23 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

No sé qué decir

 

Por Carlos Alberto Ospina M. (foto)

Por las mujeres que dejé con la miel en los labios, por aquellas que me amaron; por las que, quizá, absorto ignoré y por las otras que están a mi lado.

La llovizna deja caer un aliento desigual con rostro de sonrisa, llanto derramado, cicatriz expuesta y caricia que no duele. Ella, en singular, complementa y acompasa el instante. Así, como es perenne, desaparece sin dejar rastro alguno. Un adiós, sin despedirse.

Como quien no dice nada infunde respeto. Resuelto y desbordo de emoción en el intento por conocerla. La tengo a mi lado y solo la extraño cuando la pierdo. Desconcierto innecesario que ultraja su presencia. Hastío que habla de la mediocridad viviente. Mejor se marcha que decorar la habitación de mal abrigo.

Reír sumergido en sus brazos, aunque me asfixie la duda. Bailar ceñido a su alma sin echar de ver la acrobacia del espíritu confuso. ¡Grítame! Que no me ofendes. ¡Háblame! Sin medida ni consideración. ¡Déjame! Que el problema es otro. (Lea la columna).

El Oasis de la vida: El propietario.

Por Luis Carlos Correa Restrepo (foto)

Mientras no poseía más que mi catre y mis libros, fui feliz. Ahora poseo 9 gallinas y un gallo, y mi alma esta perturbada, la propiedad me ha hecho cruel. Siempre que compraba una gallina la ataba a un palo 2 días, para imponerle mi domicilio, destruyendo en su memoria frágil su amor a su antigua residencia, remendé el cerco del patio, con el fin de evitar la evasión de mis aves y la invasión de zorros, lo subí de 4 a 6 pies.

Me aislé, fortifiqué la frontera, tracé una línea diabólica entre mi prójimo y yo, dividí la humanidad en dos categorías; yo dueño de mis gallinas y los demás que podían quitármelas.

Definí el delito, el mundo se llena para mí de presuntos ladrones , y por primera vez lancé del otro lado del muro una mirada hostil, mi gallo era demasiado joven. El gallo del vecino saltó la cerca, y se puso a hacerle la corte a mis gallinas  y a amargarle la vida a mi gallo, despedí a pedradas al intruso, pero mis gallinas saltaban el cerco y socavaron la casa del vecino, reclamé mis huevos y mi vecino me aborreció, desde entonces vi su cara sobre mi cerco y su mirada inquisidora y hostil, idéntica a la mía, sus pollos pasaban el cerco y consumían el maíz mojado que compraba para los míos, los pollos ajenos me parecían criminales los perseguí y cegado por la rabia hasta maté uno, el vecino atribuyó una importancia enorme al atentado, no quiso aceptar una indemnización pecuniaria.

Retiró gravemente el cadáver de su pollo, y en lugar de comérselo se lo mostró a sus amigos, con lo cual comenzó a circular la leyenda de mi brutalidad imperialista. Tuve que reforzar el cerco, aumentar la vigilancia, elevar en una palabra mi presupuesto de «guerra».

El vecino dispone de un perro decidido a todo, yo pienso conseguir un revolver. ¿Dónde quedó mi vieja tranquilidad?

Estoy envenenado por la desconfianza y por el odio, el espíritu del mal se ha apoderado de mí. Antes era un hombre, hoy soy un PROPIETARIO.

Para pensar y compartir

Mi  amor, será que para este día del padre me regalas una corbata. ¿Y las otras que tienes? Las otras me van a regalar la camisa y los zapatos.

«Los pendejos son peligrosísimos porque son muchos y escogen presidente».

Facundo Cabral.

!Sin más explicaciones!… En Irlanda en 1981 murió el terrorista del IRA Bobby Sands, por huelga de hambre…. Margaret Thatcher dijo: «el señor Sands era un criminal que decidió quitarse la vida, opción que no les dio a sus víctimas».