19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Niños, jóvenes y adultos requieren formación continua en valores

Por Enrique E. Batista J., Ph. D. (foto) 

https://paideianueva.blogspot.com/

«La educación sin valores, por más útil que nos pueda parecer, sólo hace del hombre un demonio más inteligente». C. S. Lewis 

El género literario de la fábula tiene su origen en Esopo y en Fedro, uno de sus discípulos más sobresalientes; género que también ha sido cultivado por filósofos, pedagogos y escritores de novelas y cuentos. Todos lo han usado como una manera de comunicar sentimientos, de caracterizar ciertos comportamientos deseables e indeseables, de comunicar la esencia social y humana de los hombres y la necesidad de emplear la inteligencia para comprender el mundo y vivir sanamente en sociedad regidos por las buenas costumbres. Con frecuencia ha tenido una intención moralizante. Si bien Esopo y Fedro retratan facetas de la vida y de diversas costumbres de los seres humanos, hay autores en los que se observa o infiere la crítica política, la sorna y la sátira frente a gobernantes y personas. Como resultado de su efectividad, la fábula ha sido empleada en las escuelas por muchos siglos como textos formativos en valores, urbanidad y, en general, para promover formas de buen comportamiento en sociedad.  

A partir de la influencia de los dos cultores iniciales de la fábula, Esopo (en la antigua Grecia) y Fedro (en el imperio romano), surgieron fabulistas como Félix María Samaniego, Tomás de Iriarte, Jean de La Fontaine, Rafael Pombo, Jairo Aníbal Niño, Gabriela Mistral y David Sánchez Juliao, entre muchos otros. Ellos han escrito, además de fábulas, obras literarias de los más diversos géneros: comedias, sátiras, ética para niños, villancicos, prédicas, proclamas, adagios, máximas, dilemas, cuentos, relatos orales, refranes, leyendas, mitos, sermones, oraciones y canciones. Toda esta variedad de producción literaria puede contribuir a los procesos de formación en valores tanto de los niños y jóvenes como de los adultos.  Los adultos educan o mal educan con el ejemplo, por lo que requieren conciencia plena de los valores que ellos representan y formación continuada en los mismos, en la medida en que serán espejos en el que los más pequeños se verán reflejados. 

Al emplear las fábulas es importante que se considere que no son escritas sólo para la entretención momentánea, sino que tienen una intención formativa vital y para toda la vida, más allá del momento en que se lee o escucha. En la intención del proceso formativo, tanto en el hogar como en la escuela, el niño o joven es invitado a que reflexione, haga preguntas, encuentre y relate ejemplos parecidos en la vida diaria; debe ser orientado a que perciban la significación que el relato con su moraleja tiene para su vida y para la de los demás; ellos deben ser estimulados a indagar por la intención que tiene el autor con la moraleja propuesta. De cada fábula o relato se pueden extraer más de una moraleja. De otra parte, como elemento sustancial, el  niño o el joven debe ser estimulado a que entienda el significado de sustantivos y expresiones abstractas que se subyacen a los valores tales como justicia, libertad, ciudadanía, ética y moral, responsabilidad, tolerancia, prudencia, diálogo constructivo, equidad e igualdad, lealtad, perseverancia, honestidad, solidaridad, deber, derecho, Estado de Derecho  y derechos humanos, biodiversidad y extinción, calentamiento global y cambio climático, diferencias culturales, étnicas y de sexos, símbolos patrios, autoridad y amistad. Las fábulas pueden permitir un aprendizaje activo, así como estimular altos logros cognitivos y afectivos como la imaginación y la creatividad. 

Una lista amplia de textos para el aprendizaje de estos valores se encuentra en: https://rb.gy/pudnvw. En el siguiente enlace el lector encuentra un conjunto de fábulas de Samaniego que pueden ser empleadas en procesos formativos en el hogar y en la escuela: https://rb.gy/noorne.  

Se escucha que niños y jóvenes no saben de valores. No saben o no los aplican porque se ha descuidado su enseñanza de manera sistemática y continua y, también, porque muchos adultos los han olvidado, no los practican o tienen comportamiento que son contravalores, o porque, como se ha reconocido muy recientemente, hay una competencia formativa que se expresa en los efectos dañinos que en niños y jóvenes tienen algunas redes sociales. Una ventaja que puede tomarse como saludable y oportuna es la existencia, con acceso libre en la Web, de una gran cantidad de recursos, para la formación en valores y  para lograr que  los hijos y alumnos sean personas de bien,  le hagan bien a la humanidad en estos tiempos azarosos y difíciles para ellos, para que conozcan y  ejerzan sus deberes y sus derechos para el cuidado de los ecosistemas y la lucha contra el cambio climático que afecta y perturbará sus vidas por décadas, la necesidad de combatir con firmeza la corrupción y los distintos esfuerzos y vertientes para anular la democracia participativa y el pleno goce de los derechos humanos de las muy distintas categorías que existen hoy. 

Cuando en el Objetivo 4 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible se fija la meta de «Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos», esa educación será de calidad si se garantiza a los educandos el derecho a ser formados en los valores esenciales de la cultura para la sana convivencia, el bien personal y el bienestar colectivo. Sin una sólida formación en valores no habrá sostenibilidad ambiental, ni sostenibilidad social, económica o de la democracia. No habrá garantía de progreso sostenible para todos.  

Las moralejas para jóvenes ofrecen oportunidades para la necesaria formación en valores a lo largo de la vida. Más allá de la niñez se tienen otras visiones de sí mismos, del mundo y de la sociedad. Las moralejas son un recurso valioso para la formación en el desarrollo pleno y sano de la personalidad y para forjar la identidad nacional y cultural. Son ellas, además, una oportunidad adicional para reforzar las habilidades en la lectura y la adquisición del conjunto de habilidades socioemocionales necesarias para su vida escolar y, en el futuro cercano, para su desempeño laboral.  

En las siguientes cinco fábulas se expresan moralejas para adolescentes (y con seguridad también para los mayores): 1. El Viejo Perro Cazador: Respeto, buen trato, amor y calidad de vida que merecen las personas mayores. 2. Los Seis Sabios Ciegos y el Elefante: Es necesario respetar la percepción de los demás sobre una misma situación, pueden ser distintas pero válidas. No hay realidades absolutas, sólo perspectivas distintas. 3. El Fantasma: La inteligencia y la astucia ayudan a conseguir las metas, pero la codicia y la avaricia conducen a perder el control de nuestras acciones y a ser controlados por otros aún sin saberlo. 4. Las Dos Cabras: La terquedad, obstinación y falta de cooperación nos impiden gozar los momentos felices de la vida. 5. El Cántaro Agujereado: Cada ser humano tiene habilidades y cualidades para ser exitoso; lo que algunos valoran como defecto para los demás puede ser una virtud. (Los textos completos de estas cinco fábulas el lector los encuentra aquí: https://rb.gy/gdh9fj).  

Desde sus orígenes las fábulas fueron pensadas para todos, no sólo para los niños. Existen fábulas especialmente diseñadas para adultos con la intención explícita de enseñarles a ellos valores humanos y entendimiento de reglas sociales y de urbanidad, ante cuyas ausencias se acaba con frecuencia en incomprensiones, malentendidos, disputas y variedad de conflictos.  

En el siguiente enlace hay 20 fábulas y cuentos cortos completos para adultos con sus respectivas intenciones formativas. Entre ellas: El hombre entre dos edades: No te fíes de las apariencias ni dejes que otros quieran gobernarte; La anciana que buscaba una aguja: Sé inteligente y no busques la felicidad fuera de sí, sino dentro; El Obsequio de las palomas: Muchas veces creemos hacer el bien a alguien cuando en realidad lo estamos hiriendo; La cuerda de la vida: Tal vez la cuerda que piensas que te sostiene, te impide vivir; El castigo del caballo: Se consigue más con empatía que con imposición. (https://rb.gy/73lpuf).  

El derecho al libre desarrollo pleno y sano de la personalidad tiene como criterio y base insustituible la formación en los valores perennes y los de nueva generación; formación que se manifiesta con la introyección de ellos como rasgos indelebles del carácter e identidad propia y por la aplicación en la propia vida, en las relaciones sociales con los demás y con la naturaleza. Sin esa base irremplazable, prima la confusión, la identidad difusa y la desertificación afectiva con las graves consecuencias que esta acarrea. 

Tenemos todos a disposición muchísimos recursos para una continuada y firme formación en valores. Están todos a nuestro alcance como lo está la felicidad, la convivencia y la paz. Así, con Albert Einstein podemos afirmar: «Procure no ser un hombre con éxito, sino un hombre con valores» y con John Kerry: «Los valores no son simplemente palabras, los valores son por lo que vivimos. Son las causas por las que defendemos y por lo que lucha la gente».