25 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

No podemos tirar el país a un abismo 

Carlos Mario Restrepo

Por Carlos Mario Restrepo Tamayo 

Tremendo reto, histórico, además, tenemos los colombianos en las próximas elecciones para elegir al próximo presidente de Colombia. 

Aunque aún falta mucho para la fecha definitiva, es bueno ir pensando con cabeza fría sobre el rumbo que le vamos a dar a Colombia. El candidato único del Centro Democrático, Oscar Iván Zuluaga, dice que en política un día es una eternidad. Tiene toda la razón, pero tampoco podemos esperar hasta el último momento para convencernos de cuál es el camino que debe coger el país. 

Ya tendremos tiempo de referirnos sobre cuál es el candidato que más nos conviene para conducir las riendas de la nación, por los mejores rumbos, sin correr el riesgo de que nos lleve al abismo, de donde jamás será posible salir.    

Tenemos un gran país, aunque con muchas necesidades. Eso lo sabemos y los números son incontrovertibles, precisamente en la actual coyuntura, cuando en esta época post Covid se muestra una irrefutable recuperación.  

Esto nos reafirma en que la alternativa no puede ser tirarlo a un abismo sin fondo, pensando en que un candidato como Gustavo Petro, que respira odio, y que dejó una alcaldía, la de Bogotá, totalmente destrozada, pueda ser la fórmula salvadora y la solución a nuestros grandes problemas. 

La mejor solución para disminuir la pobreza y en general mitigar o solucionar las necesidades de los colombianos y en especial de las clases más necesitadas, es implementando dentro del sector privado las condiciones para lograr la creación y generación de las oportunidades del empleo. 

Expropiar empresas y tierras para redistribuirlas entre los pobres es un discurso popular para incautos. Este es un discurso que, en la práctica, solo logra generar pobreza y desolación.    

Estamos de acuerdo en que tenemos que castigar drásticamente la corrupción, el peor cáncer de nuestra sociedad, porque se roban, literalmente hablando, los recursos que generarían un mejor bienestar para los colombianos. 

Los colombianos tenemos que unirnos para apoyar al candidato que, de una manera sensata, sin espejismos populares y engaños, nos invite a pensar y a construir un mejor país con mejores oportunidades y con el esfuerzo, trabajo y sacrificio de todos. 

No es el momento de escuchar los cantos de sirena de los falsos mesías, que nos prometen ahora ríos de leche y miel. Los problemas no se solucionan con estos pregoneros de la mentira y del engaño, cuyo pasado es de una total pobreza en realizaciones. 

El futuro de Colombia está en manos de todos y cada uno de los colombianos. Es la hora de pensar con sensatez, no solo en el futuro nuestro, sino en el de nuestros hijos, quienes no se merecen la suerte de caer en las manos de un aspirante quien, con tal de llegar a la Presidencia de la República, no tiene escrúpulos de acompañarse hasta de los más corruptos, igual de mentirosos que él.