todos los periódicos y emisoras que se han inscrito para recibirlo. Y se necesita disciplina para resistir el garrote, porque, ah, garrote que me dan por cualquier cosa que digo. 

Hace un rato estaba leyendo los garrotazos que me daban de Rionegro, Antioquia, porque me atreví a vaciarlos por la forma en que se niegan a entregarle al Pueblo de La Concha, donde nació José María Córdova, la corona de oro que recibió cuando terminó la Batalla de Ayacucho. Él dijo, “la dejo para el pueblo en el que nací”. Rionegro se adueñó de la corona y la tiene guardada en un museo. Me parece que eso es una canallada. 

C.M.M.Z: ¿Ese garrote le afecta a Gustavo Álvarez Gardeazábal? 

GAG: Llevo tantos años. El caparazón de tortuga que tengo creo que no la tiene casi nadie, porque he sido atrevido en mis opiniones. Además, porque soy capaz de argumentarlas y porque no uso el insulto como herramienta ni tampoco me voy en el plan de ese periodismo militante investigativo de andar buscando con una lupa cuántos rollos de papel higiénico tienen. Yo no estoy en ese plan, lo respeto muchísimo, me parece muy arriesgado. Creo que mi opinión es mucho más amable y la gozo y espero que mis lectores la gocen. Una de las razones de la literatura para tener pocos clientes es que no la escriben para que la gente goce. 

C.M.M.Z: Pero no es muy amable decirle al presidente Gustavo Petro “leninista desvergonzado” ni las férreas críticas que le hizo al gobierno de Duque… 

GAG: Eso no es un insulto, porque Petro es leninista. Además, una persona que es capaz de hacer subir el dólar a los niveles en los que está por la terquedad de decir que no abre un solo pozo de petróleo ni de gas más, porque esa es la verdadera razón por la que el precio se trepó y creó el pánico, eso es ser un desvergonzado, eso no es normal. 

C.M.M.Z: Las mamás y las abuelas decían que los trapos sucios se lavan en casa, pero usted se ha encargado de sacarlos y colgar los trapitos al sol. Eso le ha traído problemas en la vida. 

GAG: Sí, claro. Por eso vivo en una finca, lejos de la civilización. Me han echado de donde escribo, de donde he trabajado. Me han abierto hueco en la universidad, aunque ahora me doy un lujo que nos damos muy poquitos colombianos: yo recogí en este año mi tercer doctorado honoris causa. Antes normalmente me decían tetrahijueputa; ahora me tienen que decir tetradoctor, con mucho respeto. 

C.M.M.Z: ¿Qué tiene en su finca en Tuluá? 

GAG: Gansos y gastos. Gansos, patos, cacatúas, matas, orquídeas y un jardín muy lleno. Tengo seis vacas y unos senderos por los cuales camino diariamente a mañana y tarde. Eso me ha permitido llegar a los 77 años, ya un poco sordo y cojo, pero sin perder el juicio y cada vez con más ganas de seguir jodiendo. 

C.M.M.Z: ¿Ya es más amigo de los animales que de los humanos? 

GAG: Bueno, tengo más trato con ellos porque no salgo ya ni a Tuluá. 

C.M.M.Z: ¿Tiene más enemigos que amigos? 

GAG: Con los amigos que he tenido he podido sobrevivir. Me han acompañado en las buenas y en las malas. Enemigos nunca los he contado, como no cuento cuántos gansos ni cuántos libros tengo. Hay cosas que no se cuentan en la vida. Pero hay que decir que ahí están. 

C.M.M.Z: Decía que lo han echado de todas partes, pero que lo echen a uno del Cementerio Libre de Circasia sin haberse muerto ya es el colmo. 

GAG: Me echaron también, es que no es una exageración, está comprobado. Pero eso me sirvió para que, desde el Cementerio Museo de San Pedro, en Medellín, que era un cementerio católico, muy famoso, donde solo enterraban a los ricos, me dijeran que ellos me recibían. Les dije: “Sí. Pero tengo una condición: me tienen que enterrar parado”. Y me dijeron: “lo hacemos”. 

C.M.M.Z: ¿Y por qué quiere que lo entierren de pie? 

GAG: Para no doblar la cabeza, ni siquiera de muerto. 

C.M.M.Z: ¿Cómo será su epitafio? 

GAG: El epitafio es simple: cóndores no entierran todos los días. 

C.M.M.Z: ¿Cómo está su salud? 

GAG: Regular. Tengo una hiperacusia en el oído derecho que me afecta muchísimo y me genera mucho problema hablar en público. Eso me lo causó el zica hace más de nueve años. Me afectó eso y el saco ilíaco, y me lo reverdeció el Covid, que después de tres vacunas me dio de todas maneras y me puso bastante mal. Como no me dejé llevar a la clínica me afectó y me renovó la hiperacusia y ya llevo cinco o seis meses y no he podido salir de ella. Tengo problemas cardíacos; no puedo subir a Bogotá hace más de 20 años. Tengo que manejarme con dietas, por problemas estomacales. Yo tomaba bastante champaña y ahora me toca tomar tragos destilados, ginebra o whisky, porque a mí me acostumbró mi padre a tomar un trago siempre antes de la comida. 

C.M.M.Z: Bajó de estatus: de champaña a ginebra. 

GAG: Qué vamos a hacer… Creo que la situación económica también ha bajado de estatus porque ya los libros no se venden. 

C.M.M.Z: Usted no salió del clóset, siempre dijo públicamente que era gay. Pero ¿sus detractores han usado eso para atacarlo? 

GAG: Hoy me refiero precisamente en un artículo al aeropuerto de Pereira y en Pereira dijeron que eso era una maricada mía. Siempre lo sacan por delante. Parece que lo que más les duele es hacer el sexo anal. Es posible que sí, pero eso no significa que yo no goce ni que me nieguen a mí el gozo que yo haya tenido. 

C.M.M.Z: Se ha casado tres veces con Alfredo… 

GAG: He vivido con dos hombres a lo largo de mi vida. Con uno, 25 años; y con el otro, ya pasamos de los 25. Con esta última pareja… nos tuvimos que casar para podernos volver legales tres veces. La primera, cuando dijeron que se podía realizar un contrato matrimonial civil ante notario. Después llegó mi amigo, el Procurador Ordóñez, con quien he conservado una amistad y nos ha visitado varias veces, y resolvió que era necesario solemnizar ese contrato para poder que tuviera carácter, entonces volvimos donde el notario del Roldanillo y nos casamos por segunda vez. Y cuando ya había pasado eso, llegó que aprobaron el matrimonio de parejas del mismo sexo, entonces volvimos donde el notario y volvimos y nos casamos. 

C.M.M.Z: ¿Falta la cuarta? 

GAG: No. No creo que vayan a inventarse otra fórmula. 

C.M.M.Z: Gustavo Álvarez Gardeazábal siempre ha sido buen anfitrión. Los almuerzos en su casa, donde el plato principal es el sancocho, y a los que asisten políticos, empresarios, periodistas y militares, son famosos. 

GAG: Todavía hago algunos almuerzos, pero ahora, cuando me vienen a consultar, les pongo cita a la hora del café, porque ya ni el presupuesto ni el pereque me alcanza para atender a tantos. 

C.M.M.Z: ¿Qué chivas han salido de esos almuerzos y cómo son? 

GAG: Común y corriente. Lo que pasa es que se aumentan por temporadas cuando llegan los ahorcados, los empresarios dando tumbos. Por estos días he estado muy lleno porque la intranquilidad se ha apoderado del país. Yo soy optimista y aspiro que el señor Petro rectifique. Aspiro que la señora ojona que ejerce de ministra de Minas, pues no nos embuta en la forma en que nos está embutiendo los criterios en los cuales ella cree como secta, pero que nosotros los humanos no podemos aceptar como realistas. 

Espero que rectifiquen. Que la reforma tributaria no sea tan absurda porque la cifra que nos dio a conocer Camilo Herrera, de Raddar, es abrumadora. Ya vamos a pagar más de 220 billones a la Dian los colombianos este año, es decir, hemos superado todas nuestras marcas. Pero no les basta con esos 220 billones y claro que no les basta porque ya los partidos políticos se acabaron; son unas cooperativas de contratistas y ellos van allá por lo que les dan de partidas parlamentarias para poder repartir en todas partes. 

C.M.M.Z: Cóndores no entierran todos los días es un ícono de la literatura colombiana. Ahora pretendemos cambiar el cóndor por un papagayo. 

GAG: El papagayo tocaba violín debe ser la última novela que publique, por eso la he demorado. Eso tendrá un límite. Ya voy a llegar a los 80 años… es posible que cuando cumpla 80 la publique. Efectivamente, me pareció que si yo me hice campo con cóndores puedo abrir mi tumba con un papagayo. De tanto corregirla hasta me va a quedar bien escrita.  

La vanidad de Gustavo Álvarez Gardeazábal 

C.M.M.Z: Leí en una entrevista que usted decía que los escritores tienen que tener vanidad. ¿Es una de sus cualidades? 

GAG: No, de las cualidades no, de las exigencias que debe tener todo escritor. Sin vanidad no se puede. El problema fue que la vanidad fue atacada fundamentalmente por las religiones monoteístas porque la vanidad podía hacer sentir dios a cualquiera de los humanos inferiores y, como tal, se fue dejando como un defecto y resulta que es una cualidad. Hay quienes lo creemos así. 

C.M.M.Z: ¿De qué se trata la novela El papagayo tocaba violín? 

GAG: Es la historia de cómo dos troncos familiares, el paisa y el valluno, abren cada uno la historia en el Cañón del Porce en Antioquia, en la zona de Carolina, Guadalupe, Amalfi, Anorí y Gómez Plata y cómo se abren campo en Tuluá los padres de mi abuelo, el librero. Son dos historias paralelas que finalmente terminan juntándose y he aquí su producto. 

C.M.M.Z: ¿Cuál es la propuesta más indecente que le han hecho? 

GAG: Robar. Aquí todo el mundo quiere que uno robe para poder favorecerse, por eso este país está tan jodido. Este país está fundamentado sobre dos errores graves: la envidia y la venganza. Y eso embadurna todo de la posibilidad de ser deshonesto. Si hay necesidad de correr el cerco de la finca para quedarse con más territorio, se corre; si hay que cobrar una comisión por una firma, se cobra; y si el poder se vuelve una forma ordeñable para la sociedad, se ordeña la vaca. 

No es que nosotros seamos lo primeros ni los últimos que hayan mantenido la corrupción como la nata en la cual flota. La corrupción se ha mantenido a lo largo de toda la historia de la humanidad porque es el ejercicio indebido del poder que se llega a tener en algún determinado momento. Es el poder de una firma el mayor nivel de corrupción que hay en Colombia. 

C.M.M.Z: ¿Por eso terminó en la cárcel? 

GAG: Porque siempre dije no se puede gobernar sin robar entonces tenían que inventarse una fórmula para poderme joder, porque estaba cogiendo mucha fuerza. Y, efectivamente, yo creo que, de acuerdo con la manera como el país se ha manejado, tenían toda la razón en atajarme. Antes no me mataron, que es lo normal que se hace en Colombia y, en Tuluá, sí que más. 

C.M.M.Z: ¿Le da miedo de que lo maten? 

GAG: No, pero sí me han tocado situaciones muy molestas, donde he estado cerquita de la muerte. Acuérdese de que a mí me asaltaron cuando estaba transmitiendo La Luciérnaga. Me pusieron una pistola plateada en la cara y a la viejita que me cuidaba la casa la tiraron en el suelo y le amarraron las manos mientras ellos me desocupaban todas las memorias del computador. Después de eso tuvimos muchos inconvenientes que nunca se hicieron públicos. Hasta una granada me tiraron y, gracias a los escoltas policiales que tenía en ese momento, pudimos esquivarla. Le dispararon al carro blindado otras dos veces. Hay muchas cosas que habría que contar pero que es mejor dejar quietas. 

C.M.M.Z: Hace poco entrevisté a Pirry y él me decía que no tendría una cita con la política porque la política es como una gran piscina de mierda y todo el que se mete termina untado. ¿Piensa lo mismo? 

GAG: Yo creo algo peor. La política es una tentación que la única forma de matar es cayendo en ella. 

C.M.M.Z: ¿Volvería a la política alguna vez? 

GAG: No, ya lo he dicho una y otra vez. Imposible que mi torpeza llegara a esos extremos. 

C.M.M.Z: ¿Y volvería a hacer periodismo en un medio tradicional? 

GAG: De pronto. Nadie me lo ha ofrecido. Si me ofrecen, que lo creo muy difícil, lo consideraré. Pero no creo que mis opiniones puedan someterse a un dueño de un periódico. 

C.M.M.Z: ¿Cuáles son sus escritores favoritos? 

GAG: No tengo muchos, pero nunca dejo de leer a Vargas Llosa cada vez que saca algo. Lo tuve aquí dos veces invitado por mí y me parece que es un profesional y lo sabe hacer. También me gusta Pérez Reverte, me parece que lo hace bien, aunque hay algunas que se las pica de mucho y es un poco desagradable. 

C.M.M.Z: Va a donar su biblioteca 

GAG: Sí. Ya está empacada más de la mitad y aspiro a que me ayuden a conseguir a quien empaque lo que queda, porque es un trabajo arduo. Ha sido donada a la Universidad Central del Valle, en Tuluá. 

C.M.M.Z: ¿Lleva la cuenta de los libros que tiene? 

GAG: No. En este momento hay como 8.000 y pico de libros catalogados. No sé cuántos más hay.