Por Carlos Mario Restrepo Tamayo
Desde el desayuno se ve cómo será la comida, es lo que dice el sabio refranero popular.
El doctor Abelardo de la Espriella, abogado penalista desconocido en el escenario político,
inició recientemente su vertiginoso crecimiento de imagen como un destacado hombre de la política en las redes sociales con un discurso radical de extrema derecha en el cual declaraba la guerra a muerte a la izquierda en todas sus facetas, contra todos los grupos de narcoguerrilla y diferentes bandas criminales de narcotraficantes, al punto incluso que muchos se aventuraron a presagiar su triunfo indiscutible y arrollador en las próxima contienda electoral, convirtiéndose con absoluta seguridad en el próximo presidente de la Republica.
Abelardo de la Espriella ahora candidato a la Presidencia, ha sido muy criticado y cuestionado no tanto por sus relaciones profesionales con delincuentes en el ejercicio del derecho, con personajes como Saab, testaferro del narco dictador Nicolás Maduro y con el estafador David Murcia de la tristemente célebre pirámide DMG, sino por sus comprobadas relaciones personales y de amistad las cuales sobrepasaron el ámbito meramente profesional.
Abelardo de la Espriella ha utilizado muy hábilmente la imagen y el pensamiento político del doctor Alvaro Uribe Vélez, ha maquinado con sus discursos a la opinión pública como el autoproclamarse como el candidato de sus afectos y haciendo un buen manejo de redes ha logrado cautivar ubicándose con el mayor favoritismo entre los candidatos de la derecha. Pero dicho de paso lejos de los altos porcentajes que esperaba obtener según las últimas encuestas, las cuales además lo ponen en una crítica situación de perdedor en la segunda vuelta con todos sus posibles contendores.
Su incidencia directa en la implosión que se produjo esta semana en el partido del CD que terminó con la expulsión del doctor Miguel Uribe Londoño y su decisión de distanciarse abiertamente de la gran consulta entre los diferentes candidatos, fórmula salvadora para derrotar a los candidatos de la izquierda corrupta, propuesta por su supuesto líder hasta ahora Alvaro Uribe Vélez como lo había venido pregonando, muestra a las claras una nueva cara dejándolo al descubierto como otro gran ingrato, engrosando el club de los traidores al mejor estilo de Juan Manuel Santos y de Iván Duque los cuales fueron uribistas hasta que ganaron las elecciones y se posesionaron como presidentes de la Republica.
En días recientes en una entrevista periodística, el doctor Abelardo de la Espriella mesurando su lenguaje pendenciero y utilizando el viejo truco de la transacción con criminales, ofreció a las bandas del narcotráfico legalizarles sus patrimonios, rebajarles las penas a cambio de la entrega al Estado de gran parte de sus riquezas. En otras palabras, el doctor Abelardo de la Espriella está empezando a pescar votos con atarraya y ya parece que todo le sirve, en un mundo que no le resulta ajeno ni desconocido como buen abogado penalista sin límites de ética profesional. Otro Pacto de La Picota, o proceso de paz desde la extrema derecha
Es hora de que los colombianos despertemos de ese sueño de Hadas, construido a punto de promesas, con un líder de barro o un CANTAMAÑANA como dicen los españoles, para entregarle a un neófito el manejo del estado en el peor momento en la historia de la República.


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