24 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

¿Miedo en el liberalismo oficial por el resurgimiento del galanismo?

@PartidoLiberal 

Hace 35 años le fue otorgada por el CNE la personería jurídica al Nuevo Liberalismo. Pero un acuerdo con el partido liberal en el cual se comprometía con la extradición de narcotraficantes, hizo que Luis Carlos Galán cayera en la trampa para reintegrarse a ese partido. Luego la jerarquía liberal enredó la extradición y además Galán fue asesinado, mientras mataban a muchos dirigentes del Nuevo Liberalismo. 

En 2017 un grupo de ciudadanos encabezados por doña Gloria Pachón de Galán, acogidos a los Acuerdos de Paz, solicitaron restitución de la personería, como lo hicieron con las FARC y la UP, por haber sido también objeto de una sangrienta extinción. La solicitud fue negada.  

Estos mismos ciudadanos tutelaron ante el Consejo de Estado por la restitución de los derechos violados. Sobre esa tutela se espera un pronunciamiento del alto tribunal. 

Están tan preocupados los liberales de siempre con el posible debilitamiento electoral que les podría ocasionar la devolución de la personería al Nuevo Liberalismo, que ya han salido algunos como el samperista Ramiro Bejarano a pedir públicamente que les nieguen la personería a los galanistas. Sí, que la nieguen, así como suena. 

Los galanistas, por su parte, argumentan que Luis Carlos Galán fue engañado por el liberalismo, que cayó en una trampa para quitarle la personería prometiendo que los liberales abanderarían la extradicción de narcotráficantes y que no solo fue engañado, sino asesinado, con otros dirigentes del Nuevo Liberalismo. 

¿Será que las razones que condujeron a la restitución de la personería de la UP y las FARC son las mismas que conducirían a restituir la del Nuevo Liberalismo? Todo parece indicar que sí. Además, el galanismo no era un matiz burocrático liberal sino otro pensamiento y otro partido respaldado desde finales de los 70 por muchos colombianos y que llegó a tener ejemplares congresistas. 

Lo que es claro es que a nadie hace daño, y si hace mucho bien a la democracia, ampliar las opciones electorales; mucho más cuando la gente está desencantada de los que hay.