
Por Claudia Posada
Muchos políticos y periodistas, lo mismo que los seguidores incondicionales de estos y de los primeros mencionados, parecen disfrutar enormemente la crisis de información seria e irresponsabilidad noticiosa que están urdiendo por estos días en Colombia, con toda una guachafita de enredos. Se alborotaron las habilidades artificiosas que convierten declaraciones “justamente ajustadas” y habilidosamente editadas, en el libreto fantasioso que ceban con especulaciones; además, con “presuntos” hechos que adoban con suposiciones amañadas. Los medios de comunicación atosigan a sus audiencias con “realidades nunca antes vistas”. Aseguran, sin sonrojarse, que burócratas, congresistas, ministros, asesores y contratistas sin escrúpulos, aparecieron apenas ahora en lo corrido del gobierno actual, “comandado por un terrorista”. Así que, fieles a las pretensiones atizadoras de los negacionistas, comedidos e imprudentes ciudadanos hacen eco emocionados, de cuantas sandeces sin objetividad mínima se riegan en redes sociales y en conversaciones presenciales, sin medir las consecuencias malhadadas para una población que es atormentada por la incertidumbre cruel que nace de la desazón y desesperanza.
Lo cierto es que, como desde siempre, en Colombia vamos de escándalo en escándalo, pero al del momento le colgaron un San Benito que les cuadra de maravilla para reforzar aquello del “mandatario ladrón” que es el nuestro, según aseguran, y por lo tanto reiteran en coro: “Fuera Petro”. Si por ese grito colectivo en estadios, escenarios con mucho público y en pasacalles halados por avionetas, se recuperara el bienestar robado hace años a un inmenso porcentaje de colombianos; y si por eso se generalizar la convivencia pacífica; y los niños fueran amados y cuidados, y a los jóvenes se les presentaran oportunidades para el trabajo honrado y digno; y si por ese estribillo los políticos, sin excepción, cumplieran los deberes que con los votos ciudadanos se les encomendaron, yo sería la primera en entonarlo con entusiasmo. Pero es que “Fuera Petro” dice mucho y no dice nada. Y si se va (o lo van) nada va a cambiar para bien.
La esencia de la barahúnda es ésta, según los opositores, y va más allá de lo contado por Olmedo López: “Además de los recursos que se mecatearon entre ministros, otros funcionarios y congresistas, el gobierno apropió partidas para financiar las actividades criminales del ELN, adjudicación de dineros del erario, a cambio de que continúen sentados en la mesa de los diálogos de paz”. Ellos, estos sí, criminales que internacionalmente son nombrados, con argumentos ciertos, como terroristas, no han sido consistentes en demostrar verdaderas intenciones de llegar hasta el final del dialogo para los acuerdos en el proceso de la paz. ¡Pero por Dios! ¿Cómo es posible que no se les dé nada a ciertos voceros de partidos contrarios al presidente Petro, y en medios de comunicación, afirmar semejante disparate, tan irresponsablemente?
Dos invitados, entrevistados en la W Radio: Iván Cepeda, Senador integrante del equipo negociador con el ELN, y el Comisionado Otty Patiñp, al ser interrogados sobre el tema, coinciden y fueron enfáticos al aclarar que las actividades relacionadas con el desarrollo del proceso mismo, como por ejemplo gastos logísticos, son financiadas con recursos internacionales, inclusive; y para nada se han dado transacciones para presionar desde la mesa de diálogos, a una de las partes cual es la insurgencia. En la W Radio fueron respetuosos de tales explicaciones observando algunos principios que tanta falta hacen en ciertas nuevas maneras de hacer periodismo/vedette –aunque sin dejar de confrontar u opinar como pueden hacerlo libremente- mientras algunos de sus colegas en otros medios, se enfrentan al aire con panelistas como Héctor Riveros al que confrontan, airadamente, los mismos compañeros periodistas que no aceptan los puntos de vista de analistas como Riveros, quieren ser lo más objetivos posible, desde sus análisis e interpretaciones limpias de posturas “envenenadas”.
En los informes y observaciones relacionados con el asunto del enredo sin aclarar debidamente, pues el propio Olmedo López, quien “como que sí, como que no” a la hora de hablar para la opinión pública (mejor si la prudencia también se pusiera de moda) ha dado pasos inseguros, lo que crea espacios que, precisamente, son aprovechados para dar rienda suelta a las especulaciones. En el entramado de los contratos no ha pasado desapercibido el afán de tergiversar declaraciones y acomodar pronunciamientos; por cierto, a veces con más señales de distracción mediática que de la llaneza necesaria para no caer en mensajes ambiguos que son fáciles de manipular por parte de los interesados en pescar cuando el rio esta revuelto.
Cuando decimos ¡Qué gobierno tan corrupto! ¡Qué alcaldía tan derrochona! ¡Qué Congreso tan incapaz! Estamos diciendo mucho y no estamos diciendo nada. En todo gobierno ha habido, hay y habrá corruptos; en toda administración local o regional hay funcionarios derrochones y sí son los ordenadores del gasto son los que deben responder por sus decisiones conscientes o por los embuchados que les hayan metido; en el Congreso hay incapaces, lo mismo que sinvergüenzas cuyo único objetivo es enriquecerse rápido y sin trabajar mucho. ¿El Congreso es sinvergüenza? No, los sinvergüenzas tienen nombre propio, como lo tienen los alcaldes, Secretarios de Despacho, asistentes, concejales… Pero a raíz de las peloteras que armaron los que tal vez ya empezaron a rendir cuentas en donde sí deben rendirlas, algunos mencionados se atrincheraron, mientras otros salieron a poner la cara y el pecho; y muy seguramente entre unos y otros hay verdades por confesar y pagar; como también debe haber involucrados por cuenta de conversaciones normales que, sacadas de contexto o editadas, los ponen en aprietos sin ton ni son. Generalizar es muy fácil y cómodo para quienes no tienen argumentos; pero cuando se está comprometiendo la honestidad y buen nombre de otros, es mejor callar que hablar sin elementos de juicio.
Se han estado poniendo en tela de juicio a personajes del gobierno nacional, lo mismo que a otros funcionarios y personalidades de la vida pública, condenándolos anticipadamente. “Pruebas” que lo único que evidencian es la socarronería de muchos trabajadores en los medios de hoy, deseosos del protagonismo que antes pertenecía a la información veraz, seria y oportuna. Los diálogos publicados, aunque con nombres propios, cargos y hasta fotos, mientras se enmarquen en vaguedades de los hechos cuestionados, no llegarán a ninguna parte. Son conversaciones a las que se les puede cambiar la fecha y los nombres, dejarle intacta la conversación, y seguirá siendo materia prima para la manipulación mediática de unos u otros.
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