28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Nuestra libertad de prensa 

Guillermo Mejia Mejia

Por Guillermo Mejía Mejía 

Comencemos este año 2.023 con un tema que, dentro de otros que son catastróficos como las guerras y las tensiones internacionales, este es para reconocer que, en Colombia, salvo contadas excepciones, ya superadas, existe una buena libertad de prensa. Esas contadas excepciones se produjeron el 6 de septiembre de 1.952, hace 71 años, cuando un grupo de policías y civiles manifestantes les prendieron fuego a los periódicos liberales El Tiempo y el Espectador y, de ñapa, el mismo día, incendiaron las casas del expresidente Alfonso López Pumarejo y del dirigente liberal Carlos Lleras Restrepo. 

Dos años después, el 3 de agosto de 1.955, el presidente Rojas Pinilla ordenó, mediante decreto, el cierre de El Tiempo y días después de El Espectador, diario que fue reemplazado por El Independiente, el cual, a su vez, sufrió los rigores de la censura. 

Nuestra Constitución política consagra la libertad de prensa en su artículo 20 pero con dos condiciones: que sea responsable socialmente y que se pueda rectificar en condiciones de equidad. O sea que la publicación que se corrige se haga en las mismas condiciones que dieron origen a la que se enmienda o, en otras palabras, con el mismo despliegue de la que se endereza. 

Un ejemplo de libertad de prensa en nuestro país, son las columnas de la periodista Salud Hernández-Mora, digna representante de la extrema derecha española, heredera del carlismo que desató las guerras civiles de España en el siglo XIX con el propósito de regresar al absolutismo de Fernando VII; de la dictadura de Miguel Primo de Rivera, (1.923-1.930), propiciada por el tontísimo rey borbón Alfonso XIII y, como si fuera poco, por 39 años de dictadura de Franco. La democracia y, por ende, la libertad de prensa solo existe en España hace 45 años con la promulgación de la constitución de 1.978, que regresó a la monarquía borbónica, pero bajo el régimen de un Estado social y democrático de derecho, de régimen parlamentario en donde el rey manda pero no gobierna y solo se dedica, este último, a asistir a la posesión de los presidentes de sus excolonias de América y a dar de qué hablar a las revistas de la farándula, tipo “Diez Minutos” que se regodean con los escándalos de la familia real (qué tal el rey emérito!). Esa extrema derecha española es la que añora la periodista de marras que nos trata como si fuéramos todavía el virreinato de la Nueva Granada y que no tiene ningún cuestionamiento ético en prologar el libro del paramilitar Carlos Castaño, “Mi Confesión”, en el que ella afirma textualmente 

“Contribuye, también, a comprender que las AUC no son los hijos díscolos del gobierno de turno y de los militares, sino que funcionan de manera autónoma, que el monstruo se les salió de las manos. Que con ese “grupo político-militar de resistencia civil armada antiguerrillera”, único en el mundo y reforzado cada día por la degradación social antes mencionada, sólo se saldrá por la vía de la negociación, se quiera o no…” 

Valdría la pena preguntarle a tan acuciosa periodista si el tono y la mordacidad con la que escribe en este país, tan degradado como ella lo presenta, las hubiera permitido su amado Francisco Franco, “caudillo de España por la gracia de Dios”, durante su dictadura. 

Un paraco como Carlos Castaño no hubiera llamado a ningún periodista de pensamiento liberal a prologarle un libro cuyo propósito era la apología del paramilitarismo. Llamó a quien él sabía que lo acolitaría en esa versión macabra de la justificación de sus crímenes. Ese es el tema que ella domina y que lo campea en dicho prólogo. 

Y habla también muy bien de la libertad de prensa este periódico virtual de JUAN PAZ que nos permite a opinadores liberales social demócratas y a representantes de la derecha, expresar nuestras ideas con absoluta libertad. Buena esa por Jairo León García, su director, periodista de verdad. 

Para todos, un feliz año 2.023.