
Por Claudia Posada
Como suele suceder con la desinformación que en Colombia surge por obra y gracia de medios que de una vez juzgan y señalan, dado que no son amigos de hacer seguimiento para una permanente y oportuna información, completa y debidamente contrastada con distintas fuentes, los titulares y abrebocas de espacios noticiosos nos sorprendieron con la noticia de cómo el país habría perdido la oportunidad (muy buena para muchos, no tan buena para otro tanto) de ser sede de los Juegos Panamericanos 2027 a celebrarse en Barranquilla. Y arrancó entonces el suculento escándalo que ha sido la delicia para los que se fascinan con pedir renuncias y poner quejas denunciando ente todo tipo de instancias. Esta vez le tocó el turno a la ministra del deporte Astrid Rodríguez, y hasta al propio presidente Petro, otra vez.
Sin el mínimo seguimiento a lo relacionado con el compromiso que se oficializó desde la clausura de los Panamericanos 2023 en Chile, campantes y orondos dieron por hecho quien era el culpable del fracaso nacional: “La ministra Astrid Rodríguez debe renunciar inmediatamente.” ¡Ella es!; mejor dicho, que no le den tiempo ni de dar su versión. En este asunto habría sido bueno antes de señalar, oír las distintas explicaciones, algunas fraccionadas vinieron después, algunas muy acomodadas. Del tema deben tener conocimiento parcial los distintos involucrados por una u otra razón, desde el momento mismo en el que se designó a Barranquilla. Pero lo importante para muchos -sin información precisa- era poner a trinar a todos los colombiano a ver sí las fuerzas en conflicto ideológico seguían polarizando al país. ¡Al que más gritara! En todo caso tratar de aclarar los puntos que aceleraron la decisión -de la que tampoco hay unos porqués coincidentes- por parte de Panam Sports, responsable desde 1948 de la Organización Deportiva Panamericana, tampoco hay claridades pues el seguimiento juicioso que se espera de las dependencias pertinentes en éste y el anterior gobierno, parece que no lo hubo como tampoco en las comisiones legislativas correspondientes.
Se aseguran falacias (desde todos los frentes) en torno al escándalo, tal cual como para aprovecharse políticamente de él; los enredos se magnifican para distraer de lo esencial; por otra parte, se dice, que el expresidente Duque habló de dejar asegurado la financiación para el certamen, pero por igual se afirma que en el presupuesto presentado al Congreso en el 2022 para el 2023 no figura. Y lo cierto es que pocón leen con estricta responsabilidad los congresistas nuestros, y mucho menos les hacen seguimiento a los asuntos de sus competencias. Se presume entonces que, al no estar esa plata en el presupuesto a ejecutar el año pasado, no era posible cumplir con los pagos de los compromisos hasta comienzos de este 2024 con recursos nuevos apropiados. Se ha dicho que la ministra Rodríguez buscó la forma de que la plata comprometida para pagar a finales del 2023 (30 de diciembre) Panam Sports la recibiera a comienzos de este año, pero tal prorroga no se logró; y obviamente saltarse los requisitos, exigiéndole a Hacienda lo que no es legal administrativamente, sí que les acarrearía problemas de suma gravedad.
En la organización de Colombia para los juegos hay una fuente importante, Ciro Solano Hurtado, presidente del Comité Olímpico Colombiano. Su narración cronológica da bastantes luces, lástima que el desespero de algunos periodistas que lo han entrevistado, en su afán de ser los protagonistas de la noticia, son expertos en interrumpir a los invitados justamente cuando la audiencia está más atenta a conocer los detalles que se revelan; no se entiende cómo el sentido periodístico perdió cualificación para darle espacio a preguntas necias enfocadas a desvirtuar, más que a enriquecer la información.
“Los juegos panamericanos se harán en todo el Caribe colombiano” trinó el presidente Gustavo Petro en noviembre del 2023, lo que es interpretado hoy por algunos medios de comunicación, como un desatino.
La verdad es que ese deseo apenas era una propuesta que no se alcanzó a presentar a Panam Sports, organización libre de aceptar o no que algunos encuentros en particular se llevaran a cabo en ciudades con escenarios adecuados para los deportistas competidores representando disciplinas específicas con fortalezas en el Caribe. Antes de producirse el escándalo mediático – y todavía ahora- hacen falta voces sensatas, como se le han oído al alcalde de Barranquilla Alejandro Char, en pronunciamientos con ánimo de conciliar y más esperanzadores que belicosos.
Según entrevista publicada en el medio virtual chileno Ex-Ante, a quien fuera el director ejecutivo de los Juegos Panamericanos llevados a cabo en octubre 2023, Harold Mayne-Nicholls, al preguntarle si tiene el cálculo de los ingresos percibidos por el certamen en Santiago de Chile, su respuesta fue: “No tiene ninguna posibilidad de ganancia. El evento costó entre 600 y 650 millones de dólares. Por la venta de entrada y auspicio eso no se recupera. Las ganancias son unir al país, sentirnos más orgullosos de ser chilenos y apuntar al trabajo a largo plazo en beneficio de todo nuestro deporte”.
También se ha asegurado que el presidente Petro no ha querido que Barranquilla haga los XX Juegos Panamericanos, y que esto se adivina desde cuando le pareció mucha plata lo que inicialmente se cuantificó para su realización; lo confirmado es que esto se resolvió asignándole menos de lo inicial, algo así como un poco más de la mitad de lo que costaron los de Chile. “Palo porque bogas y palo porque no bogas”.
Tal vez fue Ciro Solano, presidente del Comité Olímpico Colombiano de quien se supo que el Gobierno colombiano cuenta a hoy, por gestiones del gobierno actual, con un presupuesto de 399 millones de dólares para llevar a efecto el certamen deportivo que bien podría, desde que nos fue asignado, alentar voces de entusiasmo desde distintos espacios para despertar cohesión, buenos relacionamientos, aglutinación ciudadana y así mantener vivo el seguimiento permanente con respecto al tema por parte de la sociedad civil, los medios de comunicación y la clase política.
Mejor dicho, todos esos que andan vociferando, señalando culpables y pidiendo que rueden cabezas, mejor sería si tanta fuerza se la hubieran aplicado a impulsar las actividades relacionadas con la organización y el cumplimiento de compromisos de toda naturaleza con las justas deportivas tan importantes que se nos escaparon.
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