23 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Pandemia

Por Catalina López 

Algunos no quieren oír nada del tema, otros miran de lado la información porque sienten que no les tocará, muchos apenas están realizando la gravedad de la situación y otros queremos saber todos los datos, las circunstancias, la evolución, los esfuerzos, las estrategias y los números del coronavirus.

Detrás de cada uno de nosotros hay miedo, pero como el miedo es un sentimiento que hay que esconder, porque no es de valientes eso de temblar y asustarse, las personas prefieren seguir sus vidas como hace apenas una semana. Una semana! Una semana que, todo parece indicar, cambió y cambiará nuestra forma de vivir de formas que hoy ni nos caben en la cabeza.

Que si la tierra necesitaba un descanso, que si la humanidad llevaba demasiada prisa, que si somos unos egoístas y necesitábamos una lección… para mí eso carece de importancia porque no creo que la naturaleza tenga,  como ente,  una consciencia que le permita planear una estrategia para deshacerse de nosotros. No hay premeditación en lo que está pasando. Es un hecho que obedeció a un proceso físico. Sin intencionalidad. Aceptemos eso y no busquemos motivaciones metafísicas en un hecho objetivo. Porque cuando hacemos ese proceso intelectual nos metemos con las creencias y justo en ese momento es cuando nos dividimos, disentimos y actuamos sin racionalidad cada cual buscando complacer, conocer o aplacar esa creencia.

No creo que esto pasó porque la humanidad necesite parar y recapacitar y que haya una especie de ser superior que nos está mandando estas pruebas para que fallemos o las pasemos con una nota mediocre y un suspenso en el aire. La forma de vida que llevamos no es la causa del coronavirus.

La forma de vida que llevamos es la causa de otros procesos físicos como cambio climático, desaparición de especies, contaminación, etc.

Pero no creo que sea la causante de este virus.

Pienso que este virus encontró un huésped ideal, mejor que el anterior donde se venía desarrollando y que en esas condiciones objetivas, se seguirá reproduciendo hasta colonizar el nuevo ambiente o desaparecer en el intento.

Es la actuación de cada uno de nosotros la que hará que una u otra posibilidad se haga realidad. Somos  las abejas obreras de una colmena que resultó afectada por un individuo que está contagiando toda el habitat.  Mirar para otro lado no hará que la amenaza desaparezca.

Continuar con el mismo estilo de vida que llevábamos no hará desaparecer la amenaza.

Mantenerse alejado de la información veraz y confiable, es una irresponsabilidad que nos afecta a todos.

Quizás no sobreviva el más fuerte, ni el más joven, ni el más capaz. Hemos evolucionado hasta para vencer ese viejo postulado científico. Todo cambia. Y el que mejor se adapte a los cambios, no por sus posibilidades físicas, sino por el nuevo igualador social, la información, es quien sobreviva.

La información, el análisis crítico, la  capacidad de filtración, el conocimiento de lo que está sucediendo en otras ciudades, analizar los errores que cometieron quienes ya pasaron por esta situación y sobre todo los aciertos que minimizaron las consecuencias, es vital para que la pandemia no afecte nuestros seres queridos. Mientras mejor estemos preparados para los efectos negativos, menos efectos negativos tendremos que afrontar.

En este caso la inacción produce fatalidades. Y cada vez mas cercanas.

Ni prudencia. Ni calma. Ni incredulidad. Ni meditación. Ni rezos. Ni cadenas. Ni inacción. Cada uno debe prepararse para afrontar la llegada de un huésped indeseado, invisible, incoloro, insaboro, un huésped que no ha sido invitado, un huésped que vino para quedarse y alterar nuestra forma de vida.

Contra esa invasión no cabe la inacción, contra esa invasión INFORMACIÓN Y ACTUACIÓN.